
A más alcohol, más peligro (al volante). Con este sencillo mensaje, desde la Dirección General de Tráfico (DGT) hacen hincapié en la importancia de no ingerir alcohol antes de coger el vehículo.
Junto con este mensaje, Tráfico ha vuelto a recordar qué le ocurre al cuerpo humano cuando consume una, dos, tres o más copas de cerveza, vino, vermú, licor o cualquier tipo de alcohol y se pone a los mandos de un coche, una moto u otro medio de transporte.
Para acompañar a esta advertencia, desde la DGT han elaborado este cuadro con el que valorar mejor el riesgo de mezclar la ingesta de alcohol y la conducción. No obstante, recuerdan que el alcohol no influye a las personas por igual y que, además, existen muchas variables que condicionan la tasa de alcoholemia. La rapidez y la hora del día a la que se ingiera, la edad, el sexo y el peso de la persona u otras circunstancias personales condicionan la velocidad con la que el alcohol hace efecto.

Dos, cinco, nueve o quince veces más de riesgo
Una dosis moderada, sin sobrepasar el límite legal (hasta 0,5 gramos de alcohol por litro), aumenta el tiempo de reacción, provoca que se subestima la velocidad y genera problemas de coordinación. Con todo ello, el riesgo de sufrir accidentes se multiplica por dos. Es la fase que se conoce como 'inicio de la zona de riesgo'.
Por encima del límite legal (más de 0,5 gramos por litro en sangre o más de 0,25 microgramos por litro en aire), se encuentra la 'zona de alarma'. En ella, el conductor percibe peor la distancia y aparecen problemas de visión. Además, disminuye la sensibilidad de la luz roja, especialmente relevante para evitar impactar con el vehículo que esté por delante. Todo ello aumenta el riesgo de siniestro en cinco veces.
Entre los 0.8 y los 1,5 g/l, los problemas de percepción pasan a ser graves y los problemas de coordinación son grandes. La somnolencia aumenta considerablemente y el comportamiento del conductor pasa a ser impulsivo e impredecible. En definitiva, el riesgo de sufrir un accidente se multiplica por nueve. Por ello, se considera que es una 'conducción peligrosa'.
Y entre 1,5 y 2,5 gramos por litro, los problemas perceptivos y atencionales son graves. También son graves las alteraciones del control y la coordinación motora. El comportamiento, además de impulsivo e imprevisible, también es titubeante. La toma de decisiones se ve gravemente afectada. Todo ello multiplica por quince el riesgo de accidente, ya que se trata de una 'conducción altamente peligrosa'.
A partir de 3 g/l, se considera que la conducción es 'imposible'. La embriaguez es profunda, provocando estupor y una progresiva inconsciencia. Con más de 4 g/l existe posibilidad de coma, mientras que con más de 5 g/l, de muerte.