
La crisis de las pensiones ha llevado a algunos dirigentes políticos del actual Gobierno a afirmar con cierta solemnidad que esos problemas, de origen demográfico, se solucionan con más inmigrantes. Pero la cosa no es tan sencilla.
Sin entrar de momento en las cualificaciones profesionales de los inmigrantes y quedándonos simplemente con el número de ellos y su distribución por edades, las simulaciones que han realizado diferentes demógrafos llegan a parecidas conclusiones, que pueden resumirse así: las migraciones pueden ser un alivio para el envejecimiento, pero nunca una solución.
Los países europeos (los más envejecidos del planeta) no están gestionando bien las migraciones, con excesivas restricciones por un lado, y con una eficiencia deplorable, que provoca fracturas sociales de difícil arreglo, con unas tasas de paro que en el caso de los africanos en España ha llegado a superar el 50% de su población activa.
El verdadero problema no son los inmigrantes sino su difícil integración social
Si para las edades 20-64 años se calcula (2018) la proporción de afiliados a la Seguridad Social, para los españoles de origen fue del 67%, mientras que entre los magrebíes (Marruecos+Argelia) era del 43%.
El verdadero problema no son los inmigrantes sino su integración social. Integración que nunca es fácil, y no sólo por causa del racismo, sino también a causa de su baja cualificación profesional. Respecto a esta última variable, las diferencias entre españoles y extranjeros son notables. Por ejemplo, el 20% de los ocupados españoles son "Técnicos y profesionales científicos", mientras que ese porcentaje cae al 8,2% entre los extranjeros y al 3,5% entre los asiáticos y africanos (datos de la EPA. Tercer trimestre de 2019).
En el otro extremo, entre los incluidos en "Ocupaciones elementales", están clasificados dos tercios de los iberoamericanos, africanos y asiáticos, mientras que sólo el 10% de los ocupados españoles realiza ese tipo de labores.
En cuanto a las pensiones, es de esperar que el actual Ministro de la Seguridad Social empiece por implantar medidas que poco o nada tienen que ver con la inmigración, como es descargar a la Seguridad Social de gastos que no le corresponden, o corregir la legislación respecto a los fondos privados, pues hoy los resultados económicos para los suscriptores dejan mucho que desear: sólo 3 de los 335 fondos con 15 años de historia tuvieron -entre 2001 y 2016- una rentabilidad superior tanto a la de la Bolsa (el 5,24% en el Ibex) como a la de los bonos públicos a 15 años (5,27%). La media de esos 335 fondos de pensiones arrojó una rentabilidad del 2,03%. Además, las comisiones que cobran los bancos a los suscriptores de esos fondos son, a todas luces, abusivas.
Por otra parte, elementales cálculos financieros muestran al recién jubilado que le conviene cobrar todo el fondo de una vez, aunque tenga que devolver al Estado todo lo que éste le financió "animándole" a suscribir uno o varios fondos de pensiones.
Y no es menor el problema de que la jubilación en España sea prácticamente igual al retiro definitivo, a la inactividad. En efecto, sólo 117.000 personas de 65-69 años estaban ocupadas en 2016 y por encima de los 69 años sólo había 34.000 personas activas, lo cual no es de extrañar dadas las restricciones hoy existentes.