Bolsa, mercados y cotizaciones

Trump saca otra zanahoria para Wall Street

Imagen: A. Garner.

Con el Dow Jones entrando ya en terreno negativo en lo que llevamos de año y el S&P 500 ofreciendo un retorno por debajo de la rentabilidad del bono americano a 10 años, el jumento de la renta variable americana parece ya exhausto sin una jugosa hortaliza que logre levantar el ánimo general de los inversores.

Razones no faltan. Mientras el crecimiento coordinado global comienza a mostrar ciertas grietas, el acecho de la inflación es motivo suficiente para seguir justificando la mano dura por parte de Jerome Powell y el resto de altos funcionarios en la Reserva Federal. Pero, quizás, la ofensiva arancelaria es la verdadera desazón que pesa entre las mesas de inversión. "Los riesgos derivados del comercio podrían suponer un punto de inflexión en el crecimiento global en el futuro", avisa Catherine L. Mann, economista jefe global de Citi. "Aunque no hay recesión en el horizonte, un crecimiento más lento hace que la sostenibilidad de la deuda, la respuesta demográfica y la distribución equitativa sean más desafiantes", avisa.

Desde Citi estiman que el coste de las medidas proteccionistas ya implementadas y las que pesan en el horizonte podrían desacelerar el crecimiento del PIB de China entre 20 y 40 puntos básicos. En el caso estadounidense un arancel sobre las automotrices podría aumentar la inflación en 0,1 puntos porcentuales, pero el impacto podría amplificarse si se impusieran gravámenes sobre las piezas de automóviles y se afectase a las cadenas de valor mundiales.

Los analistas de Goldman Sachs coincidían en señalar en un informe reciente que el impacto negativo de los aranceles en el crecimiento de China restará entre 10 y 20 puntos básicos del PIB, mientras que los efectos en la inflación serán "modestos", del orden de 10 a 20 puntos básicos. Por su parte, los expertos de Deutsche Bank consideran que los efectos de estos gravámenes tampoco serían particularmente significativos en EEUU. Según los cálculos elaborados por Brett Ryan, economista jefe para EEUU, un arancel del 10 por ciento sobre importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares reduciría en 0,2 o 0,3 puntos porcentuales el PIB estadounidense. "Este impuesto efectivo de 32.500 millones en bienes importados del gigante asiático podría impulsar la inflación en aproximadamente 0,15 puntos porcentuales", señala Ryan.

Paralelamente, los estrategas de renta variable de Deutsche Bank indicaron que una reducción de hasta 0,3 puntos porcentuales en el crecimiento económico se traduciría en un lastre de entre un 1 y un 1,5 por ciento en el avance de los beneficios del S&P 500. Si tenemos en cuenta que para las ganancias por acción medias de este indicador se proyecta un crecimiento del 23 por ciento para este año y se mantiene en el doble dígito para 2019, el daño sería tímido.

Los bancos, con el viento a favor

Sobre el parqué de la New York Stock Exchange, operadores con varias décadas de experiencia a sus espaldas tampoco se muestran excesivamente inquietos. "Se asume que los rumores de una guerra comercial son algo ne-gativo en general, que afectará a todos los niveles, cuando en realidad cualquier arancel mira a industrias muy específicas", destaca Kenneth Polcari, presidente de O´Neil Securities, quien incide en que siempre habrá otros sectores que no se verán tan afectados.

Entre ellos, a priori, destaca el financiero, que cuenta con los vientos a favor de una Fed dispuesta a subir los tipos en dos ocasiones más este año y que, además, aprobaba el jueves la primera fase de las pruebas de esfuerzo de la banca patria. Los analistas de Goldman estiman que este movimiento impulsará las recompras de acciones y el aumento de los dividendos en un 21 por ciento.

"La economía estadounidense está creciendo, los beneficios empresariales aumentan y los precios de las acciones deberían seguir subiendo hasta 2019. Sin embargo, el potencial de apreciación se verá restringido por el ajuste de la política monetaria, una curva de rendimientos más baja, las crecientes tensiones comerciales y las próximas elecciones legislativas en EEUU", determina David Kostin, estratega jefe de Goldman Sachs.

Su equipo espera que el S&P 500 toque los 2.850 antes de que termine el año (un aumento del 3 por ciento) y toque los 3.000 en el conjunto de 2019, una rentabilidad del 5 por ciento. Además, esta semana Goldman elevó su estimación de beneficios para el indicador que implican un avance del 19 por ciento, 7 y 5 por ciento, respectivamente, para el año en curso y los dos siguientes. Metas rezagadas con el resto del consenso de mercado que observa un avance del 21,10 y 9 por ciento.

La 'reforma fiscal 2.0'

Otro de los sectores a tener en cuenta es el tecnológico. Goldman elevaba su recomendación de neutral hasta sobreponderar alegando que la tecnología se ubicará entre las industrias con un mayor crecimiento de ventas y sus beneficios aprovecharán el entorno actual de un ciclo económico ya añejo.

Kostin hacía mención a las legislativas de noviembre, donde los republicanos se juegan su hegemonía en el Capitolio, especialmente en la Cámara de Representantes. Es precisamente por ello que la Casa Blanca y el Comité de Medios y Arbitrios del Congreso, presidida por el republicano Kevin Brady, trabajan para presentar una extensión del estímulo fiscal aprobado el 22 de diciembre de 2017 y que ha supuesto el principal motor del espectacular aumento en los beneficios de las empresas de EEUU.

"Reducir el impuesto de sociedades del 35 al 21 por ciento ha supuesto un boom significativo para las empresas estadounidenses. Y esperamos que los beneficios este año crezcan un 25 por ciento en comparación con 2017… este es un nivel muy alto de rentabilidad", destaca David Kelly, estratega jefe de JPMorgan, quien recalca que este ritmo será difícil de mantener en próximos años.

Es por ello que los republicanos buscan embolsarse a los ciudadanos y a las empresas el próximo noviembre con lo que muchos definen ya como la reforma fiscal 2.0. Aunque el impuesto de sociedades no se puede rebajar más, recordemos que el presidente de EEUU, Donald Trump, tuvo que dar su brazo a torcer y conformarse con reducirlo al 21 por ciento en lugar del 15 inicialmente previsto, aún existen matices por pulir.

El objetivo central está en hacer permanentes las reducciones del IRPF que expirarán en 2025, algo que podría tener un coste aproximado de entre 600.000 y 700.000 millones de dólares. Brady ha mencionado reiteradamente en las últimas semanas que está considerando incluir incentivos para impulsar la innovación empresarial, ahorrar para la jubilación y fomentar la educación. Otro tema que los legisladores de la Casa Blanca y el partido republicano están sopesando es recortar los impuestos a los ingresos y beneficios de capital, ya sea bajando las tasas o indexándolos a la inflación.

Aunque habrá que esperar al hastío veraniego para conocer los detalles, el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, ha cancelado el receso de agosto para poder trabajar en este tema.

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