
Hace dos años nadie habría dibujado el comportamiento que la renta fija mantiene hoy. Entonces, el inicio del crecimiento en Estados Unidos hacía presagiar un cambio de tendencia en el bono estadounidense, capaz de presionar sobre el resto de la deuda pública y de ocasionar pérdidas en los bolsillos de los inversores.
Era tan solo el inicio de la manida burbuja de la renta fija, la misma que hoy no solo no explota sino que, además, brinda más ganancias, incluso, que la bolsa. Algo imposible de presagiar a comienzos del año, cuando la renta fija no entraba en las quinielas de favoritos. Sin embargo, el sostén de los bancos centrales ha desatado las compras de papel, hasta el punto de que la deuda pública europea arroja retornos medios del 5% en el primer semestre del año mientras en la estadounidense tocan el 7%, en divisa local.
Ayer mismo, el interés del bono español a una década bajó con fuerza, hasta quedarse en el 1,16%, muy cerca del mínimo registrado en marzo del año pasado, en el 1,14%, después de conocer que el Banco Central Europeo (BCE) estudia cambiar las normas de su programa de compra de deuda o QE, el mismo que en abril decidió incluir a los bonos corporativos en su lista de la compra (ver página 25). Y eso, que su rendimiento empezó enero ubicado en el 1,77%. Ese descenso de su rentabilidad se ha traducido en ganancias del 5,6% en solo seis meses para los que ya tuvieran esta referencia en cartera.
La fotografía se repite en Italia, Francia, Alemania y también en Reino Unido (ver gráfico). Con una única salvedad, Portugal: su deuda pública sí que ocasiona pérdidas. En el resto de países el retorno de los bonos a una década emitidos por sus Gobiernos se ha relajado desde principios de año, llegando incluso a situarse en terreno negativo en Alemania por primera vez en la historia.
Pero el camino no ha estado exento de volatilidad, la renta fija también se topó con China y las dudas sobre su crecimiento, después vio de refilón cómo las bolsas se movieron al son del petróleo para más tarde lidiar con la expectativa de que la Fed continuase más pronto que tarde normalizando los tipos. Su oportunidad para brillar llegó con el Brexit. "Si de algo ha servido es para que los inversores descuenten que se retrasará aún más la subida de tipos y que habrá medidas adicionales por parte de los bancos centrales", señala Miguel Ángel Paz, director de gestión de Unicorp.
Ayer mismo, Mark Carney, el gobernador del Banco de Inglaterra (BoE), reconoció que la institución podría relajar su política monetaria este verano -ver apoyo-, algo que el mercado ya descontaba a la vez que retrasa también más allá de 2017 cualquier subida en el precio oficial del dinero en Estados Unidos. "Dicen que los tipos de interés oficiales los fijan los bancos centrales, mientras que los tipos de interés a plazo corresponde fijarlos al mercado. La cuestión es si también el mercado condiciona los tipos de interés oficiales, espero que no", reflexiona José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca.
Descuentan una ralentización
El escenario que esbozan los rendimientos en mínimos de la renta fija es el de una ralentización económica, en opinión de Paz, o incluso de recesión. "Es más, al haber rentabilidades negativas en bonos de algunas zonas geográficas", añade, "simple y llanamente descuentan deflación para los próximos años".
Reino Unido bajará tipos en julio
Mark Carney, el gobernador del Banco de Inglaterra, confirmó ayer lo que el mercado adelantaba desde hace días. "Las perspectivas económicas se han deteriorado, por lo que probablemente se requerirá una flexibilización de la política monetaria durante el verano", explicó. La encuesta recogida por Bloomberg prevé que la institución, que alerta del peligro que implican los tipos bajos, deje el precio oficial del dinero en el 0,25% en julio.