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Bailando en la cubierta del Titanic: el iceberg que nadie quiere ver

  • El peligro no es la caída en sí, sino la ilusión previa
  • Cuando llegue el impacto, la diferencia la marcará...
  • ...haber sabido cuándo dejar de bailar para mirar al horizonte.
El iceberg que nadie quiere ver
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El Titanic, majestuoso, deslizándose por el Atlántico con su cubierta llena de pasajeros entregados a la fiesta. El champán corría, la orquesta tocaba y muchos seguían bailando, incluso cuando el rumor del iceberg ya se percibía en el horizonte. No era ceguera, era esa mezcla de autosugestión y fe en que lo imposible nunca sucede… hasta que sucede.

Hay escenas que trascienden al cine y se convierten en parte de nuestra memoria colectiva. Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, Jack Dawson y Rose DeWitt Bukater, en la proa del Titanic, los brazos abiertos, sintiéndose los dueños del mundo, como si aquella travesía fuera indestructible. Y sin embargo, en la penumbra del océano, el iceberg aguardaba inmóvil, paciente, seguro de sí mismo. Esa es la paradoja del Titanic y también la de los mercados: la ilusión de eternidad frente a la certeza del hielo.

Hoy veo a los índices como esa cubierta iluminada. Pero lo que realmente me llama la atención es la escena partida: mientras el EuroStoxx 50 intenta por fin romper el techo del lateral que ha acotado su consolidación durante los últimos tres meses -sí, a buenas horas, como suele decirse-, Wall Street empieza a mostrar las primeras señales de agotamiento.

No hay nada grave, nada confirmado aún, pero el Nasdaq 100 ya ha tocado los 24.000 puntos, muy cerca de la resistencia creciente que une los máximos del año pasado con los de este, y que pasa ahora por los 24.500. Hay sobrecompra, hay síntomas de fatiga, hay un cántaro que lleva demasiado tiempo yendo a la fuente. Y cuando eso ocurre, uno ya no se pregunta si se romperá, sino cuándo. Son tantas las veces que los bajistas han intentado contragolpear sin éxito que, quizás esta vez, con el terreno técnico más tenso, terminen consiguiéndolo.

Análisis técnico estratégico del Nasdaq 100
Análisis técnico estratégico del Nasdaq 100

Mientras tanto, el Ibex 35 sigue su camino en solitario, como ese llanero solitario que cabalga sin mirar atrás, marcando máximos como si no hubiera un mañana. Pero ojo: el primer indicio serio de debilidad, la primera evidencia técnica que sugeriría un agotamiento comprador y que debería encender las alarmas, sería la pérdida del soporte de los 15.150 puntos.

Y que nadie se confunda: sigo pensando que la zona de compra a la que quiero esperar es, al menos, a que el Nasdaq 100 rellene el hueco que abrió entre los 20.000 y los 20.800 puntos. Hasta que eso no ocurra, no me planteo recomendar compras ni en renta variable norteamericana ni tampoco europea.

"Los mercados se mueven por dos fuerzas: la codicia y el miedo, pero el miedo es más poderoso"

No se trataría de un hundimiento, ni de un naufragio, sino de un recordatorio inevitable: ningún barco es indestructible, ningún rally es eterno, ninguna travesía puede prolongarse sin sobresaltos. El peligro no es la caída en sí, sino la ilusión previa, ese seguir bailando como si nada mientras la amenaza se cierne en silencio.

La fiesta puede prolongarse todavía algunos compases más, nadie lo sabe. Lo único seguro es que el iceberg está ahí, esperando. Y cuando llegue el impacto, la diferencia la marcará haber sabido cuándo dejar de bailar para mirar al horizonte. Porque, como ya sabéis, una de mis frases favoritas es que hay mercado todos los días, todas las semanas, todos los meses. Y otra que nunca me canso de repetir: ¡aquí no se escapa nadie!

Cuando llegue el susto, cuando por fin se imponga la lógica del ajuste, será rápido, como lo son siempre las correcciones nacidas del exceso y aceleradas por el miedo. Como dijo Bernard Baruch, "los mercados se mueven por dos fuerzas: la codicia y el miedo, pero el miedo es más poderoso".

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