
A partir de las próximas semanas muchas serán las personas que se vayan reincorporando a sus puestos de trabajo de forma progresiva, a medida que las distintas regiones avancen en las fases de desescalada. Muchas de ellas se estarán haciendo ahora mismo las siguientes preguntas: ¿cómo habrá cambiado mi trabajo? ¿volverá en algún momento a ser como era antes?
La historia nos ha demostrado que las grandes disrupciones suelen venir precedidas por una crisis y, en este caso, todo parece indicar que la situación actual va a acelerar un proceso de transformación del trabajo del que llevábamos años hablando.
Podemos distinguir varias dimensiones del entorno de trabajo que determinan la evolución del mismo: el trabajo en sí mismo, el lugar de trabajo, el control y la fijación de objetivos, y el talento. Y de cómo evolucionen y se relacionen estos aspectos entre sí dependerá el futuro del sector.
El teletrabajo ha posibilitado la continuidad de muchos negocios durante esta crisis
En primer lugar, hablemos del trabajo como tal. ¿Qué estamos aprendiendo sobre él en esta crisis? Si bien ya era habitual hablar de la necesidad de organizaciones líquidas, capaces de adaptarse a entornos VUCA en los que el cambio es una constante, la pandemia del COVID-19 se ha convertido en una auténtica prueba de fuego. De la noche de la mañana millones de compañías se han visto obligadas a trasladar su actividad completamente al entorno online, cambiar sus modelos de negocio, sus estructuras organizativas e incluso su actividad. En este sentido, tenemos el ejemplo de cientos de empresas españolas textiles, alimentarias, automovilísticas o cosméticas que reorientaron su producción y canales de distribución de forma temporal (o no) para contribuir a paliar los efectos de la pandemia mediante la fabricación de mascarillas, respiradores, geles desinfectantes y material sanitario de todo tipo.
Bajo mi punto de vista esta tendencia se acentuará en los próximos meses y una gran parte de las empresas lanzarán iniciativas para mejorar su eficiencia con el objetivo de ajustarse a la realidad socio-económica y conseguir unas estructuras organizativas ágiles. ¿Qué consecuencias podría tener a largo plazo? Ya estamos viendo en grandes multinacionales una organización del trabajo más flexible y adaptada a las necesidades del negocio, implantando a nivel interno marketplaces del talento en los que los equipos se organizan para un proyecto concreto en función de las habilidades y la disponibilidad de los empleados.
Si hablamos del lugar de trabajo o workplace, el gran protagonista de esta crisis es el teletrabajo. Esta fórmula ha sido la única alternativa durante este periodo para mantener la continuidad de muchos negocios, y ha demostrado que se pueden conseguir altos niveles de productividad sin necesidad de controlar presencialmente a las personas o de acudir físicamente a un puesto de trabajo. Este aumento de la productividad, únicamente posible cuando confluyen responsabilidad del empleado y confianza del manager, se suma a otros beneficios a nivel individual y social derivados del teletrabajo. Entre ellos, destacaría la reducción de los niveles de contaminación o el ahorro de tiempo por no tener que desplazarse al lugar de trabajo , que repercute también en una mejora en la conciliación de la vida familiar y profesional y en el bienestar del empleado, al poder dedicar más tiempo al descanso o a otras actividades de ocio.
Como contrapunto, podríamos mencionar, en primer lugar, que no todas las posiciones pueden ajustarse al teletrabajo, por lo que no es una fórmula apta para todos; así como la necesidad de socializar inherente al ser humano. Las diferencias aquí han creado, incluso, durante este confinamiento, distintos perfiles de empleados: aquellos que desean volver a la oficina y los que han apostarían aún más por el trabajo a distancia.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿habrá una continuidad del teletrabajo en las empresas españolas? Ya sabemos que a corto plazo se seguirá fomentando, en línea con las recomendaciones de las autoridades sanitarias, y que los empleados se irán incorporando de forma progresiva y por turnos. Pero, me atrevería a decir también, que esta crisis abrirá la puerta a fórmulas mixtas a largo plazo, que combinen prácticamente a partes iguales el trabajo a distancia con el presencial cuando sea posible, reduciendo las reuniones físicas y fomentando, en su lugar, los encuentros virtuales. Esto puede redundar además en un ahorro de costes de viajes, hoteles, dietas y desplazamientos cuando éstos se realizaban a nivel nacional o internacional.
La optimización de costes llevará a las empresas a optar por oficinas más pequeñas
Todo ello, por supuesto, tendrá un impacto en el lugar de trabajo tal y como lo conocíamos. Estos modelos mixtos, y la necesidad de optimizar los costes, llevarán a muchas compañías a optar por unas oficinas de menor tamaño con una cantidad menor de puestos de trabajo físicos (puesto que muchos trabajarán desde casa de manera rotativa) y que, además, contribuirán a fomentar también la colaboración en el seno de las organizaciones y que éstas dejen de operar por silos. Nos encontraremos eso sí, ante puestos de trabajo más "despersonalizados" por la necesaria rotación de los mismo (fomentando el uso por ejemplo de taquillas fuera de los propios puestos de trabajo para dejar todos los enseres personales y/o de trabajo). En este nuevo escenario nos encontraremos con puestos de trabajos más despejados y "limpios" (que permitan mejorar las medidas de higiene y limpieza), así como espacios de trabajo más abiertos y amplios.
Y, por último, me referiré al talento. En línea con lo que venimos diciendo, las empresas buscarán profesionales adaptables a los nuevos retos que se presenten en esta nueva etapa y flexibles en su forma de trabajar para cumplir con los requerimientos de unas organizaciones cada vez más líquidas. Soft skills como la resiliencia, el trabajo en equipo o la orientación a resultados serán más valoradas que nunca. Además, los profesionales deberán tener la capacidad de innovar y ser creativos, con habilidades digitales y de uso de las nuevas tecnologías. Sin lugar a dudas, durante esta crisis hemos tomado conciencia de la importancia de la tecnología, ya que nos ha demostrado su necesidad para mantener la continuidad de millones de negocios en un momento en el que la actividad presencial se veía reducida a cero.
Otro aspecto a tener en cuenta aquí es la gestión del talento. Esta etapa se ha presentado como una oportunidad para que las organizaciones demuestren su compromiso con los empleados, apoyen la conciliación y fomenten su bienestar. La forma en la que hayan gestionado la crisis a nivel interno determinará también, en buena parte, su capacidad de fidelizar y atraer talento. No hay duda de que esta crisis es un momento difícil para las empresas de todo el mundo. Sin embargo, también creo que puede suponer el impulso definitivo para acelerar el futuro del trabajo y sentar las bases de fórmulas más abiertas, flexibles e innovadoras sobre cómo, dónde y quién lo realiza. Todo ello dará como resultado organizaciones más resilientes y con mayor capacidad de supervivencia, si son capaces de reinventarse, innovar, adaptarse tecnológicamente y trabajar en modelos productivos y de meritocracia.