
Este fin de semana nos enteramos de que, con premeditación, alevosía y muy probablemente también nocturnidad, como gustan de hacer en La Moncloa, el Gobierno de Sánchez e Iglesias, que tanto monta monta tanto, ha decidido doblegarse ante el chantaje del dictador Maduro y cerrar la agregaduría militar en Venezuela. Decisión del Ministerio de Defensa, apoyada por el de Asuntos Exteriores alegando razones económicas, que ni comparten ni se creen en los ambientes diplomáticos españoles y de nuestros aliados de la UE.
Una nueva cesión ante Caracas que se produce una semana después de las elecciones fraudulentas convocadas por el Tirano Banderas venezolano, que han sido condenadas por la totalidad de organizaciones internacionales y democracias que en el mundo existen, y apenas pasadas 24 horas de la consulta de la oposición democrática el 12 de diciembre, que en Madrid fue respaldada en la emblemática Puerta del Sol por representantes del Partido Popular, Ciudadanos, PNV, Unión del Pueblo Navarro y, sorpréndase, del PSOE.
Sí, de este partido sanchista que ya no es el PSOE, y que no sabemos si acudieron por equivocación o por vergüenza, pero en todo caso es una presencia que sorprende y desconcierta. Tanto como el empecinamiento del expresidente Rodríguez Zapatero en convertirse en el vocero de Maduro para defender lo indefendible y jugarse la ya de por sí poca credibilidad que le quedaba.
Diplomáticos españoles y de la UE interpretan la decisión de cerrar la agregaduría militar en Venezuela como una nueva cesión del Gobierno español ante el chantaje del dictador Maduro
Y desconcierta porque a luz de los informes de Amnistía Internacional, de los testimonios de los miles de venezolanos exiliados y de las noticias de los medios de comunicación, nadie que se sienta mínimamente demócrata y defienda el Estado de Derecho puede apoyar y justificar a un régimen dictatorial que ha sido condenado por torturas, violaciones de los derechos humanos, y supresión de las libertades por todos los organismos internacionales desde la ONU hasta la OEA pasando por la UE.
Un régimen bananero que, además, ha arruinado a un país que asegura tener las mayores reservas petrolíferas del mundo, que en los años previos a la llegada de los chavistas al poder era uno de los más prósperos y con mayor nivel de vida de América Latina, y que en esta misma parodia de elecciones ha sufrido el rechazo de la inmensa mayoría de los venezolanos. Porque sólo como un repudio a Maduro y a su régimen puede interpretarse que el 70 por ciento de los electores haya optado por quedarse en casa, a pesar de la presión propagandística institucional y de las amenazas recibidas.
Sánchez debería saber que, también con Venezuela, España se ha desmarcado de todas las democracias occidentales y estas cosas en política exterior se pagan, máxime cuando los dineros de Europa todavía están volando
Son hechos incontestables ante los que dentro y fuera de España son muchos, incluidos varios de quienes fueron sus directores colaboradores, los que se preguntan el porqué de esta simbiosis entre Maduro y ZP. Cuestión de dinero, dicen algunos de los consultados, y recuerdan el turbio asunto de la familia de Raúl Morodo, exembajador en Caracas precisamente durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, que participó en una trama para obtener unos 30 millones de euros de la petrolera PDVSA, la principal industrial venezolana, a cambio de falsos asesoramientos. Asunto del que, curiosamente, no se ha vuelto a hablar y cuyos dineros fueron ingresados en Suiza.
Otros, sin embargo, no dudan de la honestidad del expresidente, y lo atribuyen a algo que posiblemente sea peor, no desde plano legal peros sí en el personal, "por estupidez". Los mismos que, además, recuerdan que el líder opositor venezolano Leopoldo López y su partido, son miembros de la Internacional Socialista, la misma a la que pertenecen el PSOE, Zapatero y su discípulo Pedro Sánchez, el único jefe de gobierno de la UE que no quiso recibir a Juan Guaidó, presidente todavía de la Asamblea Nacional venezolana.
Silencio indigno que abre un nuevo frente en nuestra inexistente política exterior, añadido al de Marruecos, que el Gobierno tendrá que arreglar con la UE y con EE UU, los dos pilares básicos de nuestra relaciones internacionales, sobre todo porque los dineros de Europa no son pájaro en mano, sino que todavía están volando. Y Sánchez debería saber que, también con Venezuela, España se ha desmarcado de todas las democracias occidentales y, como recordaba el ex ministro José Manuel García-Margallo, estas cosas en política internacional se pagan.