Opinión

Diálogo y más diálogo

Garamendi reclama más diálogo

La Navidad siempre es un buen momento para mirar atrás y sacar conclusiones. También para poner la vista en el año que entra y marcarse nuevos objetivos. Si hacemos ese ejercicio, el año 2019 nos deja la sensación de haber perdido una gran oportunidad.

La parálisis política ha dejado para mañana lo que podíamos haber hecho hoy, que no es otra cosa que la puesta en marcha de un proceso reformista para reforzar el crecimiento potencial de la economía mediante la innovación, la formación y una política fiscal competitiva en un contexto de desaceleración económica.

Recordar que la Unión Europea sigue llamando al orden para reducir el actual déficit estructural y los niveles de deuda pública, y que, cualquier caso, son objetivos que responden a la ortodoxia económica y la necesidad de blindar la confianza-país.

Sin embargo, una vez realizado este diagnóstico, lo que hay que hacer es ponerse manos a la obra para entre todos lograr dar los pasos necesarios y conseguir que el balance que hagamos dentro de un año sea completamente diferente, mucho más positivo. Eso es lo que en los ámbitos económicos y políticos, y en los medios de comunicación, llamamos formalmente los retos de futuro.

Todo depende de que seamos capaces de formar en España un Gobierno estable y moderado, que sea capaz de sacar adelante las medidas necesarias para, ahora sí, encauzar las cuentas públicas, de forma que podamos sobrellevar cualquier shock económico que pueda salir al paso.

El próximo Gobierno debe ser capaz de sacar adelante medidas para encauzar las cuentas públicas

También para tener el margen presupuestario suficiente para llevar a cabo las políticas económicas que nos propongamos, empezando por solucionar el actual problema del sistema público de pensiones o ampliar los recursos públicos destinados a inversión productiva o I+D+i.

El reto es importante y debe implicar a todos. Es preciso decirlo alto y claro. Con la disciplina fiscal como punto de partida, el año 2020 va a exigir mucho diálogo por parte de todos, y muchas dosis de entendimiento para contrarrestar la desaceleración poner las bases de un crecimiento más duradero y robusto.

En este sentido, los empresarios seguimos defendiendo que no hay nada más valioso en este momento que el diálogo social entre empresarios y trabajadores. Un activo que nos ha permitido en el pasado alcanzar acuerdos estables, equilibrados y garantes de una paz social de la que nos sentimos orgullosas las partes.

No hay nada más valioso que el diálogo social entre empresarios y trabajadores

Los que nos sentamos en esas mesas bilaterales de negociación hemos demostrado en muchas ocasiones que somos capaces de pactar cuestiones tan importantes como los salarios, las jornadas laborales o la protección social. Lo que hace falta es que se nos escuche y se respete este diálogo como paso previo a la labor de legislar.

Si partimos de consensos entre los interlocutores sociales, después será más fácil alcanzarlos en el Parlamento.

A la hora de negociar, hay que mirar al frente en dos velocidades. En el corto plazo, para pactar aquellos temas que requieren una pronta resolución, como son el debate sobre la subida del salario mínimo interprofesional.

Pero España necesita también mirar al medio y largo plazo con ambición para hablar como si de una urgencia se tratara de formación, innovación, digitalización, sostenibilidad, fiscalidad, unidad de mercado o de internacionalización.

Los empresarios estamos en los mercados globales y sabemos que la forma de salvaguardar nuestro bienestar en un entorno tan interconectado es ser competitivos para que las empresas sean prósperas, crezcan y puedan ser generadoras de empleo de calidad. Pues bien, todos estos temas confluyen en esa necesaria ganancia de ventaja competitiva.

Ello requiere que nos tomemos en serio la necesidad de adaptar las capacitaciones de los desempleados y de aquellos que están en activo a las nuevas necesidades de una economía cada vez más expuesta al devenir tecnológico. Por eso nos ofrecemos para compartir la gobernanza de la formación, para poner sobre la mesa las necesidades de las empresas en materia de empleo en estos nuevos tiempos.

Con empleados mejor formados y con una mayor adaptación de las empresas a la innovación y la digitalización, de la mano de mayores niveles de inversión en estos campos -debería pasar del 1,4 por ciento del PIB al 3 por ciento-, podemos lograr que la economía gane en productividad y competitividad. En resumen, que ganemos todos.

En CEOE nos hemos propuesto avanzar en estas cuestiones, como también en aspectos básicos de toda organización adaptada a los tiempos como es el de la igualdad de oportunidades, lejos de los sesgos de género.

Porque si apostamos por los mejores, con independencia de si son mujeres y hombres, también estaremos avanzando en competitividad.

Por ejemplo, CEOE lleva tiempo defendiendo el impulso de la formación profesional dual como medio para dar empleo, especialmente a los jóvenes, directamente en aquellos puestos que demandan las empresas a partir de la enseñanza técnico-práctica.

Además, este año que viene desarrollaremos la séptima edición del programa Promociona, por el que han pasado ya más de 600 directivas, que les permite progresar hacia los puestos de dirección de las empresas. Hasta ahora, este objetivo se ha logrado en casi la mitad de las participantes.

Sin embargo, nada de esto será posible si no nos convencemos de que avanzar no se puede conseguir a cualquier precio, si no tomando la senda de la sostenibilidad. Por eso, CEOE se ha propuesto liderar a las empresas en el camino hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

Somos conscientes del papel que pueden y deben jugar las empresas en estos momentos de cara a tejer alianzas en el cumplimiento de estos objetivos, lo que constituye de hecho el ODS número 17.

Queremos que las empresas que se embarquen en esta aventura puedan hacerlo sin problemas y queremos remar en esa dirección abriendo camino con el ejemplo y aportando soluciones a aquellas que no sepan cómo abordar este reto.

Si contamos pronto con un Gobierno estable, sensible a todas estas necesidades y que cuente con la opinión de los empresarios como aliado para lograrlo, no hay duda de que cada año el balance que hagamos será mejor y podremos decir que superamos el nuevo envite económico de la desaceleración saliendo reforzados y preparados para ganar el futuro.

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