
En las últimas jornadas, la rentabilidad del bono americano se ha convertido en el nuevo espectro que espanta a los inversores. Recitando ya casi de memoria la fábula de Ricitos de Oro, donde la baja volatilidad y la inflación contenida han mantenido el yield en niveles inusualmente bajos, la escalada que desde la semana pasada ha materializado niveles no vistos desde 2011 ha obligado al mercado a elegir entre aquello del susto o trato.
Susto, o truco propiamente dicho, si tenemos en cuenta que, en el último mes, la rentabilidad del Treasury a 10 años ha engordado más de 30 puntos básicos, un ritmo de crecimiento que se distancia de la media, asentada en los 20 puntos básicos -el martes se situaba en el entorno del 3,21% a media sesión-. De hecho, sólo el 3 y el 4 de octubre, el incremento fue de 14 puntos, de ahí, el aturdimiento que vimos en las bolsas estadounidenses.
Trato, cuando digerimos que la Reserva Federal ha elevado el precio del dinero en 75 puntos básicos este año, con una vuelta de tuerca más de 25 puntos básicos prevista para diciembre, a medida que la economía creció a un ritmo del 4,1% en el tercer trimestre, según el GDPNow de la Fed de Atlanta y la tasa de paro toca mínimos no visto desde 1969. No solo eso, según Ellen Zentner, economista de Morgan Stanley, las fuertes tendencias salariales hacen pensar que la inflación salarial cruzará el 3% en octubre.
"Las tendencias secuenciales en los salarios son extremadamente fuertes", señala, asegurando que la media anualizada de los últimos tres meses registró un incremento de 0,45 puntos porcentuales, hasta alcanzar el 3,76%, mientras la media de los últimos seis meses tocó máximos no vistos desde enero de 2009.
Bajo estas circunstancias, la divergencia que existía entre la Reserva Federal y el consenso del mercado a comienzos de año se ha estrechado y como resultado la curva del bono se ha inclinado, pero acorde con la coyuntura actual. "Los inversores han descontado que habrá cuatro aumentos de 25 puntos básicos este año, y el último tendrá lugar en diciembre, es por ello por lo que, no creemos que el rendimiento aumente mucho más en 2018 de lo que ya lo ha hecho", cree Andrew Hunter, de Capital Economics.
Hunter y su equipo consideran que no deberíamos sorprendernos si el rendimiento mantuviera su tendencia al alza durante la primera mitad de 2019. "Esperamos que la Reserva Federal eleve los tipos de interés en otros 50 puntos básicos durante dicho período, que es casi 15 puntos básicos más que los descuenta el mercado", advierte incidiendo, eso sí, en que Capital Economics espera que el rendimiento bajará de nuevo hasta el 2,5% en la segunda mitad del próximo año.
Justificaciones que apoyen esta tesis no faltan. Las elecciones legislativas que se celebrarán el próximo 6 de noviembre apuntan a un posible bloqueo legislativo si los demócratas recuperasen la Cámara de Representantes y los republicanos mantuvieran su mayoría simple en el Senado.
También hay que considerar que el efecto del estímulo fiscal aprobado el pasado 22 de diciembre se desvanecerá, el azote arancelario entre Washington y Pekín seguirá sacudiendo tanto a los beneficios de las empresas como a los consumidores mientras la inflación, tanto en salarios como en los precios, mantendrá su senda progresiva, bajo la vigilancia de la Reserva Federal.
El consenso del mercado espera que el crecimiento de beneficios empresariales llegue al 10% el año que viene
Pese a ello, no todos coinciden con una caída de la rentabilidad prevista para el bono americano. Ryan Hammond, estratega de Goldman Sachs, espera que la rentabilidad del Treasury a 10 años tocará el 3,4% en 2019. "Esto no quiere decir que vayamos a ver caídas para la renta variable", avisa, haciendo hincapié en que las bolsas históricamente han sido capaces de mantener el tipo siempre y cuando dicha rentabilidad del bono suba a un ritmo moderado, es decir, menos de 20 puntos básicos.
"La tendencia al alza en los tipos podría reducir el apetito por el riesgo, pero a pesar de este riesgo estratégico, seguimos observando rendimientos positivos para las acciones estadounidenses", explica, destacando que el próximo año, siempre y cuando se mantenga la trayectoria gradual de los rendimientos de los bonos, el crecimiento de los beneficios empresariales podría alcanzar el 7% en 2019. El consenso de mercado espera un avance del 10%.
A día de hoy, los expertos consideran que, con al menos tres subidas de los tipos de interés proyectadas para el próximo año, "existe el riesgo creciente no de que la inflación haga descarrilar la economía estadounidense, sino que sea un error de política de la Reserva Federal, con una combinación de políticas demasiado agresiva, la que dañe el crecimiento", observa Tom Elliott, estratega de inversiones internacionales en deVere Group, quien recuerda que esto incluye desde elevar los tipos demasiado rápido hasta el adelgazamiento de su balance, que también contribuye a un mayor rendimiento de los bonos.
Salidas de dinero en ETFs de tecnología
A la abultada subida que acumula la tecnología en los últimos diez años se une el miedo a los efectos de una guerra comercial que mantienen Estados Unidos y China, y la subida de las rentabilidades de los bonos. Solo en la última semana, los inversores han retirado 4.000 millones de dólares vía ETFs en este sector, según 'Bloomberg', ningún otro ha registrado salidas tan fuertes. El que más se aproxima, y se queda lejos, está relacionado con los bienes inmuebles, del que han salido más de 1.200 millones de euros en los últimos cinco días. Pese a los sustos que está dando en bolsa la tecnología este año, sigue logrando las suscripciones más fuertes este año, con 13.000 millones de dólares.