
Los bisnietos de Damiàn Mateu han querido celebrar los 120 años de la creación de Hispano Suiza con el tercer hiperdeportivo de la saga Carmen.
En 2017, un tribunal resolvió que Hispano Suiza era una marca cuyos herederos habían perdido la exclusividad por falta de uso. No tardó ni dos años Miguel Suqué en sacarse la espina. El actual presidente de Hispano Suiza y biznieto del fundador relanzó la marca como se esperaba: volviendo a fabricar súper-automóviles. Y para demostrar la implicación familiar, lo llamaron Carmen, nombre de pila de la nieta del Mateu y madre de los actuales directivos del Grupo Peralada, al que pertenece Hispano Suiza. Por si alguien tenía dudas, en solo cinco años ya han presentado tres modelos de hiperdeportivos: el Carmen, el Carmen Boulogne y, ahora, el Carmen Sagrera. Ya sabíamos su nombre, pero ahora le ponemos cara y cuerpo.
Cuatro motores y prestaciones de escándalo
Cuando uno pone a su creación el nombre de su madre, no se anda con medias tintas. Realizado en fibra de carbono (gracias a lo cual pesa 1.875 kilos), el Sagrera incorpora cuatro motores eléctricos. No se trata de uno por rueda, como se podría pensar, sino dos para mover la rueda trasera derecha, otros dos para la trasera izquierda. En total, suman 1.114 caballos (820 kW), que les permiten acelerar de 0 a 100 km/h en 2,6 segundos. Esto no ha cambiado respecto al Boulogne.

Los motores eléctricos son de una tecnología denominada de flujo axial, cuya forma geométrica es más parecida a una tarta que a un cilindro. Por su elevado diámetro, proporcionan mucho par, 1.160 Nm y son del tipo que anuncian los Ferrari híbridos o AMG.
Lo que sí cambia es lo lejos que puede llevarte ahora el Carmen. La batería de iones de litio del Sagrera en forma de T funciona a 750 voltios y tiene una capacidad de 103 kWh, frente a los 80 kWh del Boulogne. Con ello homologan ahora una autonomía WLTP de 480 km, cien más que el anterior modelo.

Tecnología de competición
Como no se trata solo de impresionar con cifras, frenos y suspensiones tienen tecnología tomada de la competición. Los frenos son carbocerámicos de 400 mm de diámetros, mordidos por unas pinzas monobloque, que las hace más rígidas y proporcionan mejor tacto en el pedal y más eficacia en la frenada. Las suspensiones de dobles trapecios cuentan con muelles ajustables en rigidez y altura, más amortiguadores con regulación separada en compresión y en extensión.

La aerodinámica también ha hecho un guiño a la herencia de la marca, y el alerón posterior tiene forma de alas de cigüeña, como el emblema de Hispano Suiza.
La imagen de la cigüeña está presente allá donde se mire. Si los fabricantes de neumáticos diseñan neumáticos para modelos concretos, aquí Michelin ha incorporado grafismos en el neumático inspirados en las cigüeñas y en el trencadís, la técnica del mosaico de Gaudí. Para la puesta a punto del Sagrera se ha contado con la experiencia del expiloto de Fórmula Uno Luis Pérez-Sala. Para que el público lo vea en movimiento, su debut será en un mes, en el mítico Festival de Goodwood. Tras haber vendido el primer Boulogne en EE.UU., esperan haber abierto una puerta para el Sagrera.
