
El trágico accidente acontecido en la Comunidad Valenciana, provocado por un conductor de 87 años al circular en dirección contraria por la A-7, ha reavivado el debate sobre deben existir límites de edad para ponerse al volante.
En este sentido, cabe señalar que las personas mayores de 64 años, ya sean conductores, pasajeros o peatones, se encuadran dentro del colectivo de vulnerables que establece la Dirección General de Tráfico (DGT). Además de que pueden tener posibles pérdidas en aptitudes como la visión, los reflejos o la atención, poseen un mayor riesgo de sufrir lesiones más graves.
"Esto vendría a explicar por qué, aun cuando los mayores de 64 años representan el 19,6 % de la población española y el 16,5 % del censo de conductores, estos alcanzan el 26 % de los fallecidos en siniestros de tráfico", señalan desde la Fundación para la Seguridad Vial (FESVIAL). En cuanto a los datos sobre peatones, más de la mitad (el 51,6 %) de los fallecidos tenía más de 65 años, así como el 39,7 % de los heridos graves.
Según la fundación, las personas más mayores pueden presentar pérdida de capacidades psicomotoras, pérdida de audición y de visión, que se agrava especialmente de noche, procesan peor la información y su tiempo de reacción y respuesta en más lento y dilatado.
Sin embargo, la legislación no establece ningún límite de edad para conducir un vehículo, ya que el artículo 13 de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial únicamente hace referencia a las normas generales de conducción y al requerimiento de mantener siempre la atención.
Posibles soluciones
En opinión de FESVIAL, sería recomendable realizar exploraciones psicofísicas más exhaustivas cada dos años, al cumplir la edad de 70, acompañando de un programa de vigilancia de la salud vial que contemple las capacidades necesarias para conducir con seguridad, como visión, audición, reflejos, atención, etc. Pero esta medida por sí sola no soluciona el problema.
"Pretender reducir la siniestralidad de las personas mayores al volante solo con mejores reconocimientos médicos es una ingenuidad, ya que se han realizado estudios que destacan la necesidad de abordar múltiples factores, como el diseño y mantenimiento de las vías, la complejidad de las señales, la iluminación, la antigüedad de sus vehículos o sus mayores dificultades para ver de noche", considera Luis Montoro, catedrático de seguridad vial y presidente de honor de la fundación.
Bajo su punto de vista, la siniestralidad de las personas mayores es "un problema complejo donde no hay una solución única, sino múltiples y de distintos ámbitos".
La primera medida, a su juicio, sería tratar de renovar el parque automovilístico, de 13 años de media en España. "La posibilidad de muerte en un siniestro con un coche de más de quince años de antigüedad es tres veces superior que con uno de menos de cinco años", apunta el presidente de honor de FESVIAL.
Otra medida para mejorar los índices de siniestralidad es mejorar las infraestructuras, tanto en diseño del trazado, señalización horizontal y vertical más clara, incrementar la iluminación de puntos críticos y TCA (Tramos de Concentración de Accidentes). También, como en este caso, se pueden mejorar las herramientas tecnológicas que ayuden a detectar vehículos que circulen en contra dirección. Las intersecciones complejas, las salidas e incorporaciones a las vías rápidas o la conducción nocturna pueden resultar problemáticas para este sector de la población provocando que se fatiguen más, aumentando sus dudas y una peor coordinación de movimientos.
Del mismo modo, la fundación considera que debería existir una mayor implicación de los sistemas de salud y atención primaria para establecer unos consejos mínimos sanitarios en materia de seguridad vial para mayores por parte de los profesionales (SAVIMA).
"En países como Francia o Suecia, por ejemplo, si el médico de Atención Primaria detecta que hay un problema con un paciente o desarrolla una patología que puede afectar a la conducción, lo comunican a las autoridades de tráfico, algo que en España no se hace", explica Luis Montoro.
Por último, recalcan la necesidad de establecer programas de formación específicos para estas personas, en los que se les recuerden las normas básicas, la implementación de las tecnologías y se les ayude a comprender los riesgos a los que por la edad se enfrentan como la conducción nocturna, con climatología adversa, etc.