
¿Petróleo?, ¿qué petróleo? Venezuela, el país con las mayores reservas probadas de oro negro del mundo parece estar poniendo, involuntariamente, su granito de arena en el objetivo de los ecologistas de dejar la mayor parte bajo tierra para reducir las emisiones de dióxido de carbono. Empujado por la crisis del coronavirus y el colapso económico total que vive desde la llegada al poder de Nicolás Maduro, el hundimiento del sector petrolífero venezolano continúa y ya apenas queda una sola perforadora activa extrayendo crudo del subsuelo, según los datos publicados por la multinacional Baker Hughes este lunes.
La cifra es especialmente impactante si se compara con los datos históricos. En su mayor pico a finales de la década de los 90, justo antes de que Hugo Chávez llegara al poder, la petrolera estatal PDVSA llegó a tener 200 perforadoras activas simultáneamente. Pero durante la mayor parte de este siglo, siguió habiendo entre 50 y 80 perforadoras activas de forma consistente. Y en los últimos años, con Venezuela ya metida de lleno en la crisis económica sin fin que dirige Maduro, que ha provocado cifras de hiperinflación históricas, un desplome del PIB sin precedentes en el país y una fuerte emigración, seguían funcionando unos 20 puestos de extracción. Hasta hoy.
La situación es crítica para un país que depende casi exclusivamente del petróleo para obtener divisas y que ya lleva dos años en suspensión de pagos, incapaz de devolver su deuda externa ante la acuciante falta de recursos.
Según los datos de fuentes secundarias de la OPEP, la producción de petróleo en abril de este año cayó a 622.000 barriles al día, frente a los 760.000 de febrero. Y parece poco probable que esa cifra vaya a dejar de caer ante la falta de estaciones para extraer el crudo.
El mayor problema del Gobierno de facto venezolano es que su falta de reconocimiento internacional le impide pedir ayudas a instituciones como el FMI, y el endurecimiento de las sanciones estadounidenses ha reducido aún más su pequeño espacio de maniobra. Maduro, sin embargo, confía en aguantar hasta final de año, celebrar elecciones parlamentarias con dudosas garantías legales tras haber ilegalizado a la práctica totalidad de los partidos de la oposición y eliminar definitivamente cualquier mínima resistencia a su poder total. La pregunta es si el veloz empeoramiento de la situación económica le permitirá llegar hasta entonces.