
Cuando Donald Trump ganó las elecciones el S&P 500 y el resto de índices de Wall Street se dispararon. Detrás de esto estaba la teoría generalizada de una gran rotación. Tras un año y medio potentes alzas a lomos de la IA y unas pocas elegidas (las Siete Magníficas), las políticas del republicano consagrarían ese giro radical de unas pequeñas, medianas empresas y sectores tradicionales 'on fire' cogiendo el relevo. Esta es una teoría que fue replicada por prácticamente todos los expertos de Wall Street, un ejemplo evidente es que desde JP Morgan esperaban un potente crecimiento del Russell 200 (índice que recoge a las firmas de menor capitalización). Sin embargo, dejan claro que "las expectativas no se han correspondido con la realidad".
El motivo era evidente. Hasta ahora las empresas más humildes estaban aquejadas por unos altos tipos de interés. Mientras esto ocurría, las grandes capitalizadas, con una enorme liquidez, podían ignorar la situación, al tiempo que la euforia sobre la IA hacía el resto para disparar su valor. Con la elección de Trump no solo se veían unos menores tipos de interés, sino también una rebaja de impuestos que aliviaría aún más su situación, una reforma financiera que inyecte más liquidez en el sistema y una repatriación de capitales que favorezca a las industrias locales frente a las gigantes multinacionales.
"Tras un largo periodo de liderazgo en las grandes empresas, ya parece estar en marcha una rotación hacia el liderazgo de las medianas empresas, con un panorama cada vez más atractivo para 2025", comentaban los expertos de Invesco. La firma alegaba que "Si bien la política gubernamental de la administración Trump aún es incierta, los posibles aranceles y negociaciones para estimular la producción estadounidense probablemente beneficiarían a las empresas de mediana capitalización, que suelen ser nacionales. La posibilidad de una reducción de los tipos impositivos corporativos en 2025 podría beneficiar a todas las acciones estadounidenses".
Sin embargo, tras las diversas crisis arancelarias, si bien el S&P 500 ha conseguido remontar y quedarse en ganancias del 2,8% en lo que va de año, el Russell 2000, que tenía que ser el gran ganador de esta nueva era, cotiza en negativo con caídas del 4,8%. La realidad es que el mercado malinterpretó las consecuencias que traería la política económica de Trump y las sinergias que esto produciría con la Fed. De hecho, ese baile entre la Reserva Federal y las políticas de la Casa Blanca, ha terminado siendo una verdadera pesadilla para las empresas que iban a ser las grandes beneficiadas de una nueva era… provocando que esa 'gran rotación' muriese incluso antes de nacer.
Así murió la gran rotación
Los aranceles han provocado algo con lo que nadie contaba en noviembre, cuando se hablaba de esa gran rotación: la economía de EEUU ha virado por completo, los costes han aumentado y, particularmente, ha golpeado a las empresas locales que viven de la actividad económica de EEUU. Según Janus Henderson de golpe estas empresas se han encontrado por mayores costes y "dados sus menores márgenes" son los que más están sufriendo.
La firma explica que a diferencia de las tecnológicas "que no importan bienes, por lo que el impacto arancelario es casi nulo", en otros sectores "están involucrados con materias primas y tienen menores márgenes". En ese sentido, sumado a unos costes laborales más altos por las deportaciones "si no tienen un poder alto de fijación de precios, se enfrentan a costes adversos". Las medianas y pequeñas empresas, dado su tamaño, efectivamente no tienen mecanismos para evitar el golpe.
En resumen, si bien todo se había concentrado en que estas empresas estaban protegidas de los aranceles al tener su negocio 'en casa', no se había tenido en cuenta el golpe que está suponiendo la política comercial en sus costes. Al menos, se habían sobreestimado las políticas positivas e infravalorado los riesgos. Los expertos de Russell Investments hablan en su último informe de un aumento de entre 60 u 80 puntos básicos en estructuras de costes.
Los beneficios del Russell se han contraído un 8% cuando se pensaba que crecerían un 13%
Esto se ha mezclado con dos factores clave. En primer lugar, una economía doméstica mucho más dañada de lo que se pensaba. Tras las potentes alzas del 2,8% en 2024 en el PIB, 2025 ha empezado con una contracción del 0,3% en el primer trimestre. Más allá de un dato temporal, la OCDE ha rebajado ya sus previsiones para el crecimiento de EEUU al 1,6%. De golpe EEUU ha entrado en una clara tendencia hacia la ralentización e incluso hay quien ha hablado de recesión, aunque esta posibilidad todavía no es la más aceptada.

Por su parte, la incertidumbre generada por los aranceles y otras medidas ha provocado que la Fed decida no bajar los tipos al ritmo estimado. De hecho todavía se mantiene el precio del dinero en el rango 4,25%-4,5%. El mercado de swaps espera un recorte en septiembre de 25 puntos básicos y se debate entre un único movimiento más o incluso si 2025 se salda con solo una rebaja. Una potente bajada de los tipos de interés era un elemento básico para disparar su actividad.
En su último comunicado la Fed hablaba abiertamente de que ve "riesgos de un desempleo mayor y una inflación más alta", es decir, de estanflación, "han aumentado", lo que les obliga a actuar con mayor prudencia. Desde Oxford Economics hablaban en su informe de mayo que ahora toca esperar "un crecimiento económico más bajo y un repunte de la inflación".
Esta sensación de tormenta perfecta contra las acciones de mediana capitalización y locales, ha terminado de cristalizarse con unos resultados muy débiles. Ya no es solo que no crezcan, sino que según el informe de JP Morgan sus beneficios se han contraído un 8% cuando se esperaban crecimientos cercanos al 13% antes de que comenzase toda esta nueva era arancelaria.
Las tecnológicas han salvado a Wall Street
Y mientras esto ocurre con las midcaps, las empresas de mediana capitalización, han pasado todo lo contrario con las tecnológicas. Sus fantasmas se evaporan y las virtudes del sector brillan en medio de la incertidumbre. A principios del año sí que parecía enterrarse la narrativa de las grandes tecnológicas dominantes en Wall Street y monopolizando las caídas. La llegada de la IA china, DeepSeek, provocó un momento de máxima tensión con enormes caídas. El Nasdaq 100 retrocedió un 3,1% en una sola jornada tras el anuncio de la firma china y Nvidia se desplomó un 17% en un solo día. Un auténtico colapso que hablaba a las claras de una crisis.
La narrativa de un giro hacia otros sectores parecía más que servida. Sin embargo, la realidad es que desde que las bolsas se desmoronaron el Día de la Liberación (4 de abril) con los aranceles recíprocos de Trump, el S&P 500, que llegó a acumular caídas del 20%, ha remontado liderado por la tecnología.
Si bien ha habido miembros ilustres de las Siete Magníficas que se han caído, el sector tecnológico ha subido un 7,32% en lo que va de 2025. Menos del sector industrial, que ha crecido de forma muy desigual un 8,24% a lomos de las firmas de defensa como RTX o Lockheed Martin, que se han beneficiado del caos global y la mayor incertidumbre.
Apple, atrapado en el fuego de los aranceles entre China y EEUU, con producción y mercados repartidos entre ambos países, cede un 20% en 2025 y Alphabet, matriz de Google, un 7%. Sin embargo, la IA sigue impulsando a otras empresas que ven como sus beneficios no se agotan. Nvidia logra subir un 7,76% y Meta un 19%. Microsoft se revaloriza también un 14,7%.
Una auténtica remontada que las ha llevado no solo a salvar la crisis de enero, sino a ser los mayores impulsores de 2025 en su conjunto. Incluso antes de los aranceles, en marzo, todos los valores de grandes capitalizadas tecnológicas estaban en negativo, excepto Meta. En aquel momento, Rob Haworth, director sénior de estrategia de inversión de US Bank Asset Management, afirmaba que "las dificultades de la tecnología parecen estar relacionadas en gran medida con los cambios en la percepción del mercado de la inteligencia artificial (IA)".
Pero es que también se ha mezclado esto con nuevos 'ganadores' como Netflix, que se dispara un 37%, Oracle un 28%, IBM otro 28% y Uber un 41%. Ya no es solo la IA sino que las grandes firmas relacionadas con la ciberseguridad recogen las mieles de un mundo más peligroso.
Las perspectivas de beneficios para los siete magníficos son un aumento de los ingresos del 15% para este año, es decir, el doble que el S&P 500.
Detrás de esto está un fuerte cambio a través de los datos que ha desterrado un temor que estaba más que presente… la 'espumosidad' de la IA. Desde la llegada de DeepSeek flotaba en el ambiente la duda de si se había sobre invertido. Dada las menores necesidades de recursos de esta nueva IA generativa, había una gran incertidumbre sobre si las perspectivas del negocio eran excesivas. Los datos y presentaciones de resultados han restado importancia a esta tesis. Un ejemplo claro fue Oracle que anunció un importante impulso en su negocio IA, algo que disparó a todo el sector ,incluyendo a gigantes como Microsoft.
Desde S&P Global comentaban que "el sólido crecimiento de la inversión en infraestructura tecnológica para la IA generativa (IAG) ha sido un punto central durante el último año y se prevé que se expanda este año. Si bien el crecimiento proyectado de los gastos operativos ha disminuido, el ritmo mucho más acelerado de los gastos de capital previstos para respaldar la infraestructura tecnológica de la IA ha generado cierta preocupación".
Los analistas tras los resultados se han reafirmado en sus perspectivas. Este mismo lunes , el analista de Melius Research, Ben Reitzes mejoró sus estimaciones para el sector alegando que "las cifras que se habían generado eran conservadoras". Señalando que creen que la demanda de centros de datos seguirán siendo fuerte.

Más allá de la IA las grandes firmas están mostrando su capacidad de mantener márgenes, incluso en periodo de incertidumbre. "Seguimos viendo un futuro brillante para Microsoft, impulsado por las perspectivas de crecimiento continuado en enormes categorías de gasto en Tecnología de la Información, la capacidad de monetizar aún más el sólido posicionamiento en múltiples mercados finales y un perfil financiero que sigue mostrando una expansión duradera de los márgenes", destacan desde Wells Fargo en su último análisis de la compañía.
Fuera de este ejemplo de Microsoft, los resultados que mostraron a las claras esta tendencia fueron los de Nvidia, con unos ingresos de 44.060 millones de dólares y unos beneficios de 18.775 millones. Ambos superando las expectativas. Incluso bajo el fuego de los aranceles, la firma que lideró la revolución tecnológica de los últimos años está.
Solo Apple sigue perdiendo terreno y cae un 18,63%. El grupo está en el centro de la guerra comercial de Donald Trump, ya que la gran mayoría de los iPhones se producen en China. Una situación que ha llevado a que retire previsiones para el tercer trimestre y ponga en alerta a sus inversores. También Tesla, atrapada en la volatilidad de Elon Musk, su conducción autónoma y la crisis del coche eléctrico por los bajos precios de China. Con todo la firma ha remontado y ya 'solo pierde un 13,22%.
Con todo, las perspectivas de beneficios de Bloomberg para los siete magníficos son un aumento de los ingresos del 15% para este año, es decir, el doble que el S&P 500. Convirtiéndose así, de nuevo, en el motor clave de un Wall Street que ya parecía renunciar a ellas. Dado que el sector tecnológico representa el 31% de todo el S&P 500 y ha sido el mejor tanto en mayo como en abril, esta siendo de nuevo la estrella que sostiene al principal mercado del planeta.