Opinión

Quim Torra, el 'mártir' de unas elecciones anticipadas

Quim Torra, presidente de la Generalitat de Cataluña

La situación política y social de Cataluña se consolida en el caos. Tras la sentencia del juicio sobre el golpe de Estado que la Generalitat dio en el otoño 2017, en este otoño 2019 se ha fortalecido la vertiente insurreccional y violenta del separatismo.

Ante la impunidad total por desaparición de las policías de la Generalitat y del Gobierno de España, los llamados CDR y ANC han mostrado potencia para controlar el territorio, y ser capaces -cuando les dejan- de hacer lo que les peta. Para el común de los catalanes esta capacidad de destrucción de los CDR y demás ha sido un chasco, otra sorpresa muy negativa, que atestigua que detrás del procés hay una absoluta estructura organizativa.

Por otra parte, es relevante que en las encuestas se vaya reduciendo el número de quienes desean la independencia de Cataluña. Tras el fracaso del desfile del 11-S, en octubre 2019 son un 44,0 por ciento frente al 48,3 por ciento de constitucionalistas. Aunque, de convocarse otras elecciones autonómicas catalanas, el sistema electoral español y catalán -que sobrerepresenta las zonas rurales e infrarepresenta a las zonas urbanas dónde se concentra la población y los constitucionalistas- daría otra vez que, con menos votos que los constitucionalistas, los separatistas obtuvieran mayoría de escaños en el parlamento regional. Podrán seguir campando a sus anchas.

Nadie quiere unas elecciones catalanas anticipadas. No las quiere la coalición de separatistas y anarco-comunistas que ostentan la mayoría, por el riesgo de perderla. No las quieren C's ni PPC por miedo escénico y porque intuyen que, aunque hubiese una fuerte participación y ganasen en votos, perderían en escaños, como siempre. El PSC no sabe si está con esto(s) o con lo(s) otro(s). De modo que es el único partido al que interesan unas elecciones catalanas. Los socialistas son también quienes más pugnan -con las mejores intenciones o con las peores- por el entendimiento con los golpistas, que dejarían de ser tales.

La situación hace que cada vez esté más cerca el día en que Seat anuncie su marcha de la región

¿Se anticiparán las elecciones catalanas? La decisión depende del presidente de la Generalitat. Malquerido por todos, Torra no las convocaría. Pero si, a resultas de su desobediencia sobre los lazos amarillos en campaña electoral, fuera a ser inhabilitado en 2020, podría anticiparlas para ser el candidato mártir. ¡A saber el resultado de unas elecciones catalanas! Pero cabe que alcanzaran mayoría de escaños ERC, PSC, En Comú Podem y el partido catalanista no separatista ahora en formación.

La democracia española debe prepararse para pagar el precio creciente del desafío independentista, que hasta ahora ha rehusado pagar, cronificando la rebelión de varios partidos y de un gobierno regional. Sin duda, las fuerzas separatistas ya son menguantes. Pero entre ellas se está consolidando un núcleo duro violento. En cambio, entre las fuerzas separatistas no aparece una opción de entendimiento con el resto mayoritario de catalanes constitucionalistas.

¿Volver a hacerlo o pasar página? Esta disyuntiva independentista dura ya dos años y por ahora predomina la opción caos y barbarie frente a la opción concordia, que hoy por hoy no existe, que ningún separatista avizorara, por extraño que parezca. Desgraciadamente, la contumacia es una característica del radicalismo. La contumacia se exacerba en la impunidad. Más aún, la contumacia se excita cuando detrás tiene un gobierno regional autoritario y ajeno al Estado de derecho. La contumacia es rentable para los separatistas mientras el gobierno de España -que ejerce la única soberanía y que garantiza el Estado de derecho y la integridad de España- siga prefiriendo procrastinar, mirar para otro lado, formar gobernar gracias a los separatistas y que otro pague el precio creciente del desafío separatista.

Desafortunadamente, de las elecciones españolas del 10 de octubre resulta una composición del Congreso de los Diputados de la que probablemente emane un gobierno que exacerbará el desafío de los separatistas. El incentivo para los separatistas es claro: podemos volver a hacerlo, sacaremos mayor rédito de la rebelión que de la concordia.

En esta tesitura, la perspectiva de España es una honda confrontación a sus instituciones clave y su desintegración. Si este horizonte fuera a avivarse por dificultades económicas relevantes, el cóctel estaría servido. Entonces, un torbellino arrasaría la que fuera la mejor época de la historia contemporánea de España. Una tormenta perfecta puede llevarse por delante la democracia, la calidad de vida y el entendimiento de los españoles.

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