
El FMI en su informe Las Américas: Perspectivas económicas para América Latina y el Caribe, una recuperación dispareja, consideraba que en medio de un agravamiento de las tensiones comerciales, unas condiciones financieras más restrictivas y volatilidad en los mercados, la recuperación en América Latina se había moderado y se había tornado más "dispareja", creando una amplia dispersión de los niveles de ingreso entre los países. Pronosticaba que la región tendría un crecimiento en 2019 del 1,4 por ciento (seis décimas menos respecto al pronóstico de WEO, representando un mínimo repunte de cuatro décimas frente a 2018 que creció un 1 por ciento. No obstante, las perspectivas, mostraban cautela dado el "moderado" desempeño de Brasil y México, pero más cautelosas aún se mostraban por el comportamiento de Argentina y su recuperación para 2020.
Más recientemente, en la actualización del informe: Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, julio 2019), las previsiones de crecimiento las revisa a la baja y prevé que será de un exiguo 0,6 por ciento (ocho décimas menos respecto a las pronosticadas por WEO, abril 2019) siendo la tasa más baja desde 2016. Así que América Latina sigue avanzando, pero lentamente, y acusando el fuerte impacto que le supone Venezuela cuya economía tendrá un retroceso del 35 por ciento, y ahora además, se le une el previsible decrecimiento de la tercera economía de la región: Argentina.
Según el WEO, los indicadores de la economía argentina eran poco alentadores, trasmisores de una contenida inestabilidad. Argentina se había desplomado durante el primer semestre en relación a 2018, registrando una contracción del -1,3 por ciento, con un descenso del consumo interno y la inversión privada, con caídas del 4,8 por ciento y el 17,5 por ciento. La inflación se pronosticaba que cerraría a finales de año en torno al 40 por ciento.
Para 2020 se prevé un crecimiento del 1,1 por ciento, favorecido por el impulso de la expansión de la economía brasileña. Aunque continuaría afrontando dificultades como una alta inflación, vencimientos de deuda y presión cambiaria. La clave para el informe, es que la renta disponible de las familias crezca y el sector agrícola se recupere del golpe de la sequía que sufrió en 2018. Asimismo se espera un déficit por cuenta corriente del 2 por ciento para 2019, que se profundizara hasta un 2,5 por ciento en 2020. Los riesgos a la baja siguen siendo considerables, y su materialización podría llevar a un cambio en las preferencias de los inversores en contra de de los activos en pesos y presionar la moneda. Por su importancia, conviene resaltar que la situación de Argentina (como Brasil) se encuentra muy expuesta a la evolución de los precios de las materias primas, cuyas fluctuaciones le afecta considerablemente.
Pero esta previsiones han quedado drásticamente borradas tras los acontecimientos registrados como consecuencia de las elecciones primarias (PASO) celebradas el domingo 11 de agosto de 2019, donde logró una amplia victoria el candidato peronista del "Frente de Todos"; Alberto Fernández, con el 47,65 por ciento de los votos, frente al presidente Mauricio Macri que obtuvo el 32,08 por ciento. El día siguiente, lunes 12 de agosto, resultó "negrísimo". Los mercados claramente no compartían los resultados. Una muestra de ello lo reflejan los CDS (Credit Default Swap) que indicaban un 75 por ciento de probabilidades de quiebra de Argentina en los próximos cinco años subiendo más del 100 por ciento, pasando por tanto de 1.000 puntos básicos a más de 2.000, niveles impensables para otros países como Brasil o México. El peso se devaluó un 25 por ciento frente al dólar, pese a una subida de los tipos de interés hasta el 74 por ciento, y los valores bursátiles cayeron hasta un 60 por ciento (la sesión cerró con una caída del 37,9 por ciento). Los mercados argentinos no registraban una caída similar desde la crisis económica de finales de 2001.
El Gobierno se olvidó de la situación social y la extrema pobreza que ha resurgido
Decía en mis anteriores artículos antes (8-05-18) e inmediatamente después (11-09-2018) del otorgamiento del préstamo del FMI: "Lo que está pasando en el laberinto de la economía argentina es algo que aún no es posible contestar con precisión". Nunca lo ha sido. Este contexto hace que el laberinto sea "cortoplacista" y se apague, o por el contrario, resurja con más fuerza y se extienda hacia una crisis más profunda, que haga inviable la entrada de capitales. Entonces, hará falta una mayor depreciación del tipo de cambio y una mayor corrección fiscal, que por otra parte haría peligrar la agenda de reformas estructurales. Por tanto, si la restricción presupuestaria de la economía argentina es el déficit por cuenta corriente, ¿estará el resto del mundo dispuesto a financiarlo?
Tras las elecciones, parece que el mundo no está dispuesto a financiarlo. Y lo peor es el nerviosismo y la incertidumbre, empuja hacia un colapso del peso porque los inversores prefieren vender los activos con pérdidas a cambio de lograr liquidez, lo que explica el desplome de los bonos. Y es que permanece muy viva en la memoria la crisis de deuda de 2001-2002. Los mercados no desean que se repita, confiemos que el muy probable Gobierno de Alberto Fernández, tampoco a tenor de sus palabras tras su triunfo. "Creo que los argentinos entendieron el mensaje, entendieron la voluntad, la vocación y el compromiso que proponíamos. Hemos dado un primer paso y creo que ha sido importante. Los mercados reaccionan mal cuando se dan cuenta de que fueron estafados. El Gobierno los condujo a este estado de cosas con los bonos que emitieron, la crisis de la deuda. Nosotros debemos honrar los compromisos asumidos, pero eso no lo podemos hacer a costa del sacrificio de los que trabajan y de los jubilados. Además, para pagar, la economía tiene que crecer, que es lo que el gobierno se olvidó de hacer". También se olvidó de la situación social y la extrema pobreza que ha resurgido con fuerza, así que estará bien visto por la población más desfavorecida, es decir, al menos un cuarenta por ciento de los argentinos, que aumente el gasto público social.
Lo peor será el malestar y la inestabilidad hasta las elecciones presidenciales
La cuestión es que se estará ante una situación similar a la sufrida durante la crisis del corralito y esto sin incluir el ¿impagable? crédito de 57.000 millones de dólares que adeuda al FMI. Alberto Fernández declaró que no está considerando incumplir las obligaciones de Argentina, pero cree que Macri permitió que los niveles de deuda a corto plazo aumentaran a niveles insostenibles. Por lo tanto, ha sugerido que el modelo económico del país debe cambiar para conseguir una mayor industrialización y poder atraer capital extranjero estable. Aunque esto puede parecer prometedor, el hecho de que aún no ha clarificado sus políticas económicas, mantendrá a los mercados al límite y posiblemente verá que las ventas masivas continuarán, pero con altibajos.
Sin embargo, lo peor es el malestar y la inestabilidad que reinará hasta las elecciones presidenciales del 27 de octubre. Y más aún, si se confirma la victoria de Alberto Fernández, habrá que esperar hasta el traspaso de poderes que se realizará el 10 de diciembre, lo que significa un tiempo de incertidumbre, lo opuesto a lo que los inversores desean y los mercados premian. Demasiado tiempo para un país muy expuesto a todos los riesgos, incluidos los políticos.