Opinión

Reino Unido: el peligro de un adelanto electoral

Manifestante frente al Parlamento británico

Aranceles sobre las exportaciones. Alguna interrupción en las cadenas de suministro. Una buena cantidad de papeleo adicional. Acceso un poco más complicado al mercado único y más formularios que rellenar cuando se contrata personal del extranjero. En los últimos tres años, e incluso más histéricamente en las últimas tres semanas, las empresas advierten de las terribles consecuencias de abandonar la UE, especialmente sin llegar a un acuerdo. Pero esperen. Se avecina una amenaza mucho más dramática si se adelantan las elecciones. Hay riesgo de que surja un Gobierno radical de Jeremy Corbyn que pretende un cambio fundamental en la propiedad y la gestión de las empresas y el ataque más sostenido a la riqueza privada que el Reino Unido presenció nunca. Nos convertiríamos en una Venezuela un poco más lluviosa que la original. Las empresas deben empezar a preocuparse menos por el Brexit y a advertir más sobre los daños de la Corbynomics, antes de que sea demasiado tarde.

La llegada de Corbyn al Gobierno convertiría al país en una Venezuela más lluviosa

Nadie tiene ni idea de cómo se conducirá la política del Reino Unido en los próximos dos meses a medida que se acerque la fecha límite para salir de la UE. Es posible que por fin consigamos un acuerdo que se pueda imponer en el Parlamento, que nos quedemos sin él o que una administración provisional revoque el artículo 50. Cualquier cosa puede pasar. Sin embargo, un resultado parece seguro. Tanto si se trata de Boris Johnson como de un primer ministro interino, tendrán que celebrarse elecciones. Un Parlamento quebrantado no puede durar mucho más tiempo. ¿Quién ganará? Con los conservadores, los laboristas, los demócratas liberales y el partido Brexit ganando muchos votos, un sistema de mayoría absoluta podría arrojar casi cualquier resultado. Incluso sin mucho apoyo popular, Corbyn podría instalarse en el Número 10 a finales de año.

No hay duda de que tanto Corbyn como su canciller en la sombra, John McDonnell, tienen la intención de reformar radicalmente la forma en que funciona la economía. Ya tienen planes detallados para hacer que esto ocurra. Su propuesta de la llamada democracia obrera equivaldría a la confiscación de acciones por valor de 300.000 millones de libras en 7.000 em-presas para repartirlas entre los empleados, según un análisis del bufete de abogados Clifford Chance. Sería una de las mayores ex-propiaciones de activos privados jamás realizadas en una economía desarrollada. Y eso podría ser solo el comienzo. Planea un am-plio programa de renacionalización, sin siquiera molestarse en pagar una compensación completa. McDonnell busca un esquema de derecho a comprar que les daría a los inquilinos privados la opción de comprar la casa o apartamento que alquilan y ni siquiera necesariamente al valor de mercado, lo que podría acabar con la riqueza de cientos de miles de pequeños propietarios. El impuesto de sociedades se incrementaría al 26 por ciento frente al tipo actual del 19 precisamente en el momento en que todas las demás economías importantes, incluidas Francia y Alemania, lo bajarían. Es posible también que se impongan topes a los sueldos de los altos ejecutivos. Las empresas se enfrentarían a la amenaza de ser penalizadas si no cumplen los objetivos medioambientales. El gasto público se dispararía. Contra todo esto, el Brexit sería el menor de los problemas de todos.

Abandonar la UE perjudicará al Reino Unido pero un triunfo electoral de los laboristas hundirá la economía

Esos planes resultarían catastróficos de tantas maneras diferentes que a veces resulta difícil incluso para los críticos más diligentes del Partido Laborista seguirles la pista a todos ellos. Pero hay tres puntos de partida importantes.

En primer lugar, el Partido Laborista ha renunciado a los derechos de propiedad. Se puede discutir sobre la línea divisoria correcta entre el Estado y el sector privado. Las opiniones pueden diferir legítimamente sobre qué partes de la economía están mejor gestionadas por los burócratas y cuáles por los empresarios. Dicho esto, es sin duda crucial que se respeten los derechos de propiedad. Si los activos deben ser puestos bajo el control del Estado, sus propietarios deben ser compensados. Los anteriores gobiernos laboristas al menos respetaron ese principio incluso cuando nacionalizaron industrias enteras. Este no lo hará. Y sin embargo, una vez que se suprime el concepto de propiedad privada, nada es seguro. Y no hay ningún incentivo para ser dueño de nada, o para mantener cualquier activo. En efecto, ya no tendremos una economía libre.

A continuación, se propone sustituir el mercado por el control estatal. Esto es lo más evidente en el caso de la nacionalización. Pero no termina ahí. Las acciones que quieren expropiar serán administradas por el Estado, y también influirá en el reparto de dividendos (si es que quedan después de que se impongan estas políticas a las empresas).

Los sectores cruciales, como la vivienda, se comprarán bajo un control estatal efectivo. En realidad, habremos pasado a una economía planificada, y todos sabemos lo bien que han funcionado en el pasado.

Por último, convertirá al Reino Unido en una economía cerrada. Nadie puede esperar que un inversor extranjero apueste por un país dirigido por Corbyn y McDonnell. Dejar la UE es una cuestión. Incluso el aumento del impuesto de sociedades puede no ser paralizante, aunque no cabe duda de que perjudicará gravemente a la inversión extranjera (un tipo impositivo relativamente bajo ha sido una de las principales ventajas competitivas del Reino Unido en los últimos años). Pero los ataques a la propiedad privada y la abolición del mercado libre que funcionan son otra cosa. Nadie querrá guardar dinero en un país donde pueda ser confiscado en cualquier momento. No se sorprenda si ve que los controles de divisas y de cambio se introducen muy rápidamente. Argentina acaba de imponerlos de la noche a la mañana, y el Reino Unido podría tener que hacer lo mismo. No se pueden aplicar las políticas del Partido Laborista en una economía abierta, o se abandonan o se levanta un muro.

Sin duda, abandonar la UE puede perjudicar a la economía. Podríamos averiguarlo en las próximas semanas. Y sin embargo, dejando de lado a los fanáticos de ambos lados de la discusión, la mayoría de la gente probablemente esté de acuerdo en que la pertenencia a un bloque comercial grande, pero no muy exitoso, difícilmente es crítica para la economía de una forma u otra. Es probable que se produzcan algunas interrupciones a corto plazo: los daños a largo plazo son mucho menores. Por el contrario, un régimen Corbyn-McDonnell causaría estragos.

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