Analista de inversiones de Tressis
Opinión

Pocas frases han sobrevivido tantas primaveras en el imaginario financiero como "Sell in May and go away". La máxima sugiere que los meses de verano son menos rentables para los mercados bursátiles, por lo que sería mejor retirarse en mayo y regresar cuando llegue el frío. Como ocurre con muchos dichos de mercado, hay algo de base estadística, pero también mucho de simplificación peligrosa.

Cuando pensamos en inversión, solemos imaginar gráficos en movimiento, balances de empresas y complejos modelos financieros. Sin embargo, lo que realmente determina el éxito o el fracaso de un inversor rara vez se encuentra en una hoja de Excel. La mente humana es un campo de batalla donde las emociones, los miedos y el exceso de confianza compiten por el control de nuestras decisiones financieras. El dinero no es solo un activo, es una fuente de seguridad, estatus y, en muchos casos, ansiedad. Esto hace que nuestras decisiones de inversión sean cualquier cosa menos racional. ¿Cuántas veces has dudado en vender una acción en pérdidas por miedo a equivocarte? ¿O has comprado un activo solo porque parecía que “todo el mundo” lo hacía? Estos comportamientos no son casualidad, sino el reflejo de sesgos psicológicos que afectan incluso a los inversores más experimentados. Aquí es donde entra en juego la psicología financiera, también conocida como Behavioral Finance. Esta disciplina estudia cómo las emociones y los patrones de pensamiento influyen en la toma de decisiones económicas, desafiando la idea de que los inversores siempre actúan de manera racional. En la práctica, los mercados no solo se mueven por fundamentos económicos, sino también por miedo, euforia y sesgos cognitivos que llevan a los inversores a cometer errores predecibles. Pero ¿cómo funcionan exactamente? ¿Por qué nos dejamos llevar por ellos? Y, lo más importante, ¿cómo podemos proteger nuestras inversiones de nuestra propia psicología? Para responder a estas preguntas, primero debemos entender los sesgos más comunes y la forma en que moldean nuestro comportamiento financiero.

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