
Tradicionalmente, el mes de abril suponía un buen mes para el empleo, pero este mes, al igual que ya sucedió en el mes de marzo, los datos muestran la cruda realidad que está viviendo nuestro mercado de trabajo. El paro registrado aumentó en más de 280.000 personas, mejorando levemente los datos del mes de marzo, dando como resultado un aumento de más 3,8 millones de inscritos en el Servicio Público de Empleo Estatal. Asimismo, y probablemente el dato más importante de los conocidos, el número medio de cotizantes a la Seguridad Social ha perdido casi 550.000 cotizantes. Por sectores, y como ya sucedió en el mes de marzo, el sector servicios ha sido el que más afiliados se ha dejado por el camino, aunque en esta ocasión, todos los sectores productivos han acabado con saldo negativo en la creación de empleo.
Lo más grave es que hasta el 40% del empleo está afectado por la crisis sanitaria
Todo esto que está sucediendo está dejando pequeño lo sucedido en los últimos meses del año 2008 y los primeros meses del año 2009 que, hasta ahora, habían sido, sin duda, los más negros de nuestra historia reciente en nuestro mercado de trabajo. Cada mes que pasaba, entre 100 y 200.000 personas engordaban las listas del SEPE, pero ahora vemos que esas cifras se están multiplicando por 2 o incluso por 3. En los últimos 2 meses hemos retrocedido a niveles de empleo de 2016 y, lo que es más grave, el 40% de nuestro mercado laboral está afectado por esta crisis sanitaria.
Después de este nuevo varapalo a nuestro mercado de trabajo creo que, ha llegado el momento de no seguir lamiéndose las heridas y buscar soluciones. En un artículo reciente hacía mención a la responsabilidad de las empresas para no destruir empleo innecesariamente y que la función social de las empresas estuviese más presente que nunca. Pues bien, ahora también es el momento de protegerlas, protegerlas por parte del Gobierno de una manera mucho más contundente y eficaz de lo que se ha hecho hasta ahora.
El Gobierno debe proteger a las empresas de manera contundente
Recordamos que durante los 2 últimos meses, según datos de la Seguridad Social, se han perdido más de 120.000 empresas en España, es decir, hemos perdido al 8,2% de los empleadores entre empresas y autónomos. Debemos ser conscientes de la importancia que tiene proteger y recuperar el tejido productivo, no podemos abordar un futuro en el que las empresas sigan cayendo como ha ocurrido desde que se inició la crisis sanitaria (y ya ocurrió en la crisis de 2008). Tenemos una tipología de empresa donde el 37% de las empresas tiene un solo trabajador a su cargo, el 38% tiene entre 2 y 5 trabajadores, el 22% tiene entre 6 y 50 trabajadores y sólo el 3% son grandes empresas. En un momento como el actual, esta tipología de tejido productivo (empresas muy pequeñas con problemas de competitividad), podría provocar que después de esta crisis, muchas de ellas no puedan superar este bache y sean reemplazadas con el tiempo, por otras empresas de mayor tamaño, más tecnológicas, más productivas y que, probablemente, a medio plazo, pueda dar lugar a una tipología de empresa, mucho más competitiva, y por lo tanto más resistente ante las adversidades y que probablemente creen un empleo más estable y de mayor calidad.
No cabe la menor duda, de que muchas empresas recuperarán la actividad con el tiempo y de forma paulatina, pero en muy pocos casos esa recuperación será en forma de "V". Todo dependerá de cómo reaccionen los consumidores y las empresas ante el futuro incierto que se nos avecina.
Creo que el Gobierno ha tomado medidas orientadas a que las empresas se pueden endeudar, pero este es un problema, que no se soluciona prestándoles dinero y se puede generar un efecto dominó que tenemos que evitar, ya que muchas de ellas no podrán devolver esos préstamos. Debemos aprender de crisis anteriores para que esto no acabe con una destrucción masiva de empresas.
Aparte de los datos del paro registrados ofrecidos en el día de hoy, no nos debemos olvidar de los trabajadores que se encuentran en situación de Erte que ya superan los 4 millones y debemos reflexionar, sobre si realmente se están dando las condiciones, para que estos trabajadores (la mayoría de ellos con contratos indefinidos) vuelvan a sus puestos en las mismas condiciones que tenían cuando los abandonaron y esto dependerá, en gran medida, de las decisiones que el Ejecutivo tome enfocadas a mantener a flote nuestro tejido empresarial. Pese a quien pese, sin las empresas la recuperación es inviable.