
Si usted es uno de los sufridos inversores que ha vivido desde dentro del mercado la locura veraniega, ya puede, al menos de momento, respirar tranquilo. El pasado, pasado está, y ahora es el momento de que empiecen las quinielas sobre el próximo trimestre. Según una encuesta realizada por elEconomista entre 15 firmas de análisis, el 80% espera que el Ibex 35 termine 2007 en positivo.
Eso sí, siempre y cuando la situación económica se mantenga y la volatilidad no vuelva a dispararse. Algunas de las casas de análisis encuestadas, como Altae, Renta 4, ING, M&G Valores, Banco Finantia y Venture Finanzas, ven al Ibex en próximo a los 15.000 o 15.500 puntos a final de año, es decir, que estiman que podría cerrar el ejercicio con una revalorización anual de entre el 6% y el 9,5%.
Diferencia de opiniones
"El entorno es de crecimiento, a pesar de la crisis de liquidez: la economía presenta un ritmo de mejora razonable, la inflación está controlada y los resultados empresariales están acompañando, por lo que creemos que la renta variable puede funcionar" apuntan desde Deutsche Bank (DBK.XE).
Algunos pocos, sin embargo, piensan que es complicado que el primer índice español tenga un saldo positivo en 2007, aunque no lo descartan: "Es muy, muy complicado que el Ibex vuelva a aproximarse y mucho menos a batir sus máximos, ya que el sector bancario está muy castigado y tiene mucho peso en el índice. Creo que terminará el año entre 13.800 y 14.300 puntos", comenta Alberto Roldán, director de análisis de Inverseguros.
También los hay que señalan que las bolsas, pese a todo lo que ha llovido, o quizá gracias a ello, están a buen precio. "La caída en los mercados de renta variable, unida a las revisiones al alza de beneficios, ha abaratado las bolsas. Aunque no se pueden descartar revisiones a la baja -del sector financiero particularmente- los mercados bursátiles siguen teniendo potencial de revalorización de aquí a final de año", señala Joseba Granero, de Consulnor.
Un trimestre muy difícil
El trimestre más terrorífico de los últimos tiempos llegó a su fin. Pero aunque no hay mal que cien años dure, lo cierto es que el mal que ha aquejado las bolsas mundiales en el período estival no termina de sanar. Ahora, con la vista puesta en fin de año, es hora de recordar lo sucedido para hacer recuento de daños.
La mayoría de expertos de mercado coinciden en que todo empezó cuando se acentuó, a mediados de julio, la crisis hipotecaria, provocada por el aumento de la morosidad de los hipotecados de alto riesgo en Estados Unidos. De repente, cundió el pánico, tanto en la renta variable como en las materias primas y las divisas. Las masivas órdenes de venta indicaron que la crisis estaba afectando al mercado de forma global, volviendo a demostrar que cuando Estados Unidos estornuda, Europa se resfría.
Durante estos tres meses ha habido muchos momentos de sufrimiento en el parqué, con dos sesiones especialmente negras: el 16 de agosto, en el que algunos índices, como el FTSE inglés se dejaron más de un 4%, y el 7 de septiembre, con caídas generalizadas de más del 2%. Como consecuencia de aquellas jornadas, la mayoría de los parqués europeos entraron en números rojos en 2007 -exceptuando el alemán, cuyo principal índice, el DAX, gana un 19,2% desde el 1 de enero-.
Sin embargo, si nos fijamos en el conjunto, la conclusión es que podría haber sido peor. Las principales bolsas europeas caen de media un 3% en el trimestre, aunque han conseguido recuperar parte del terreno perdido tras el 7 de septiembre, y en el conjunto del ejercicio se anotan una media del 3%, con excepciones como la del índice germano y el principal indicador de la zona euro, el EuroStoxx 50, que sube un 6,3% en lo que va de año.
Paradójicamente, los mercados del país donde comenzó la crisis, Estados Unidos, han conseguido salvar el trimestre en positivo. Así, el índice de referencia estadounidense, el S&P 500, se ha revalorizado un 1,56%, pese al desplome de algunas de las compañías más afectadas por el terremoto, como Countrywide. La primera hipotecaria estadounidense se ha desplomado casi un 50% en tres meses, caída que se acentuó cuando anunció que va a despedir al 20% de su plantilla.
El 'via crucis' de los bancos
Por sectores, los más sufridos han sido los bancos, las compañías de servicios financieros y las constructoras. Uno de los más castigados ha sido la entidad gala BNP Paribas (BNP.PA), que a principios de agosto tuvo que congelar tres de sus fondos ABS -que invierten enderivados de crédito- y ha retrocedido alrededor de un 13% en tres meses.
También temblaron los cimientos de Northern Rock (NRK.LO), el banco hipotecario británico más importante. Desde que el 12 de septiembre se supo que tuvo que pedir ayuda al banco central británico por falta de liquidez, se ha desplomado un 73% en el parqué.
En España, la peor parada fue la banca mediana, aunque Santander (SAN.MC), que se dejó un 0,44% en el trimestre, fue quizá el que recibió el golpe psicológico más duro: perdió el primer puesto por capitalización del Ibex, que le arrebató Telefónica (TEF.MC).
En medio de la vorágine bajista, los bancos centrales trataron de poner un poco de cordura, inyectando liquidez al sistema bancario. La Reserva Federal (Fed) fue la más activa en este sentido, ya que desde que se coordinó a principios de agosto con el Banco Central Europeo (BCE) para paliar la escasez de liquidez en el sistema, ha inyectado 388.750 dólares, entre operaciones ordinarias y extraordinarias.
Además de las inyecciones de dinero, la Fed y el BCE han tratado de tranquilizar a los agentes del mercado en sus decisiones sobre los tipos de interés. La Reserva Federal rebajó el tipo de descuento -precio al que presta dinero a los bancos- primero, y terminó recortando los tipos de interés en 50 puntos básicos, hasta el 4,75%, el pasado 18 de septiembre.
El banco europeo, por su parte, optó por ser prudente, y de momento dejó el precio del dinero en la zona euro donde estaba, en el 4 por ciento, en vez de proseguir con el ciclo alcista que habría llevado a los tipos hasta el 4,25%.
Renacer de las cenizas
Sin duda, los que más se han aprovechado de la calma relativa que reina en los mercados tras el susto del 7 de septiembre son el crudo, el oro y el euro. La moneda única ha pulverizado varios récords en septiembre. El último ayer, cuando logró una nueva plusmarca: los 1,4238 dólares. La debilidad de la divisa estadounidense comenzó a gestarse con la crisis y se ha acentuado tras la rebaja de los tipos de interés por parte de la Fed.
El barril de crudo Brent, que se usa de referencia en Europa, cayó en el momento más duro de la crisis hasta los 68,6 dólares, arrastrado por la marea bajista, pero posteriormente se recuperó y marcó un nuevo máximo histórico intradiario ayer, en 81,05 dólares. El oro, considerado un activo refugio en tiempos de inestabilidad, también logró renacer de sus cenizas tras el terremoto bajista: ayer mismo estableció su nuevo récord, en los 744,5 dólares por onza.