Opinión

De mal en peor

Inés Arrimadas sigue cometiendo los mismos errores que su antecesor en el cargo, Albert Rivera

Aunque la sentencia popular recomienda no hacer leña del árbol caído, no haré caso de semejante consejo (¿cómo hacer leña si no tiramos primero el árbol?). En este caso me refiero a Albert Rivera, quien, con sus políticas tan personalistas como erradas ha dejado a su partido, Ciudadanos, reducido a la mínima expresión. Conviene hacer un resumen de ese desastre, que no lo ha sido sólo para Ciudadanos, también para la Democracia española.

Lo más grave fue abandonar el papel de bisagra para pasar a disputar el liderazgo del centro-derecha al PP. Este giro estratégico sólo consiguió volver a la divisoria de aguas izquierda-derecha, cuando lo que aquí se ha de dilucidar está en otra frontera: la de constitucionalistas versus separatistas.

La partición izquierda-derecha solo beneficia a Pedro Sánchez, quien, de una tacada, no sólo se ha hecho dueño de su partido (de entre quienes apoyaron a Susana Díaz no ha dejado a uno vivo) sino también de toda la izquierda, dejando a Pablo Iglesias (que siempre lideró con mano de hierro un partido que nació, creció y cayó entre mentiras) en el Gobierno, pero políticamente a la intemperie.

Ciudadanos no debe seguir girando hacia la derecha política sino hacia la izquierda

Pues bien, la semana pasada Inés Arrimadas, única candidata a dirigir Ciudadanos, se lanzó a otra operación estratégica que será otro desastre, al menos en Cataluña, abriéndose a alianzas con el PP en las tres comunidades que celebran elecciones en 2020: Cataluña, País Vasco y Galicia. El anuncio de Quim Torra de adelantar las elecciones en Cataluña, aún sin fecha, precipitó los planes y Arrimadas tomó la iniciativa.

La apuesta no deja de tener oposición interna, porque los críticos sopesan dar la batalla en el congreso de marzo. Y es que el método caudillista sigue siendo el mismo. ("Nos hemos enterado por la prensa", declaró un veterano diputado de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña).

También fuera de Ciudadanos ha encontrado críticas, pues Alberto Núñez Feijóo amenaza con dinamitar el plan de negociar en las tres comunidades.

Se entiende y hasta se puede aplaudir que Ciudadanos vaya en una lista conjunta con el PP en la veintena larga de provincias en las cuales esa división le ha regalado un diputado al PSOE en cada una de ellas. En las condiciones que marca la ley electoral y con el centro derecha partido en tres, era casi imposible ganarle a Sánchez las elecciones generales, pues existe gran cantidad de circunscripciones en las cuales, por ser pequeñas, no funciona la proporcionalidad.

Pero esa coalición PP+Cs es pésima en Cataluña, donde Arrimadas ganó las últimas elecciones autonómicas arrebatándole al PSC una enorme cantidad de votos, por ejemplo en el área metropolitana de Barcelona, y esos viejos votantes socialistas que apoyaron las listas de Ciudadanos no lo volverán a hacer en las próximas autonómicas si Ciudadanos se junta con el PP, partido que no goza en esas zonas antaño obreras del buen nombre del que sí han gozado Rivera y Arrimadas.

Y ahora, cuando Iceta ha llevado al PSC a los pies de los caballos de los separatistas de ERC intentando reproducir un infumable tripartito, ahora es cuando se trata de abrir en canal el área del antiguo voto socialista, por eso Ciudadanos allí no debe dar un giro a su derecha sino a su izquierda.

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