Ha llegado el momento de que Europa, EEUU y posiblemente China creen un "club del clima" global. Las emisiones globales de gases de efecto invernadero han aumentado alrededor de un 2% anual en las últimas dos décadas. Desde la firma del acuerdo de París, este problema ha seguido creciendo. Hemos aprendido que es difícil cumplir con la protección del clima cuando los costes de reducción son en gran parte nacionales pero los beneficios de la prevención del clima mundial son mundiales. Y de hecho, EEUU. bajo el presidente Trump abandonó el Acuerdo de París por esa misma razón. En resumen, la humanidad no progresa lo suficiente como para evitar un posible resultado climático catastrófico.
El ganador del Premio Nobel William Nordhaus ha argumentado de forma convincente que el problema de la puesta en marcha de las medidas contra el cambio climático no puede superarse simplemente mediante un pacto voluntario como el que se intentó con el Acuerdo de París. En su lugar, propuso una idea simple cuyo momento ha llegado: un club para implementar medidas climáticas más ambiciosas. Esta acción sería significativamente más efectiva que el Acuerdo de París. Para lograr sus metas, el club acordaría un alto precio común del carbono para todos los miembros de este organismo, mientras se penaliza a los países que no participan. La penalización a los no participantes es necesaria para mantener el club unido.
Con la llegada de Biden se abre una oportunidad para recuperar el diálogo con EEUU
La Unión Europea ha comprendido la importancia de las medidas de comercio exterior para su política climática. De hecho, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha defendido en repetidas ocasiones una penalización fronteriza del carbono de las importaciones intensivas de este gas para evitar que la producción se desplace al extranjero. El ajuste en la frontera del carbono puede aplicarse de conformidad con las normas de la OMC.
Es cierto que Europa no considera que esta especie de aranceles al carbono sea una penalización. Por el contrario, es una parte importante de la nivelación del terreno de juego y de la prevención de que la producción de emisiones contaminantes escape a su control. Sin embargo, Washington, con Trump lo habría rechazado. El todavía presidente habría tenido suficiente influencia fuera de las normas de la OMC para dificultar la aplicación de las ambiciones climáticas de la UE.
Con Joe Biden, hay una oportunidad para que el diálogo se desarrolle de forma diferente. Más allá del aumento del apoyo político, más de 3.000 economistas estadounidenses han pedido un impuesto fronterizo sobre el carbono que complemente a otro impuesto, de alcance nacional, que se impondría al carbono.
Es el mejor momento para negociar un club eficaz contra el cambio climático
Insisto en que Europa debería proponer al próximo presidente de EEUU la creación de un club climático con un impuesto fronterizo común sobre el carbono. Internamente, entre las dos partes, no se aplicarían aranceles de este tipo ya que ambas economías aplicarían un precio mínimo comparable sobre las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto crea un incentivo para mantener el compromiso con el acuerdo. Respecto a terceros países, las dos economías impondrían las mismas penalizaciones, que ambos acordaran. Ese arancel externo común no sólo evitaría las fugas indebidas de carbono. También sería un fuerte incentivo para que otros países se unan al club. Después de todo, juntas, las dos economías siguen representando alrededor del 40% del PIB mundial.
Es importante que China también forme parte de ese club contra el clima
Este club sería probablemente un club estable. Si el ajuste fronterizo del carbono se hace en cumplimiento de las normas de la OMC, las represalias comerciales de terceros países no serían posibles. Además, la región transatlántica sigue siendo demasiado influyente como para que otros Estados pudieran restar alcance a su política contra el cambio climático. Dado que el control de emisiones se ha vuelto mucho más barato gracias a una tecnología verde competitiva en cuanto a precios, no serían necesarios muchos esfuerzos y costes para mantener estable este tipo de club.
Esta idea pondría a la economía transatlántica en el centro de los esfuerzos mundiales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero tanto Europa como EEUU harían bien en extender la mano a Beijing para convertirse en miembro fundador de este futuro club del clima. Y, de hecho, asesores influyentes del Consejo de Estado ya han pedido que se adopte un enfoque multilateral sobre este problema para evitar que China quede al margen.
Un club que incluya a las tres principales economías del mundo constituiría un logro de primer orden. Desde la perspectiva de EEUU, la adhesión de China podría incluso recompensarse con la eliminación del grueso de los aranceles de Trump sobre las importaciones chinas. Y Europa encontraría un factor a favor de su interés geopolítico si logra evitar un endurecimiento del enfrentamiento entre EEUU y China. Las condiciones nunca han sido mejores para negociar un club contra el cambio climático eficaz.