
El mercado tiene varios frentes abiertos y, sin embargo, la volatilidad sigue siendo relativamente baja en comparación a su media histórica. A menos de una semana para que se produzca el final de la pausa arancelaria (el 9 de julio se mantiene como la fecha tope para negociar los aranceles recíprocos), el índice del miedo, que así es como se conoce al VIX, se ha motivo en los 18,3 puntos de media en el último mes. Esta volatilidad es inferior al promedio del último año, de los últimos cinco e, incluso, menor a la que ha registrado el índice de media desde que empezó a cotizar, en 1993.
Cuando los valores del VIX son bajos, y está ahora por debajo de los 20 puntos, normalmente se interpreta como una señal de confianza, y viceversa. El ejemplo es que unos días después del famoso Día de la Liberación en el que Donald Trump impuso aranceles a todo el planeta, este indicador llegó a dispararse hasta los 52 puntos, marcado el punto más alto del año, y lejos de 80 puntos a los que ha llegado a escalar en importantes crisis de mercado, como la de 2008 o la del Covid. Esos 52 puntos que alcanzó este mes de abril fueron un espejo de las abruptas caídas que hubo en las bolsas. Tras ellas, el mercado necesitó alrededor de un mes para recuperarse y volver a los niveles previos al inicio de la tensión arancelaria.
Pero los aranceles no son el único foco de incertidumbre al que se ha enfrentado el mercado en estos meses. También se ha producido un aumento de la tensión entre Irán e Israel y el lanzamiento de misiles por parte de Estados Unidos contra las instalaciones nucleares de Irán y, sin embargo, la preocupación de la bolsa ante estos hechos fue fugaz, aun estando encima de la mesa la amenaza de cerrar el estrecho de Ormuz, una vía marítima clave para el transporte de petróleo. Prueba de la complacencia que hay en el mercado es que el día de la represalia iraní al ataque estadounidense, el S&P500 cerró con casi un alza del 1%.
Y a pesar de las tensiones comerciales -que se están notando ya en una oleada de revisiones a la baja en las previsiones de crecimiento mundial-, de los elevados riesgos geopolíticos y de la incertidumbre en torno a las políticas fiscales de Trump, que ha conseguido aprobar el plan que implica extender las rebajas fiscales aprobadas en su primer mandato y compensarlo parcialmente con una reducción del gasto sanitario y social, la bolsa estadounidense está en zona de máximos históricos, con la volatilidad instalada sobre los 16 puntos. "Los mercados financieros parecen haber entrado de nuevo en un periodo de complacencia, lo que está permitiendo un comportamiento más que positivo en la mayoría de los activos financieros", señala el equipo de inversión de Portocolom AV.
Una de las teorías que explica por qué sucede esto es por las grandes montañas de liquidez que hay en el mercado. "La experiencia adquirida sobre cómo ha reaccionado el mercado hasta ahora en 2025 permite deducir que el soporte de una liquidez excesiva y parcialmente artificial ha normalizado la aceptación de los riesgos atípicos que cíclicamente afloran y consigue que, o bien las caídas de las bolsas no se materialicen en la medida en que el sentido común dicta deberían materializarse o bien las caídas son profundas pero breves y se resuelven con una recuperación inexplicablemente rápida", explica el equipo de análisis de Bankinter, donde estiman que lo que suceda en julio y agosto será muy "importante y relevador", ya que "si la presión de la elevada liquidez es el principal soporte del mercado, su test de realidad llegará a finales de julio o principios de agosto, cuando la actividad decaiga estacionalmente. Sucedió así en 2024 y 2023", apuntan.
¿Calma antes de la tormenta?
La recuperación de Wall Street ha sido muy rápida en las últimas semanas, y el rebote ha vuelto a dejar a los principales índices estadounidenses en niveles preocupantes para algunos analistas. Es el caso de Michael Hartnett, estratega jefe de Bank of America, quien cree que la bolsa norteamericana corre el riesgo de entrar en territorio de burbuja. Su valoración es exigente, y la sostenibilidad de la subida dependerá de la evolución de los beneficios empresariales -se suele decir que en el medio plazo las bolsas hacen lo que hacen los beneficios empresariales-. "Aunque los beneficios del segundo trimestre deberían ser bastante sólidos, esperamos que los niveles de los índices se mantengan dentro de un rango en las próximas semanas. Sin embargo, el enfriamiento de los mercados laboral e inmobiliario estadounidenses podría lastrar el consumo en la segunda mitad del año y traducirse en unos beneficios más débiles", valora Claudio Wewel, estratega de renta fija, J. Safra Sarasin Sustainable AM. Habrá que ver, también, como las empresas trasladan los aranceles a los precios en el tercer trimestre, y cómo impacta esto en la inflación.
Los bajos niveles de volatilidad actuales, que muestran a un mercado tranquilo, también podrían ser una señal para vender. A grandes rasgos, cuando la volatilidad es baja conviene vender una parte de las acciones para crear un colchón de liquidez, que pueda ser aprovechado en futuras caídas, cuando la volatilidad aumente y permita comprar a precios más bajos. Es por ello que VIX bajo históricamente ha precedido periodos de mayor volatilidad y caídas significativas.
De dónde viene el índice del miedo
El VIX fue creado por la Bolsa de Opciones de Chicago (CBOE, por sus siglas en inglés) en 1993. Nació con el objetivo de ofrecer una medida, en tiempo real, de la expectativa del mercado sobre la volatilidad a corto plazo, basado en los precios de las opciones del S&P500, ya que hasta ese momento no existía ningún indicador que reflejara el nivel de incertidumbre en los mercados.
Tras su creación, el VIX refleja la volatilidad esperada en los próximos 30 días a partir de las opciones sobre este índice americano. Cuando está alto, indica que los inversores esperan grandes movimientos en mercado y cuando está bajo es el reflejo de un mercado complaciente. Con el paso de los años han aparecido incluso fondos cotizados (ETF) basados en este índice, que permiten invertir en volatilidad.