Al igual que ocurre con el resto de componentes de un coche, el embrague se deteriora con el uso y el paso del tiempo. Este desgaste será más pronunciado a medida que la conducción sea más agresiva o brusca, la circulación se produzca o bien por terrenos mal asfaltados o en el tráfico denso de las ciudades, o al realizar con frecuencia maniobras como arranques en cuesta arriba.
Como un elemento más a tener en cuenta para garantizar la seguridad de los ocupantes, así como la durabilidad de otros elementos del vehículo, desde Elige calidad, elige confianza (ECEC), iniciativa que aglutina a varios fabricantes de componentes, han preparado un listado de síntomas a tener en cuenta para detectar que nuestro embrague está en mal estado.
El primero de ellos y el más conocido consiste en que el embrague patine. Es decir, que el motor no es capaz de transmitir el régimen de vueltas a la transmisión. En la teoría, se debe a que los forros del disco están desgastados. En la práctica, este fallo se puede observar cuando al pisar el acelerador, el conductor aprecia que la aguja del cuentarrevoluciones sube, pero el vehículo no aumenta la velocidad. Además, en ocasiones este problema suele generar un olor fuerte bastante característico.
Durezas, tirones o vibraciones
Otro indicio suele ser que las marchas no entren correctamente o que entren con dificultad. Al accionar la palanca de cambios cuando se inserta o se saca la marcha, se puede notar que está dura y, en ocasiones, se puede percibir un ruido de rozamiento metálico durante la maniobra.
En cuanto al pedal del embrague, también suele ser indicador que, al soltar el pie, el recorrido sea mínimo o no vuelva a su posición original. En este caso, se puede deber a que el muelle de retorno esté en mal estado, a que el plato de presión esté deteriorado o a que el bombín tenga pérdidas de fluido hidráulico.
Si al accionar el pedal se notan vibraciones o chirridos puede significar que el collarín del embrague necesita ser sustituido. Del mismo, si el coche da tirones es síntoma de que el embrague puede estar haciendo un sobreesfuerzo y que necesita ser sustituido. En caso de que el disco esté muy gastado, se puede notar que el coche no comenzará a moverse hasta casi el final del recorrido del embrague.
En caso de notar alguno de estos fallos, desde ECEC recomiendan realizar un mantenimiento completo del sistema de transmisión, ya que el uso del embrague en mal estado puede haber deteriorado otras piezas que intervengan en el cambio de marchas. Es decir, el volante biomasa, el cojinete hidráulico o mecánico y, por supuesto, el conjunto del embrague.
Por lo general, y según el club de asistencia en carretera RACE, el precio de un kit de embrague suele costar entre 150 y 200 euros, además del coste del montaje y la mano de obra. No obstante, señalan que si la retirada de la caja de cambios para acceder al embrague cuesta más esfuerzo del habitual, puede haber una diferencia de precios que transcurra entre los 600 y los 1.000 euros, aunque dependerá del modelo de coche en cuestión.