
Mientras el gobierno sigue difundiendo escusas contradictorias y mentiras sobre los vuelos fantasma desde Canarias a la Península cargados inmigrantes, en una segunda edición de la farsa del Delcygate, nuestra deficiente diplomacia fruto de una errática política exterior se enteraba por sorpresa, y cuentan que por los medios de comunicación, de que el todavía presidente norteamericano Donald Trump, anunciaba el acuerdo por el que EE UU reconoce la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental acompañado por una normalización de relaciones entre Marruecos e Israel.
Un respaldo clave para Marruecos después de que hace unas semanas el Frente Polisario rompiera el alto el fuego que regía desde 1991 y que Washington aprobaba sin consultar a las Naciones Unidas y, por supuesto, sin España que como ex potencia colonizadora todavía sigue teniendo responsabilidades en el territorio saharaui. Y una decisión, la de Trump, que ha sido la causa fundamental de la supresión de cumbre hispano-marroquí prevista para la próxima semana y no la situación epidemiológica del COVID como intenta justificar el Gobierno de Sánchez, faltando una vez más a la verdad.
Aplazamiento o suspensión de una cumbre que es especialmente grave para España en unos momentos donde la avalancha migratoria se ha convertido, una vez más, en el instrumento de presión del gobierno de Rabat ante los recelos que en el país alauita despiertan la presencia en el Ejecutivo español de Pablo Iglesias y Podemos y sus últimas declaraciones e iniciativas parlamentarias en favor del frente Polisario. Los números, que como el algodón no engañan, muestran que hasta mediados de noviembre las llegadas de inmigrantes ilegales a Canarias han sado de 1.497 en 2019 a 16.760 en este año, mientras que en el conjunto de España suman ya 33.946, un 23,5 por ciento más. La mayoría de ellos de nacionalidad marroquí y con origen en Dajla, la antigua Villa Cisneros.
Una inmigración ilegal que, en términos económicos le cuesta a España más de 20 millones anuales a los que hay que sumar otros más de 16 millones en gastos de repatriaciones, centros de internamiento y tutela a los menores, además del impacto negativo sobre el turismo. Y una avalancha que está unida también a las aspiraciones marroquíes sobre el dominio de las aguas del banco canario-sahariano de pesca, a los yacimientos de fosfatos, y a la pretendida delimitación de las aguas jurisdiccionales de la zona marítima que pertenece a Canarias. Como tampoco es ajeno a ello que Marruecos mantenga cerradas las fronteras con Ceuta y Melilla desde marzo, en una estrategia clara de asfixia económica de las dos ciudades.
Marruecos es el octavo destino mundial de las exportaciones españolas y nuestro primer cliente en África, y España es el tercer inversor extranjero en el país alauita sólo por detrás de Francia y de Emiratos Árabes
No hay que olvidar, además, Marruecos es, por cercanía geográfica un socio natural. España es el primer proveedor y el primer cliente de Marruecos y nuestro primer socio comercial en África como destino del 45,6 por ciento de las exportaciones españolas a ese continente, con datos del ICEX correspondientes a 2019 año en que las exportaciones españolas a alcanzaron los 8.516 millones de euros, cifra que le sitúa como nuestro octavo cliente mundial. En ese ejercicio las importaciones españolas de Marruecos se elevaron a 6.949 millones de euros y supusieron el 2,2 por ciento del total, manteniéndose como nuestro undécimo proveedor mundial sólo superado fuera de la UE por China, EEUU y Turquía.
En materia de inversiones, actualmente hay 635 empresas españolas con más de un 10 por ciento del capital de sociedades de derecho marroquí y 496 empresas de derecho marroquí que son filiales de empresas. España es el tercer inversor en Marruecos con un stock de 4.715 millones de euros sólo por detrás de Francia y de Emiratos Árabes. En el primer semestre de 2020 España con 106 millones de euros ha sido, tras Francia, el segundo inversor en el país.
La suspensión de la cumbre hispano-marroquí es especialmente grave para España en unos momentos donde la avalancha migratoria se ha convertido, una vez más, en el instrumento de presión del gobierno de Rabat ante el conflicto del Sahara
Y si hablamos de seguridad, sólo recordar que Marruecos es el principal aliado de Estados Unidos en una zona tan estratégica como el norte de África, y que los tratados de defensa firmados por España con EE UU y la OTAN, excluyen la intervención de los países aliados en el caso de confrontación con el vecino marroquí.
Son razones poderosas, por las que desde el inicio de la democracia los sucesivos gobiernos españoles han dado un trato preferencial a las relaciones entre los dos países y, tradicionalmente, Marruecos era el primer país que visitaban los presidentes de Gobierno, con la excepción de Pedro Sánchez, que sigue abriendo frentes innecesarios, dentro y fuera, y minando la credibilidad y la fiabilidad, la suya propia, y la de España como nación entre las democracias occidentales y en los organismos internacionales.