
La crisis que están sufriendo las hipotecas de alto riesgo en EEUU, conocidas allí como subprime y orientadas a los colectivos de rentas más bajas -que no forzosamente han de ser de inmigrantes-, está haciendo temblar la economía mundial. Desde ese punto de vista, y en un sistema tan globalizado, cualquier ámbito financiero se encuentra afectado y, por supuesto, expectante ante lo que pueda suceder.
Como consecuencia, el Viejo Continente y, dentro de este, España está en la misma situación. Y es que el tradicional dicho -"Cuando EEUU se resfría, Europa estornuda"- sigue aún vigente a pesar del fenómeno de la globalización. Vamos, que desde la perspectiva de los efectos sobre el sistema, a la banca española también le alteran las subprime.
Signos de inestabilidad
Además, la inestabilidad que está provocando el bajón de este tipo de hipotecas en el parqué se sitúa también como uno de los factores ineludibles para cualquier compañía cotizada, financiera o no.
Pero, hay varios matices sobre esta influencia que se derivan precisamente de las propias particularidades que atesoran las entidades financieras nacionales. En primer lugar, hay que tener en cuenta a los bancos con representación directa en el país norteamericano o que mantienen participaciones en entidades locales. Bien, pues el Santander, a través del Sovereign, y BBVA, con Valley Bank, Laredo National Bank, Texas Regional, State National y Compass, además de Popular con el recién comprado TotalBank, no corren apenas riesgos. Ya sea porque las organizaciones que participan no tienen productos específicos que encuadren en las también llamadas hipotecas basura o debido a que el impacto de su inversión allí sobre el conjunto del negocio sea poco significativo.
En este sentido, cabe destacar que las consecuencias negativas de las hipotecas de alto riesgo para Santander están viniendo de Oriente y no de Occidente. Así, Banco Shinsei, en el que tiene una inversión financiera que alcanza el 4,8 por ciento del accionariado.
La clave es la eficacia comercial
Por otra parte, como detalle crucial en el trance que están viviendo las finanzas mundiales, y aunque nadie es infalible, es preciso subrayar que la banca española es especial en este sentido. Desde un punto de vista comercial, es probablemente la más eficiente del planeta, realmente dura de pelar. Baste recordar, a modo de ejemplo, cómo salió del desplome argentino en 2001. Comparado con otros, apenas fueron rasguños.
En cuanto a las entidades extranjeras que operan en España, las hipotecas basura son más preocupantes. Es un caso distinto y su exposición a la crisis de las hipotecas de alto riesgo, dependiendo del ejemplo que se tome, si puede considerarse más elevado. Véase, si no, cómo BNP se ha visto forzado a suspender tres de sus fondos de inversión como consecuencia de los problemas que se viven en EEUU.
Con ánimo de frenar el alarmismo que se ha apoderado de la banca europea y de los parqués mundiales, desde el sector financiero se ha apresurado a asegurar que no hay hipotecas de alto riesgo a nivel nacional. Falso. Ciertamente, existen aunque ni son las de EEUU -a pesar de que parezca una obviedad- ni, por lo tanto, están en crisis y, para más inri, representan una parte ínfima del conjunto del mercado hipotecario nacional.
No existen problemas de cobros
Además, aquí la mayoría están dirigidas a inmigrantes, que en términos genéricos no tienen rentas solventes y sobre los que tampoco se tiene una historia crediticia de garantías y, al revés de lo que sucede al otro lado del charco, en España no hay problemas en los cobros. En este sentido se produce un consenso general en bancos y cajas al aseverar que este tipo de clientes paga puntualmente. Sea por motivos culturales, sociológicos o financieros, la diferencia entre el índice de morosidad que presentan estos colectivos y el resto de clientes resulta casi insignificante.
Con todo, en el supuesto de que el fenómeno subprime acabara por impactar sobre las entidades nacionales de manera directa, por razones coyunturales -el denominado suave aterrizaje de la construcción en España-, a día de hoy, éstas tienen el riñón cubierto y no sólo porque sus beneficios estén siendo históricos.
Así, sus provisiones para hacer frente a posibles impagos relacionados con el mundo inmobiliario se encuentran por encima de lo exigido en la legislación. Además, recientemente el Banco de España ya les ha alertado sobre el parón de la construcción, con el objetivo de que la cobertura inmobiliaria vaya sobrada. E, igualmente, el supervisor ha exigido a las entidades controladas que afinen a la hora de conceder créditos hipotecarios, muy especialmente a los promotores. Todo sea por evitar sustos.
Más allá del impacto que produce la bajada del consumo en EEUU sobre la economía mundial debido a las hipotecas de alto riesgo, del mero efecto sobre el sistema financiero, la banca española parece bastante a salvo del riesgo directo subprime. Ya tiene suficiente el Banco de España -que no ha dado ninguna alarma al respecto-, y el común de los ciudadanos del país, con preocuparse de sus créditos hipotecarios al uso. Eso sí, tampoco deben olvidarse las caídas en bolsa que, de hecho, están repercutiendo negativamente en las entidades financieras.
Otro asunto será lo que suceda dentro de ocho o nueve años, cuando las hipotecas basura se hayan incrementado en términos proporcionales. Pero, por ahora, la emblemática eficacia de la banca española es, hasta el momento, un escudo de garantías frente a este crisis.