
La cuantía de la pensión media pagada por la Seguridad Social supera, por primera vez en la serie histórica, los 1.000 euros mensuales. Resultan así evidentes los efectos que tiene sobre el gasto la decisión de vincular, por tercer año consecutivo, la revalorización de estas prestaciones con respecto a la inflación.
Este fenómeno está muy lejos de ser puntual. El desembolso continuará al alza por el hecho de que los nuevos jubilados se han beneficiado de sueldos más altos que sus antecesores. Pero, sobre todo, influirá el afán, puramente político, de convertir la vinculación al IPC en permanente. La Seguridad Social va a arrastrar así una fuerte carga cuya financiación plantea un problema, especialmente serio y más ahora que la creación de empleo se ralentiza.