
La economía es como un mar en calma, en el que con frecuencia una tormenta acaba con la falsa impresión de tranquilidad. Es lo que ocurrió esta semana después de que Trump anunciara un incremento del 10% de los aranceles a las importaciones chinas por 300.000 millones de dólares.
Los grandes perjudicados son la electrónica de consumo (móviles, consolas, ordenadores portátiles, etc) y los juguetes. En la práctica, todos los productos provenientes del gigante asiático serán gravados en las aduanas de EEUU. Anteriormente había anunciado sanciones por otros 250.000 millones, con lo que alcanzan ya al total de importaciones anuales de China (540.000 millones).
El secretario de Estado de Comercio, Robert Lighthizer; el del Tesoro, Steven Mnuchin; el jefe de la Oficina Económica de la Casa Blanca, Lawrence Kudlow, y el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, están en contra de la decisión. Los productos de empresas como Apple, que fabrican en el gigante asiático, se encarecerán, ó los de las jugueteras Hasbro y Mattel, los dos grandes colosos del sector. Estados Unidos puede ser el gran perjudicado.
Sólo el asesor personal de la Casa Blanca, Peter Navarro, se manifestó a favor. Pero a Trump le da igual. Dos tercios del voto republicano es partidario de incrementar gravámenes a los chinos. Además, acusó a Pekín en sus twit de incumplir la promesa de comprar grandes cantidades de productos agrícolas producidos por sus votantes de Medio Oeste, que le dieron la victoria electoral. Los comicios de 2020 se celebrarán en poco más de un año.
Las sanciones se anunciaron poco después de que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, decepcionara a los mercados con una raquítica bajada de los tipos de interés, a la que siguió la amenaza de no volver a reducirlos durante este año.Si China responde con represalias, puede provocar una escalada que acabe en guerra mundial
Trump reprendió en un twit a Powell, para que continúe con los recortes de las tasas de interés, violando las más elementales reglas de independencia de funcionamiento de un banco central. Las palabras de Powell encarecieron el dólar, lo que representa un freno para las exportaciones hacia otras partes del mundo. Una tendencia que el propio Trump agravó este jueves con el anuncio de nuevos aranceles.
Se puede decir, sin riesgo a equivocarse, que Trump sabe poco de economía. Sus medidas buscan un efecto electoral, porque no sólo fortalecen el dólar, además incrementan el déficit comercial y son un obstáculo para el crecimiento americano. Eso sí, la economía de EEUU avanza a tasas del 3% y está en pleno empleo, por eso actúa sin prevención. Los últimos datos de empleo conocidos el viernes confirman esta tendencia, lo que aleja un abaratamiento del precio del dinero.
En la otra cara de la moneda, el PIB europeo en tasa anual se frenó al 1,3% en el último trimestre, mientras en China, se acerca peligrosamente al 6,5%. Un umbral que los expertos consideran crítico, porque su pérdida provocaría una estampida de las inversiones y una caída a plomo de la divisa, ya muy debilitada. El problema, como dijo Powell en su discurso, lo tienen los demás, no Estados Unidos.
El riesgo es que una marejada en un mar en calma, pueda transformarse en un tsunami devastador, que acabe con el periodo de expansión de más de una década de la economía internacional. Wall Street perdió el viernes los soportes de sus principales índices, unos días después de que lo hiciera Europa, lo que augura una corrección bursátil aún mayor en espera de que mejoren los acontecimientos.
Hay que estar pendientes de la reacción de China. El Ministerio de Comercio emitió un comunicado en el que asegura que "tendrá que tomar las contramedidas necesarias para salvaguardar los intereses legítimos". "Estados Unidos sufrirá las consecuencias", concluye el texto.
Entre las medidas que se barajan, está la inclusión de organismos y empresas estadounidenses, en la lista de sociedades extranjeras "no fiables", que el Gobierno de Pekín creó tras el veto a Huawei.
Si Pekín toma represalias hacia los productos americanos, que se venden en su suelo patrio, podría provocar una guerra comercial. La quinta parte de los Iphone y otros productos de Apple son consumidos entre Hong Kong y la china continental. El imperio de la manzana puede recibir una bofetada
Los negociadores chino-americanos mantienen, de momento, el calendario de reuniones previsto para comienzos de septiembre y el propio Trump dijo en su twit que del resultado de esta cita, dependerá que se supriman los aranceles o que se incrementen aún más. El presidente americano se mostró templado esta vez con Huawei, de la que dijo que había que vigilar sus compras de tecnología, pero no vetó la venta de sus móviles y otros aparatos. En definitiva, dejó la puerta abierta a que su decisión pueda revertirse a comienzos de septiembre.
Pero no nos engañemos, las perspectivas de acabar con las tensiones comerciales, uno de los grandes obstáculos señalados por todos los organismos internacionales en sus informes de coyuntura, son escasas hasta después de las elecciones americanas del año que viene.
Europa está también en la diana de Trump, ya que Bruselas tampoco cumplió con sus promesas de incrementar las compras de productos agrícolas americanos y reducir las subvenciones de la PAC ó los aranceles a los automóviles Made in USA. Por eso, este viernes se apresuró a firmar un compromiso para incrementar su adquisición.
Arbizu y Béjar son las dos cabezas de turco que utilizará el BBVA para eludir su responsabilidad
En España, el crecimiento flojeó en el último trimestre (0,5 frente a 0,7% del trimestre anterior), debido a la desaceleración de la demanda interna, que se compensó parcialmente con un aumento del comercio exterior. Es decir, que la actividad española sería muy vulnerable a un conflicto comercial. Y más en ausencia de un Gobierno estable.
La llegada de Boris Johnson al número 10 de Downing Street vuelve a poner en duda la posibilidad de alcanzar un divorcio amistoso con Europa, lo que dañaría aún más el comercio y la actividad. La mezcla de acontecimientos y de amenazas augura un otoño caliente. Vuelven las incertidumbres globales. Y no olviden que el devenir de la economía española depende más de los vaivenes internacionales, que de la política del Gobierno español.
PD.-El juez de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, imputó al BBVA, como auguró elEconomista. La parsimonia con la que el equipo de Carlos Torres gestiona el informe forensic encargado hace más de un año para indagar sobre las presuntas escuchas ilegales encargadas a Vilarejo, colmó la paciencia tanto de la Fiscalía como del Magistrado. Un duro golpe para la reputación de la entidad financiera, como reconoció su consejero delegado, Onur Genç, en la última presentación de resultados.
Sorprende que el ex presidente Francisco González salga a decir que se enteró por la prensa. ¿No conocía que los detectives utilizados por el banco para perseguir a morosos estaban contratados a Villarejo? Entonces, deberían haberlo echado mucho antes.
El juez ya no sólo acusa a BBVA del delito de revelación de secreto por las presuntas escuchas ilegales, también del de cohecho por la contratación de un funcionario público, el ex comisario Villarejo.
Las manifestaciones de González coinciden con el despido del responsable en cargado del control de la gestión, Eduardo Arbizu. Ya saben a quiénes quiere cargarle el mochuelo la entidad financiera, además de a Antonio Béjar, el presidente de Distrito Castellana Norte (DCN), que fue cesado poco antes de que el Ayuntamiento de Madrid aprobara el proyecto.
Pero ¿es creíble que Arbizu o Béjar, dos antiguos hombres de confianza del presidente que luego dejó en la estacada, conocieran los contratos con Cenyt y González no se enterara? Creo que no.
Béjar pedirá en los próximos días su reingreso en el BBVA. Será interesante ver si lo readmite ó lo deja en la calle.
Es evidente que el banco utilizará a Arbizu y a Béjar para intentar eludir sus responsabilidad, en lugar de a Julio Corrochano, el responsable de Seguridad que firmó los contratos, quien el parecer sigue siendo de máxima confianzas de González porque es su tabla de salvación.