Existen dos tipos de consejos financieros: el que se basa en el asesoramiento y el que se basa en la venta. Lógicamente el del asesor independiente tiene como único objetivo acertar, porque los ingresos del asesor independiente dependen exclusivamente de lo que le paga el cliente. Los consejos del asesor no independiente, es decir, el fabricante o el distribuidor de fondos de inversión, pueden tener también ese objetivo, pero el objetivo fundamental es la comisión. La comisión de gestión en el caso de la gestora, la retrocesión de una parte de esa comisión en el caso del distribuidor (que por eso no le cobra o le cobra poco al cliente).
Les comento esto porque es muy habitual que en el mercado se empiecen a manejar ideas que sin duda pueden ser ganadoras, pero que deben pasar primero el filtro del origen y motivación de la recomendación. Se trata de elegir aquellas que, además de tener como origen principal la venta, son también buenas propuestas de inversión.
A la hora de vender suelen utilizarse dos palancas: el miedo a perder o generar el deseo de ganar. En el segundo caso una de las claves para vender una idea - y en consecuencia los fondos de inversión que invierten en ella - es que sea algo que ha bajado mucho y por lo tanto puede tener un amplio recorrido alcista. Es el caso de una idea que empieza a recorrer los mercados, que es la de que se inicia un súper ciclo alcista de las materias primas.
Es cierto que están muy baratas. Nunca lo han estado tanto en relación, por ejemplo, con la bolsa norteamericana. Pero antes de tirarse a la piscina hay que pensar que si esto ha ocurrido se debe a algo y ese "algo" es la ausencia de inflación en la economía mundial. En consecuencia, para que haya un cambio a largo plazo en la evolución del precio de las materias primas tiene que cambiar el factor principal que hizo que estén tan baratas, es decir, el nivel de inflación.
La mejora de los procesos de producción es lo que impide las subidas de precios
Sería largo explicar por qué no ha habido inflación desde hace mucho tiempo, pero baste decir que estamos en una revolución industrial y todas las revoluciones industriales, al mejorar los procesos de producción con ayuda de nuevas tecnologías, reducen los precios. Además, esta revolución industrial que estamos viviendo, la digital, tienen un componente tecnológico muy superior a otras y un componente de competencia también superior a otras. Montar un negocio digital que compita con otro preexistente - y no les quiero decir con una analógico - no es como antes, que había que construir fábricas y contratar cientos de personas. La competencia en el mundo digital surge rápido y además no tiene problemas de financiación porque está de moda invertir en negocios digitales.
Para que las materias primas entren en ese súper ciclo que anuncian los vendedores es necesario que se produzca un repunte sostenido del nivel de inflación. Y para eso no basta con que se normalice el crecimiento, ya que en plena revolución industrial puede haber crecimiento con una inflación muy moderada. Es lo que ha ocurrido de hecho en los últimos diez años en una economía fuertemente digitalizada como es la norteamericana.
El alto nivel de liquidez ya afecta a los activos financieros y podría elevar el consumo
Pero – y aquí viene lo bueno - en esta ocasión hay una diferencia que podría compensar el efecto desinflacionista de la revolución digital, y es que, como consecuencia de las inyecciones masivas de liquidez y planes de estímulo que se han puesto en marcha para compensar el daño de los confinamientos, se ha disparado la oferta monetaria. Nunca ha habido tanta liquidez en el mundo. Ya está afectando a los activos financieros y, superada la pandemia, podría afectar al consumo.
En un ambiente de mayor seguridad económica el nivel de oferta monetaria podría volver a la media, y para eso tendría que dirigirse al consumo o a la inversión una enorme cantidad de dinero que ahora está en cuentas corrientes o directamente bajo del colchón. Y si llega el momento de tomar esa decisión – utilizar el dinero que está en la cuenta o bajo el colchón - ya sabemos que la mayoría de la gente decidirá consumir. En ese contexto podría aumentar la inflación incluso aunque siga su curso la revolución digital. Esa vuelta de la inflación es la condición necesaria para que suba de forma consistente el precio de las materias primas. Es pronto para decirlo, pero no es en absoluto descartable. Seguiremos informando.