
Las actas de la última reunión de política monetaria del Banco Central Europeo, que tuvo lugar el 24 de julio, dejan patente el debate que hubo entre los miembros del BCE sobre el impacto de los aranceles de Trump en la economía europea, y plantean un escenario complicado para las empresas del Viejo Continente en los próximos meses. El BCE teme que se vaya a producir una batalla de precios en el mercado de la zona euro, entre las empresas chinas y las europeas, que se están viendo forzadas a buscar mercados alternativos a Estados Unidos. Este es uno de los factores que pueden contribuir a frenar el crecimiento de la eurozona de los próximos meses, en un momento en el que el BCE considera que su objetivo de inflación está cumplido, pero no descarta bajar los tipos una última vez para apoyar a la economía europea.
La reunión de julio del BCE fue la primera en la que el organismo no bajó los tipos, después de siete encuentros consecutivos recortándolos. La presidenta del banco central, Christine Lagarde, cantó victoria por haber conseguido alcanzar el objetivo de inflación del 2%, pero advirtió de la enorme incertidumbre que había todavía, y del peligro de nuevos repuntes de inflación.
De hecho, el mercado sacó sus conclusiones de ese encuentro, con una reacción que encajaba más con una lectura 'hawkish' del encuentro (partidaria de subir tipos), que con la contraria, algo que, después de leer las actas y analizar a fondo cómo fue el debate del banco central, queda patente que no fue adecuada: el documento que recoge el debate en la reunión aclara que el BCE está más cerca de bajar tipos, que de subirlos, y que en próximas reuniones es posible que se produzca un recorte de tipos de interés.
"Si bien se expresó el punto de vista de que las condiciones actuales son consistentes con un recorte de tipos, por los riesgos a la baja para el crecimiento y la inflación, mantener los tipos de interés sin cambios se consideró un acercamiento robusto para poder gestionar shocks y los riesgos en ambas direcciones para la inflación, que existen ahora, en un rango amplio de escenarios. En general, se consideró valioso esperar a tener más información y a que se resuelvan algunos aspectos inciertos", destacan las actas de la reunión.
Si bien es cierto el mensaje que dejan las actas apunta a que el BCE está más inclinado a bajar tipos ligeramente en próximas reuniones, también lo es que el documento recoge la percepción de una enorme incertidumbre en este frente, como Lagarde ya dejó claro en su discurso oficial en la reunión de julio. El BCE seguirá atento a la posibilidad de que haya un repunte de inflación, por el motivo que sea.
Frenazo del crecimiento y peligro de inflación por debajo del objetivo
En el frente macroeconómico, la reunión de julio del BCE dejó dos conclusiones importantes: la primera, que el Consejo cree que el objetivo de inflación ahora está cumplido, en uno de esos pocos momentos en los que los astros se alinean en este frente, y la situación parece bajo control del banco central. Incluso, hay cierta sensación de que el IPC podría caer por debajo del objetivo, algo que permitiría al BCE bajar algo los tipos para evitar que profundice.
La segunda conclusión es que el crecimiento económico no va a ser tan fuerte como se esperaba en los próximos meses, y que todo apunta a que se va a producir una desaceleración. En parte, este frenazo tiene que ver con que las empresas y consumidores han corrido mucho en los últimos meses, y se han intentado anticipar a la llegada de los aranceles de Trump: "La actividad económica del principio de año se ha visto apoyada, probablemente, por un adelanto de la actividad y el comercio antes de que llegasen los esperados aranceles, pero el crecimiento económico puede desacelerar de forma significativa desde mediados de 2025", señala el documento.

Y aquí es donde el BCE plantea un escenario del cual no se está hablando mucho en los mercados: el riesgo de una bajada de precios forzosa para las empresas europeas, por el aumento de la presencia de bienes chinos en Europa, derivado de la búsqueda asiática de un mercado alternativo a Estados Unidos.
La explicación es lógica: la guerra comercial ha hecho que China se replantee su relación comercial con Estados Unidos, y para muchas empresas del gigante asiático, el mercado alternativo más interesante es la eurozona. Al mismo tiempo, a las compañías europeas les está ocurriendo lo mismo y ahora que están buscando centrarse en el mercado doméstico, se han encontrado con un aumento de la competencia por parte de las exportaciones chinas, algo que puede forzar a las empresas europeas a ser más competitivas, con bajadas de precios.
En la reunión "se ha considerado que, sea como sea la conclusión de las negociaciones entre Estados Unidos y Europa, la reacción de los exportadores chinos a los aranceles estadounidenses puede tener implicaciones muy importantes en la zona euro. De hecho, ya hay algunos efectos que son visibles. Estos incluyen un aumento en el volumen de exportaciones de China hacia la eurozona, y a una caída de los precios medios", señalan las actas.
"Este tipo de dinámicas", continúan, "dificultarán la vida de los productores europeos, ya que se van a enfrentar a una mayor competición, justo en el momento en el que pueden querer compensar sus pérdidas de ventas en EEUU con una redirección de sus productos hacia otros mercados europeos", explican las actas.
El BCE se abre a volver a bajar tipos
Esto demuestra el alcance que pueden tener los aranceles a lo largo de todo el mundo, con efectos secundarios que salpican a otras economías, y pueden castigar el crecimiento económico en distintas regiones. El BCE no tiene una solución para este problema, pero toma nota de la posibilidad de que se produzca esta batalla de precios, y la considera uno de los motivos que pueden contribuir a frenar el crecimiento en los próximos meses, y que abre la puerta a un recorte de tipos en los próximos meses.
Además, como explica Casten Brezski, responsable global de macro de ING, la incertidumbre arancelaria es enorme, y no se puede descartar que haya nuevas noticias en este frente que contribuyan más a frenar el crecimiento europeo. "No se puede descartar un recorte de tipos en septiembre. ¿Por qué? En primer lugar, las 'palomas' del BCE [miembros partidarios de tipos bajos] han estado muy callados desde el final del parón veraniego, y han sido los tradicionales 'halcones' [partidarios de tipos altos] quienes han tratado de llevar la voz cantante en el debate. Además, hay cada vez más consciencia por parte de los políticos europeos de que el acuerdo con Estados Unidos ni mucho menos está grabado en piedra. La condicionalidad que hay en muchos frentes plantea la posibilidad de que haya nuevas escaladas", señala Brezski.
El experto también señala otros aspectos que pueden hacer que el temor del BCE de que la inflación crezca por debajo del objetivo del 2% se materialice. "Hay varios argumentos de que un posicionamiento demasiado 'halcón' haga que el tiro salga por la culata y que la inflación se frene demasiado. El euro ha ganado un 2% desde junio, los bonos han incremento su rentabilidad a vencimiento 30 puntos básicos y las finanzas públicas de Francia vuelven a estar en el radar de los mercados", asegura Brezski. "Con todo, incluso si parece ser contraintuitivo por la resistencia que está mostrando la economía europea, no podemos descartar un recorte de tipos que funcione como un seguro, siguiendo el principio de que no hará ningún daño, y que, in embargo, puede hacer mucho bien", concluye el experto.
El mercado, por su parte, sí está descontando este último recorte de tipos por parte del BCE, pero tiene claro que el banco central no tendrá ninguna prisa en llevarlo a cabo. Según el mercado de swaps, los inversores descuentan la bajada, de 25 puntos básicos, para la reunión de marzo de 2026.