Opinión

Incertidumbre que lastra el PIB

El PIB de España creció en el segundo trimestre un 0,5 por ciento, su ritmo más lento de los últimos cinco años. Se trata de una desaceleración llamativa en un periodo en el que, este año, coincidieron factores que impulsan la actividad como una Semana Santa tardía y el inicio de la temporada de verano. Sin duda, influyen factores exógenos.

Entre abril y junio, pasados la guerra comercial entre China y EEUU, alcanzó una intensidad sin precedentes y el comercio exterior de la eurozona se vio lastrado. De hecho, otras grandes economías como la francesa se encuentran prácticamente estancadas. Ahora bien, el análisis de los datos de la contabilidad nacional española muestra cómo, más allá del difícil contexto internacional, actúan también factores internos de calado. En particular, el consumo de los hogares se halla casi paralizado (sólo avanza tres décimas en escala intertrimestral), mientras que la inversión empresarial está ya en terreno negativo. Sólo puede calificarse de preocupante la mengua del 2,5 por ciento en el desembolso más productivo, destinado a maquinaria y nuevos equipos. No es casual que fuera precisamente el segundo trimestre aquel en el que la incertidumbre política subió de temperatura con dos convocatorias electorales que desembocaron en una parálisis no superada. Por tanto, el último dato del PIB puede verse como una advertencia sobre el modo en que la indefinición mina los planes de hogares y empresas. Acabar con esa situación requiere la formación de un Gobierno estable, que rehúya basar su permanencia en la puesta en marcha de medidas especialmente nocivas para una economía en desaceleración, como subir los impuestos o relajar el control del gasto público.

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