Opinión

Las lecciones de la 'burbuja puntocom' veinte años después

Hace dos décadas estalló la burbuja tecnológica por la falta de control de los mercados

Nadie hará una fiesta. No habrá pastel, ni regalos, ni tarjetas. Pero, recientemente, conmemoramos el vigésimo aniversario de la burbuja de las puntocom. Precisamente dos décadas después de uno de los episodios más eufóricos del capitalismo moderno, por fin tenemos suficiente perspectiva para empezar a aprender sus lecciones.

Con los mercados al-canzando nuevos máximos todo el tiempo, y con la tecnología más pujante que nunca, es importante recordar todo esto, porque de lo contrario podríamos enfrentarnos a un escenario muy parecido al que se planteó hace ahora dos décadas.

No había forma de sa-ber, cuando el Dow Jones llegó a 11.772 puntos en enero de 2000, que marcaba la cima de uno de los grandes mercados alcistas de todos los tiempos. Pero aunque el Nasdaq siguió subiendo durante un poco más de tiempo, a partir de ahí todo fue cuesta abajo para el principal índice mundial. La caída se extendió por todo el mundo y llevó años recuperarse. La fiesta había terminado.

Se ha demostrado que este 'boom' fue el catalizador de la revolución digital que vino después

La burbuja fue una época loca. Durante un par de años, un veinteañero cualquiera con panatalones chinos, una sudadera, y un amigo que manejara un navegador de Netscape (si es que alguien todavía se acuerda de ellos) podía recaudar unos cuantos millones en un par de días y duplicar el valor de su empresa un año después. El dinero se tiraba como si estuviera pasando de moda, y las fortunas se acuñaban en un abrir y cerrar de ojos. En retrospectiva no fue una gran sorpresa que todo terminara mal. Muchos de los negocios lanzados durante un par de años locos fueron endebles, insustanciales y mal gestionados, y el dinero se desperdició en una escala épica.

Y aún así, eso no significa que no haya valiosas lecciones que aprender de todo ello. Aquí hay tres que cada CEO e inversor debería tener en cuenta.

Primero, puede haber sido una burbuja, pero eso no significa que algo real no estuviera sucediendo. Hubo mucha locura, y algunas ideas genuinamente terribles que fueron salvajemente sobrevaloradas. Muchas compañías gigantes desperdiciaron decenas de millones tratando de comprar algo que no entendían. Pero la idea básica de que Internet era una pieza de tecnología enormemente significativa que cambiaría fundamentalmente la forma en que operaban casi todos los negocios, y de hecho la economía global, era absolutamente correcta. No sucedió como todos esperaban en ese momento, y tomó un poco más de tiempo de lo planeado originalmente. Pero la premisa era correcta. Fue un momento de oportunidad, y si no lo aprovechabas inmediatamente, desaparecía para siempre. Incluso si se cometieron muchos errores en el camino, los inversores tenían razón al buscar algo de espacio en el vagón.

Revulsivos como el que supone internet nunca evolucionan de modo pacífico y sin dejar bajas

En segundo lugar, los mercados de valores todavía importan. Han disminuido en importancia a medida a medida que los fondos de capital riesgo y capital privado se han vuelto mucho más importantes en los años transcurridos desde entonces. Pero durante un par de años, a finales de los años 90, el mercado de valores fue crucial en la creación del boom.

Arrojó grandes sumas de dinero a la gente sin que apenas se preguntara cómo se gastaría. Y al crear un flujo constante de nuevos millonarios, todos los cuales recibieron enormes cantidades de publicidad, inspiró a miles de personas a probar el lanzamiento de su propio negocio. Al financiar generosamente a cada treintañero con una idea incluso, los mercados de capital desataron un auge empresarial, con una enorme energía y mucha pasión, cuyo impacto aún se siente.

Por último, invertir a largo plazo. El mercado de valores se estrelló, pero está muy por delante de su pico del año 2000. Desde ese pico en enero de 2000, el Dow se ha disparado hasta cerca de los 30.000 y el Nasdaq, enfocado en la tecnología, lo ha hecho aún mejor.

Si hubieras sido lo suficientemente inteligente, podrías haber conseguido algunas gangas increíbles en medio de la crisis. Las acciones de un minorista emergente de Internet que todo el mundo decidió de repente que era demasiado arriesgado cayeron un 9%, a menos de 6 dólares, pero hoy las acciones de Amazon cotizan a 1.877 dólares. Apple bajó un 71% en ese año. Pero se recuperó y se convirtió en la mayor empresa del mundo.

Claro, hubo muchas compañías que nunca se recuperaron, y otras que se desvanecieron en la oscuridad (no mucha gente ha oído hablar de AOL, a pesar de que fue brevemente uno de los mayores ganadores del boom). Pero en general los inversores que compraron incluso en la cima del mercado lo han hecho fantásticamente bien. La paciencia importa más que cualquier otra cosa.

La burbuja de las puntocom se desquició. Ciertamente hubo mucha locura. El dinero era demasiado fácil de reunir, y había muy poco control de cómo se gastaba.

Sin embargo, las fortunas invertidas en la construcción de redes de Internet y telecomunicaciones, en el perfeccionamiento y desarrollo de navegadores, en la creación de la infraestructura para la venta y entrega de productos a través de Internet y en persuadirnos a todos de que llevemos nuestros teléfonos móviles todo el día, han transformado la economía mundial. Nada de eso iba a suceder fácilmente, y siempre iba a haber bajas en el camino.

Sin embargo, la verdad es que la burbuja fue un poderoso catalizador para el cambio. En muchos sentidos, ahora estamos viviendo en el mundo que creó, y es mejor así.

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