
Los bonos soberanos estadounidenses son considerados uno de los activos más líquidos y seguros del mundo. ¿Quién piensa que el Gobierno de la primera potencia económica mundial dejará de pagar su deuda? Por prestar dinero al Estado con la casi total seguridad de que lo devolverá en 10 años, se obtiene ya una rentabilidad superior al 3% anual. Es muy posible que al invertir en la incansable bolsa alcista americana el rendimiento sea mayor -en los últimos cinco años, por ejemplo, el S&P 500 gana un 13,4% anualizado-, pero llegados a este punto, y después de que muchos defiendan que las subidas en Wall Street necesiten un receso a la espera de lo que revelen los resultados empresariales, ha resurgido la eterna cuestión de si la renta variable compensa frente a la rentabilidad que ya ofrece el activo libre de riesgo por excelencia.
"La venta masiva de bonos globales desde mediados de agosto y el reciente aumento en los rendimientos de los bonos del Tesoro de EEUU, en particular, debería hacer que los inversores piensen en tener un poco más de renta fija en sus carteras", opina Chris Iggo, director de inversiones y responsable de renta fija de AXA IM. A este trasvase podrían responder los últimos movimientos vistos en los mercados. El ascenso en la rentabilidad del bono americano a 10 años, que desde finales de agosto había engordado en 40 puntos básicos, llegando así a registrar máximos no vistos desde 2011, ha despertado cierto nerviosismo en la renta variable estadounidense. Y, de hecho, en las últimas sesiones, tras tocar el 3,25%, se ha relajado al entorno del 3,15% por la entrada de dinero. Con un continuo mercado alcista desde marzo de 2009, las perspectivas de una mayor inflación y el endurecimiento de las condiciones financieras a través de subidas de tipos hace que muchos inversores se planteen su apetito por el riesgo. La prima de riesgo que proyectan por su tenencia de acciones frente a los bonos ha comenzado a disminuir a medida que el interés de la deuda pública de EEUU ha comenzado a repuntar de nuevo.
No es casualidad que sea en este momento. El rendimiento del bono a 10 años supera en casi 1,30 puntos porcentuales a la rentabilidad por dividendo del S&P 500, la mayor brecha vista desde 2011 -no obstante, aquí habría que añadir las recompras de acciones con las que las también remuneran las empresas-. Históricamente, la deuda de EEUU ha ofrecido mayor rentabilidad que los dividendos pagados en efectivo por las compañías, salvo en momentos de crisis puntuales (ver gráfico). Y no solo a una década sino que, hasta la llegada de la crisis financiera en 2008 en la que la Fed hundió los tipos al 0%, con el bono a 2 años también se obtenía mayor rendimiento. La diferencia ahora ronda un punto porcentual, la mayor en diez años.
Eso no ocurre, en cambio, en Europa, donde lo habitual es que elevadas retribuciones al accionista superen con creces a los bonos. Esta situación no se ha revertido, si bien, en Italia en particular, el repunte de la deuda transalpina a 10 años deja la rentabilidad compitiendo claramente con los dividendos de las cotizadas (ver gráfico).
Pese a que algunas carteras hayan virado hacia renta fija, la última encuesta a gestores realizada por BofAML sitúa la rentabilidad del bono en el 3,6% como baremo a partir del cual podría provocar un trasvase.
¿Riesgo bursátil?
Para Ryan Hammond, estratega de Goldman Sachs, la yield del Treasury a 10 años tocará el 3,4% en 2019 y, en su opinión, "esto no quiere decir que vayamos a ver caídas para la renta variable", alegando que las bolsas históricamente han sido capaces de mantener el tipo siempre y cuando dicha rentabilidad del bono suba a un ritmo moderado.
Sin embargo, Chris Iggo, de Axa IM, cree que hay reticencia a "pronosticar rendimientos significativamente más altos porque no lo han sido durante mucho tiempo". "Sin embargo, un rendimiento del 4% en algún momento en los próximos meses no me sorprendería", añade, matizando que es algo "posible" dado el crecimiento de EEUU. La última vez que el bono tocó ese nivel fue en 2010. Lo que sí aconseja Nikolaos Panigirtzoglou, estratega de JP Morgan, quien sigue más pro bolsa que bonos, es que deberían cubrirse las posiciones con una rotación desde la deuda empresarial a la soberana.
Los analistas de Morgan Stanley son mucho más pesimistas y avisaban esta semana que la bolsa ha tocado "un punto álgido". El violento ascenso en los rendimientos de la deuda pública parece estar forzando a muchos inversores a dar la espalda a las acciones que ellos califican de crecimiento, lo que los estrategas del banco ven como el último paso antes de entrar en un mercado bajista.