
El mercado de renta fija sigue dando señales de una complacencia desmedida. Los inversores están ávidos por encontrar rentabilidades fuera de la bolsa, que ahora ofrece menos retornos que el bono del Tesoro estadounidense, y se han lanzado a comprar deuda corporativa en los últimos meses hasta reducir la prima de riesgo a niveles que no se veían desde el estallido de la burbuja 'puntocom'. Esta dinámica se repite también con los bonos 'basura', los de las compañías sin grado de inversión para las agencias de calificación, algo que preocupa a algunos analistas, que creen que el mercado se está alejando cada vez más de la realidad económica.
Hay momentos en los que los inversores deciden que merece la pena invertir en activos de riesgo, sin que ofrezcan una gran prima frente a los que dan más seguridad. En el pasado, estos casos han precedido estallidos de crisis financieras, como la de la burbuja 'puntocom', a principios de siglo, o la Gran Crisis Financiera de 2008. Ahora la historia se está volviendo a repetir.
Las señales que están lanzando las primas de riesgo de la deuda corporativa son preocupantes para quien conoce la historia. Los mercados cada vez distinguen menos entre riesgo y seguridad en el frente de la renta fija, esto ahora ha llegado a niveles que en el pasado fueron la antesala de un desplome de los mercados.
La prima de riesgo que ofrecen los bonos de empresas en Estados Unidos, es decir, la rentabilidad extra que ofrecen a los inversores por encima del activo libre de riesgo por excelencia, el bono estadounidense a 10 años, ha caído hasta los 0,76 puntos en los últimos días, el nivel más bajo que se ha visto desde 1998, poco antes de que estallase la burbuja tecnológica, una de las crisis de mercado más abruptas que se recuerda.
No es la única señal de un mercado ansioso por rascar las mayores rentabilidades posibles, en activos alternativos a la bolsa: la deuda corporativa mundial también ha recortado su prima, en su caso, hasta mínimos de 2007, antes de la Gran Crisis Financiera. Y en el frente de la deuda de más riesgo, la que no llega a tener grado de inversión para las agencias de calificación, también conocida como 'bonos basura', la situación es igualmente preocupante, con una prima ahora del 2,71%, nada lejos del 2,32% que fueron los mínimos históricos, y muy alejada del 5% de media que ha ofrecido desde 1997.
La lógica que siguen los mercados
Uno de los motivos que explica la búsqueda de rentabilidades en deuda corporativa tiene que ver con la falta de alternativas en la bolsa. El S&P 500, el índice por excelencia de Wall Street, ha subido tanto que las valoraciones que se han alcanzado parecen preocupar a los inversores. Con un PER (multiplicador de beneficios) de casi 25 veces en este momento, contrasta con la media histórica de unas 16 veces, según los datos que recoge Bloomberg.
Además, hay otra señal preocupante para la renta variable: los beneficios esperados del S&P ofrecen menos rentabilidad, al precio actual al que se paga el índice, que el bono estadounidense a 10 años, a pesar de que históricamente la bolsa ha sido una inversión considerada de más riesgo que la deuda. De hecho, el diferencial entre lo que ofrece el bono (4,22%) y la rentabilidad que prometen los beneficios del S&P 500 (3,72%) no para de aumentar, en contra de esta última.
En este sentido, Daniel Sorid, estratega de Citigroup, señala cómo "la combinación de una bolsa cada vez más fuerte y rentabilidades de la deuda cada vez más y más altas han generado que haya flujos sistemáticos desde estrategias en EEUU hacia renta fija, de forma más general", señala el experto. Y es que, con este panorama, los mercados están optando por lanzarse a por todo lo que ofrezca algo de rentabilidad por encima de la deuda pública, y esto es lo que ha generado el descenso de la prima de riesgo de la deuda corporativa hasta mínimos de años de crisis.
Además, los inversores tienen algunos argumentos para justificar la entrada en este tipo de bonos: los indicadores de beneficios empresariales no están dando señales alarmantes, y los bancos centrales están terminando con un ciclo de recortes de tipos que dejará unas condiciones financieras para las empresas más atractivas para los próximos años. Salvo que haya un repunte especialmente fuerte de la inflación, parece difícil que los tipos de interés se vayan a incrementar rápidamente en los próximos trimestres.
La entrada de inversión masiva en bonos corporativos de mercados más arriesgados, como los emergentes, o el high yield, es una señal, eso sí, que preocupa a algunos analistas. Esta semana, de hecho, el diferencial de los bonos asiáticos con grado de inversión, en dólares, ha caído hasta los 60 puntos básicos, menos de la mitad de la media que ha mantenido en los últimos 10 años. Y los bonos corporativos de categoría emergente, más allá de Asia, han recortado su prima hasta caer por debajo de 260 puntos por primera vez desde 2013.
Esta enorme complacencia que están mostrando los mercados ha hecho saltar las alarmas para algunos analistas, como es el caso de Luke Hickmore, director de inversión de renta fija en Aberdeen Investments, quien señala en declaraciones a la agencia Bloomberg que "ahora todo es maravilloso, y todavía podrían ir más abajo los diferenciales, pero todo parece muy frágil", advierte, ya que considera que lo más probable es que la economía estadounidense empiece "a resquebrajarse" el año que viene y que las primas de los bonos corporativos aumenten hasta los 130 o 140 puntos, un nivel casi el doble de alto del que mantienen ahora.
"Las valoraciones las dominan las condiciones de liquidez del mercado y no la realidad económica", explica Guillermo Osses
En el mismo sentido, Guillermo Osses, responsable de estrategias de deuda emergente discrecional en Man Group, explica a la agencia que "cuando los mercados dejan de distinguir entre prestatarios fiables y los casos potencialmente problemáticos, lo que están queriendo decir es que las valoraciones las dominan las condiciones de liquidez del mercado, y no la realidad económica".
Habrá que esperar a ver si esta situación se mantiene, o si se diluye poco a poco con el tiempo, pero la realidad es que los inversores han llegado a un punto que en el pasado no ha terminado nada bien.