
Los pasteles de carne picada y las galletas ya están a la venta a principios de octubre. Las luces se encienden antes de que las hojas hayan caído de los árboles. Estamos todos canturreando Cuento de hadas de Nueva York a mediados de noviembre y con el Black Friday arranca una orgía de compras antes de que diciembre haya comenzado. Muchos de nosotros notamos que la Navidad se adelanta cada año.
Mucha gente se queja de cómo lo que se supone que es una fiesta religiosa, o al menos un tiempo para la familia y el descanso, se ha convertido en dos meses de consumismo desenfrenado. Pero tal vez el verdadero problema con la Navidad es que no es lo suficientemente comercial. ¿Por qué? El comercio tradicional necesita toda la ayuda que pueda obtener ahora mismo; las empresas necesitan algo para rescatarlas de una recesión; y una economía basada en servicios y experiencias necesita una serie constante de eventos para alimentarse. Santa y los elfos son más necesarios que nunca.
El comercio tradicional necesita convencer a un cliente que ya solo compra 'online'
Puede que no pase mucho tiempo antes de que el centro de las grandes ciudades sólo tenga un par de tiendas y una cafetería, en medio de filas de tiendas tapiadas con letreros de Se vende maltratados y abandonados. El comercio tradicional necesita encontrar una razón convincente por la que deberíamos colgar nuestros teléfonos y tabletas y salir a comprar algo en una tienda en lugar de pedirlo en línea. ¿Qué puede ser más persuasivo que un montón de luces parpadeantes en los árboles, un puesto de venta de vino caliente y algunos elfos repartiendo pasteles de carne picada alrededor de una gruta? Puede que sea un cliché, pero también es divertido y edificante, y trae a la gente de vuelta, y los lleva de nuevo a las tiendas y restaurantes.
A continuación, y este año más que nunca, la economía necesita algo que la saque de la recesión. Nuestro tedioso debate sobre cómo abandonar la Unión Europea ha acabado con las inversiones y ha destruido la confianza de las empresas. Sin embargo, las inminentes elecciones, que pueden resultar completamente inútiles, e incluso podrían ir seguida de más referendos, no servirán de nada. La evidencia está presente en todas las encuestas, y aunque el Reino Unido ha logrado evitar la contracción durante dos trimestres consecutivos, la definición técnica de una recesión, va a tener dificultades para registrar cualquier crecimiento este año o el próximo. Una Navidad hipercomercializada podría ser la única manera de conseguirlo.
Reclamos como el 'Black Friday' resultan vitales para elevar las ventas y salvar el año
Por último, y quizás lo más importante, la economía ha cambiado fundamentalmente en las últimas dos décadas. Hemos pasado de un modelo basado en fabricar cosas a otro basado en servicios y experiencias. Las fábricas han sido reemplazadas por multicines y parques temáticos. Los minoristas se están ramificando en organizar eventos, reuniones y demostraciones en lugar de limitarse a vender cosas. El ocio es una parte cada vez mayor del gasto total cada año que pasa, y el número de puestos de trabajo que crea sigue creciendo. Pero una economía basada en la experiencia necesita toda una serie de acontecimientos para impulsarla.
El día de San Valentín, Semana Santa, las vacaciones de verano, los festivales de música, y ahora el Black Friday y el Cybermonday, todos ayudan. Nada más tiene el mismo poder para impulsar el gasto.
Por supuesto, la comercialización de esta época puede ser lamentable desde un punto de vista religioso o espiritual. Y sin embargo, la verdad es que la economía necesita ese impulso más que nunca. ¿Demasiado pronto? Si todos queremos tener un próspero Año Nuevo -como dice en esas tarjetas de felicitación que alguien intentó venderle en agosto-, entonces todo el tinglado debería haber comenzado a principios de septiembre.
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