
El desglose del nuevo paquete de ayudas anti-crisis del Gobierno está muy lejos de despejar todas las dudas. Así ocurre en el apartado de las quitas bancarias. Más allá del hecho de que no se obligará a ofrecerlas automáticamente a toda empresa viable con problemas de solvencia, no hay detalle alguno sobre cómo deberán aplicarse.
Una incertidumbre parecida afecta a las transferencias directas. No está claro cómo se demostrarán las caídas de facturación superiores al 30% por parte de pymes y autónomos, tan habituados a la tributación por módulos. Pero más preocupante es el escaso alcance de estas transferencias, no sólo por su retraso y su baja cuantía. Debe lamentarse además que la industria quede completamente marginada en su reparto.