Opinión

El nuevo escenario global: EEUU vs. China

El presidente chino Xi Jinping

Mientras los españoles seguimos sumidos en una pandemia que no deja de hacer estragos ante la inacción del Gobierno, el mundo abre una nueva etapa llena de interrogantes. Por un lado, la elección de Joseph Biden como nuevo presidente de Estados Unidos. Por otro, la respuesta, siempre a su estilo, del presidente de China, Xi Jinping, en el encuentro de Davos esta la semana pasada. Dos sucesos que son la clave de lo que acaecerá en los próximos años y, por qué no decirlo, de lo que establecerá el devenir geopolítico y geoeconómico de este siglo. Europa, desgraciadamente, en su falta de unión política y sus internas disensiones también económicas, poco tiene que decir en ese contexto. Los europeos hace muchos años que dejamos de ser el centro del mundo. Hoy todo se juega en el Océano Pacífico, donde China y Estados Unidos se miran cara a cara. Y desde allí irradian sus influencias globales, que se expanden por el resto del globo, en un juego de alianzas donde China, de la mano de Xi Jinping hoy, va tejiendo una red, en la que Rusia no es, desde luego, un jugador menor.

Aunque el presidente Biden acaba, por así decirlo, de aterrizar en el cargo y quedan aún las fracturas sociales del proceso electoral, conviene fijarse en las ideas que han ido tejiéndose desde el Partido Demócrata respecto de la posición política que tomará la nueva administración americana. Es muy singular en este sentido el título con el que Biden lanzó su programa hacia la Casa Blanca: "El plan Biden para liderar el mundo democrático para enfrentar los desafíos del siglo 21" (sic, en su versión en español). Son unas páginas que se mueven alrededor de un nuevo liderazgo mundial "perdido por las políticas erráticas de Trump" (sic). Los objetivos de Biden se mueven alrededor de una decena de principios: reforzar la democracia; restaurar el liderazgo moral; organizar una Cumbre Mundial para renovar las ideas compartidas por el mundo libre; centrarse en la clase media americana como columna vertebral de Estados Unidos; apostar por la innovación basándose en el potencial americano; renovar el liderazgo estadounidense ante las amenazas globales; defender los intereses vitales de Estados Unidos, terminando con las guerras en las que está presente; restaurar las alianzas con énfasis en América Latina, África y, especialmente, Asia, donde la diplomacia americana (se diría que el soft power) será una herramienta esencial; impulsar el control de armas nucleares volviendo la vista a Irán; y, finalmente, liderar el proceso relacionado con la crisis climática.

La coordinación global que Xi propone chocará contra el liderazgo que busca Biden

Se diría que la nueva administración con el tándem Biden-Harris a la cabeza cambiará el lema de la era Trump, "America First", por otro más acorde con tiempos anteriores, "America Leader"; para lo cual los esfuerzos se dirigirán internamente evitando las rupturas actuales, y, sobre todo, hacia el exterior para volver a lograr el liderazgo perdido, primero frente a China y su dominio económico y, luego con Rusia, para disminuir su preponderancia geopolítica en sus zonas de influencia. Basta ver los detalles del "Programa Biden" para constatarlo. Ahí se habla de Biden como fundador de una Comisión Trasatlántica sobre Integridad Electoral que luchará contra los ataques de Rusia a las democracias occidentales, dando de nuevo importancia a la OTAN para combatir las nuevas amenazas (¿frente a Rusia?), y utilizando la próxima Cumbre de las Américas de este año para mostrar el liderazgo global de Estados Unidos: en África y América Latina, como en Asia mediante las alianzas con Japón, Corea del Sur, Australia y otras democracias asiáticas. Un evidente mensaje hacia el liderazgo de China en esas zonas. Un asunto ?la confrontación con China? que Biden lleva incluso al mercado interno cuando dice que "promoverá una política exterior para la clase media para ganar competitividad en contra de China". En definitiva, volver a ser el país preponderante que siempre fue, separando a sus aliados de los que no lo son.

Sin embargo, los tiempos actuales ya no son los que fueron, y para recordarlo vino el presidente de China, Xi Jinping, con contundentes mensajes desde el Foro de Davos. Primero, con la pandemia, en la que China, con los datos oficiales, ha salido sin graves daños, ni sanitarios ni, evidentemente, económicos. Varias decenas de miles de fallecimientos en un país de más de mil cuatrocientos millones de personas son la evidencia de una gestión muy eficaz. Y en lo económico, China ha sido el único país cuya economía ha crecido ante el desplome de las economías occidentales. Con todo, los mensajes de Xi Jinping en Davos son diametralmente opuestos a los de Biden. Contra el liderazgo americano, Xi Jinping propone una coordinación global para promover una economía sostenible, inclusiva y balanceada. Contra el buscado predominio democrático occidental, propone abandonar los prejuicios ideológicos en un entorno de coexistencia pacífica. En la idea de Biden de promover las alianzas entre iguales dejando de lado a los otros y potenciar las clases medias para competir contra China, Xi Jinping propone disminuir las diferencias entre países desarrollados y países en vías de desarrollo, para concluir que se debería trabajar entre todos contra los desafíos globales y así crear un mejor futuro para la humanidad.

La falta de unión política ha hecho que los europeos hayan dejado de ser el centro del mundo

Xi Jinping continuó su disertación abogando por la cooperación en lugar de la confrontación; propuso promover el cumplimiento de las leyes internacionales en lugar de buscar cada uno las suyas; y, para terminar, ser abiertos e inclusivos en lugar de cerrados y contrarios al cambio. De esta manera, según Xi, China trata de llevar a cabo una estrategia en la que todos ganen, manteniendo un desarrollo sostenible en base a la innovación, la ciencia y la tecnología, facilitando un nuevo tipo de relaciones internacionales.

Todo apunta a que estas dos visiones acabarán chocando, pues una, la de Biden, se ajusta a una primacía moral como base de un liderazgo superior, mientras que la otra, la de Xi Jinping, camina al hilo de la estrategia de Deng Xiaoping, el gran transformador de la China actual: observa y analiza con calma; fortalece tu propia posición; emprende los cambios con confianza; oculta tu verdadero potencial; contribuye con tu parte; y nunca te conviertas en un líder. De momento, todo parece que China lleva la delantera.

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