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Batir a la inflación: una necesidad vital para el inversor conservador

  • Invertir no es solo una cuestión de rentabilidad: es una herramienta para protegerse
  • Cada vez obtendrán menor rentabilidad de los depósitos y los fondos monetarios
Imagen: Alamy.

Hoy, más que nunca, invertir no es solo una cuestión de rentabilidad: es una herramienta para protegerse. Los perfiles de riesgo nos ayudan a definir cómo hacerlo, pero el objetivo de fondo es el mismo para muchos inversores: mantener el poder adquisitivo en el tiempo. Desde los más conservadores hasta los más dinámicos, cada estrategia debería construirse teniendo en cuenta dos cosas: la tolerancia al riesgo y el horizonte temporal. Mientras un perfil prudente buscará preservar capital y minimizar sobresaltos, uno agresivo asumirá más volatilidad a cambio de mayor rentabilidad esperada.

En España,el perfil de riesgo predominante entre los inversores sigue siendo el conservador, con una fuerte preferencia por la inversión inmobiliaria y los depósitos bancarios. Durante más de una década, este perfil se vio penalizado por un entorno de tipos de interés en mínimos históricos, que limitaba las oportunidades de obtener rentabilidades atractivas en productos tradicionales como los depósitos o los fondos monetarios. Pero esto cambió radicalmente en 2022.

2022: un antes y un después

El año 2022 supuso un punto de inflexión. La inflación, que durante meses fue calificada como transitoria, se convirtió en estructural. El BCE reaccionó con la subida de tipos más agresiva desde los años 80: de -0,50% a 4% en apenas 14 meses. Esto cambió las reglas del juego.

Productos que durante años habían pasado desapercibidos -como los fondos monetarios, letras del Tesoro o depósitos- volvieron al radar de los inversores más conservadores. El atractivo estaba claro: rentabilidad sin apenas riesgo. Las imágenes de colas en el Banco de España para comprar deuda pública son prueba de ello.

Las cifras no engañan. A cierre de abril, el patrimonio gestionado por los fondos monetarios en España superaba los 24.500 millones de euros, según datos de Inverco. Este crecimiento ha sido notable desde mediados de 2022, cuando el patrimonio se situaba entre 4.000 y 6.000 millones de euros.

Expectativas de bajadas de tipos de interés

Pero no es oro todo lo que reluce. Después de algo más de dos años con unos tipos de interés elevados, los cuales se han situado en determinados momentos por encima de la inflación, ahora ha llegado el momento de la normalización monetaria. De hecho, esta comenzó en junio del pasado año con la primera bajada de tipos de interés por parte del BCE. A partir de ahí, la institución ha continuado reduciendo el coste del dinero, pero a un ritmo inferior al que estimaban los inversores.

Actualmente, el consenso de Bloomberg considera que el tipo de interés de depósito se situará en niveles del 1,75% a cierre de 2025. Es decir, los analistas prevén que el BCE va a realizar dos ajustes en las tasas de referencia en la segunda parte del año. Como consecuencia de ello, los inversores más conservadores van a obtener cada vez un rendimiento menor en activos como los fondos monetarios y los depósitos.

Positivización de la curva

El actual entorno económico invita a ser más optimista con la duración (sensibilidad de un bono ante las variaciones de los tipos de interés). Durante más de dos años, los mercados financieros ofrecieron una anomalía poco habitual: la deuda a corto plazo pagaba más intereses que la de largo plazo, con una duración mucho menor. Era la combinación ideal para los inversores más conservadores: tipos elevados sin necesidad de asumir riesgo de duración. Pero esto se ha acabado. Mejor dicho, se acabó en septiembre del año pasado.

Desde entonces, la normalización de las curvas de tipos ha devuelto atractivo a los tramos largos, haciendo que los inversores empiecen a reevaluar el valor de posicionarse en activos con mayor duración, especialmente en un contexto de tipos que podrían haber alcanzado su techo. Un ejemplo de ello es la deuda alemana, con su bono a dos años ofreciendo una rentabilidad del 1,70% por el 2,55% de la referencia a diez años.

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