Opinión

Retos aún pendientes para el BCE

Christine Lagarde, presidenta del BCE

El BCE exhibió, en su última reunión mensual, una plena tranquilidad ante el repunte de la inflación con el que la recuperación económica viene acompañada en la eurozona.

Fráncfort reconoce esa realidad, al elevar hasta el 1,9% su previsión sobre el IPC para este año, cuatro décimas más de lo esperado en marzo. Sin embargo, espera que sea un repunte puntual ya que el pronóstico que formula para 2022 sitúa el avance de los precios en el 1,5%. En consonancia con ese optimismo, la institución presidida por Christine Lagarde mantiene por completo inalterado su programa de estímulos monetarios, basado en compras masivas de deuda. El BCE se afana así en evitar ser un obstáculo para la recuperación económica ahora que, gracias a la vacunación y la desaparición de las restricciones, gana velocidad. No en vano la previsión del eurobanco sobre el avance del PIB en este ejercicio se eleva seis décimas, hasta el 4,6% y acelera una décima en el próximo ejercicio. Con todo, este optimismo no impide reconocer que aún se plantea un desafío para los grandes bancos centrales en el próximo otoño. Con la inflación en niveles récord de los últimos trece años en EEUU, crece la presión para que la Reserva Federal tome la iniciativa. La expectativa de que Jerome Powell anticipe una reducción de estímulos (una operativa que ya ha empezado limitándola por ahora al mercado de deuda corporativa), ya el próximo agosto, podría quedarse corta.

Es cada vez más factible que la Fed tenga que barajar también una elevación de los tipos de interés. Al otro lado del Atlántico, es difícil pensar que el BCE pueda mantenerse sin mover ficha por tiempo indeterminado., especialmente si el repunte de la inflación se muestra más persistente de lo esperado.

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