
PSOE y Podemos desvelan por fin el programa de su futuro Gobierno de coalición. El camino hacia ese Ejecutivo se antoja ya allanado, ante la previsible abstención de ERC en la investidura de Pedro Sánchez. Por ello Sánchez y Pablo Iglesias desarrollan lo que hasta ahora era sólo un preacuerdo y lo hacen confirmando el escenario más negativo desde el punto de vista económico.
Basta leer el apartado 2.9 para convencerse de que se materializa una medida tan extrema como intervenir el mercado del alquiler residencial "con todas las medidas necesarias". De nada sirvieron las advertencias sobre el modo en que los límites a los precios retraen la oferta y ahuyentan las inversiones en el sector inmobiliario. También sobrepasan los límites hasta ahora previstos las acciones sobre la reforma laboral de 2012. Su columna vertebral queda rota a través de una involución que volverá a dar primacía a los convenios sectoriales sobre los de empresa, recupera la ultraactividad de los acuerdos salariales y anula el despido por absentismo debido a la acumulación de bajas médicas, pese a estar avalado judicialmente. Habrá así menos flexibilidad para las empresas y más costes, ya que se confirma el alza del salario mínimo a 1.200 euros.
La suma de intervencionismo, alzas fiscales e involución en el mercado laboral minará el empleo y la inversión
La reforma de pensiones de 2013 también se sacrifica y, pese a la difícil situación de la Seguridad Social, elimina el factor de sostenibilidad y el índice de revalorización según la evolución del PIB. De nada sirve que el pacto PSOE-Podemos reafirme el respeto a los objetivos de estabilidad de la UE. La reducción del déficit se basará en elevar los impuestos a empresas y rentas altas. La suma de todas estas medidas no podía dibujar un escenario peor para la inversión y la creación de empleo.