Aunque Estados Unidos ha decidido pausar los 'megaaranceles', mantiene los impuestos comerciales de base del 10% al resto del mundo e impone un 21% extra a China, cuyo arancel ya llega al 125%. Ambos países han entrado en una escalada en la que los porcentajes a su rival no dejan de subir cada vez que uno mueve ficha y el otro responde. La guerra comercial (y financiera) augura una lucha feroz entre las dos grandes potencias, que todavía pueden jugar una última bala: sus divisas.
El Día de la Liberación de Donald Trump ha sacudido los mercados en pocos días y, aunque todos menos China sortean las medidas más agresivas, las consecuencias en los mercados financieros no pasan desapercibidas. El mercado de bonos americano sigue tocado tras la tregua arancelaria. Una de las hipótesis que se baraja, aunque no es la principal, es que Pekín esté vendiendo deuda americana, ya que junto a Japón es el mayor tenedor de bonos.
Paralelamente, las ventas masivas de bonos se atribuyen a los fondos de cobertura, que podrían haberse visto obligados a deshacer a toda prisa su estrategia de basis trade, en la que se arbitra con los precios de los bonos y sus futuros. Además, el órdago del presidente de EEUU a todo el planeta ha mermado la confianza en los activos estadounidenses y eso puede socavar el apetito por su deuda.
¿Primer asalto?
En todo caso, China puede jugar esa carta y presionar a su gran enemigo, ya que es el segundo tenedor mundial de bonos americanos, solo por detrás de Japón. De hacerlo, puede golpear a Donald Trump donde más le duele. El político republicano está obsesionado con que bajen los rendimientos de los bonos debido a la enorme factura de intereses que tiene el país y porque tiene que refinanciar buena parte de su deuda este año. Cuanto más elevados sean los retornos de la renta fija, más caro le va salir todo esto a su Administración. Al final, Pekín puede usar esta vía para debilitar y molestar a Washington.
Tras estos acontecimientos, Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, ha tratado de quitarle peso al asunto. "Creo que no hay nada sistémico en esto [en las ventas de bonos]; creo que es un desapalancamiento incómodo, pero normal, lo que está ocurriendo en el mercado de bonos", aseguró en una entrevista a la cadena Fox este miércoles. No obstante, el prohombre de Trump en la economía norteamericana ha amenazado a China desde otra coordenada de la economía: la devaluación de la tasa de cambio. Ha avisado expresamente a su rival de que no manipule su moneda.
Segundo asalto
China, además de los aranceles, cuenta con otra poderosa arma para desestabilizar a la economía norteamericana. En su baraja se encuentra la capacidad de lanzar una guerra de divisas que encarezca al dólar (atacando directamente el objetivo de reindustrialización de Trump) y arrastrando por el camino a toda la economía del Asia-Pacífico.
Actualmente, el Banco Central de China ha contenido la depreciación del yuan frente al dólar desde que Donald Trump asumió la presidencia, pero los continuos ataques comerciales estadounidenses pueden dar alas a Pekín para que "libere a la bestia" y permita que la divisa china caiga a las claras y sin disimulos por su parte. El yuan podría depreciarse entre un 15%, que es la hipótesis de Wells Fargo, y un 30%, que es la apuesta de Jefferies, en los próximos dos meses.
De momento, China ha dado un primer paso. El Banco Popular de China (PBoC, por sus siglas en inglés) permite al yuan cotizar en un rango, que no exceda el 2%. El precio de inicio de negociación de la divisa lo marca el organismo monetario (el par lo encabeza el yuan frente al dólar y no viceversa).
El martes, el PBoC fijó en los 7,2038 yuanes por dólar el punto central de la banda en la que el tipo de cambio está autorizado a cotizar, la cifra más alta desde septiembre de 2023. Cuantos más yuanes se necesiten por cada divisa americana, más débil es la moneda asiática y más fuerte la americana. Esa línea divisoria, el 7,20 por cada dólar, se concibe en el mercado como una primera señal de alerta. Es una declaración de intenciones y seguir sobrepasándola sería un mensaje directo.
El país asiático ha demostrado que no tiene reparos en recurrir a la manipulación de su divisa. En 2015, China decidió devaluar el yuan, algo que repitió durante los años posteriores. En respuesta a ese movimiento, otros países hicieron lo mismo para que sus productos fueran competitivos en el extranjero. Entonces, el enfrentamiento se tornó en una guerra de divisas con muchos implicados.
Después, durante la primera guerra comercial entre 2018 y 2019, el yuan se devaluó un 11,5%, lo que según Morgan Stanley compensó dos tercios de los aranceles impuestos entonces, que eran mucho más bajos que los de ahora.
El efecto directo de una depreciación desatada del yuan sería un dólar mucho más fuerte de lo que conviene al comercio de EEUU. Anularía gran parte de los impuestos a las importaciones establecidos por el mandatario estadounidense en términos reales, seguiría ensanchando el déficit comercial estadounidense y no lograría la ansiada reindustrialización. Además, mercados más pequeños como Vietnam, Tailandia o incluso Corea del Sur podrían forzar una depreciación masiva de sus monedas, que sería gasolina al fuego de la guerra económica.
El dólar se debilita
Aunque el dólar sigue siendo muchísimo más fuerte que el yuan, el 'billete verde' ha perdido vigor frente a las principales monedas del mundo. El índice dólar tocó la semana pasada mínimos de seis meses, aunque todo puede cambiar con los giros de guion constantes de Trump. Si era uno de sus objetivos o no aligerar su moneda, se desconoce.
Aunque nunca ha mencionado que quiere un dólar débil, algo bastante útil para el propósito de reindustrializar el país, hay gestores que han metido en sus cálculos este escenario. De hecho, en febrero se esparcieron los rumores en Wall Street sobre la posibilidad de que Trump quisiera emular el Acuerdo Plaza de 1985, en el que pactó con varios países la debilidad del dólar, en un nuevo plan bautizado como Mar-a-Lago, que recibe el nombre de la mansión del republicano en Palm Beach, Florida.
Desde el Día de la Liberación, ya son dos los activos americanos que tradicionalmente han actuado como refugio y que han marcado excepciones en el mandato de Trump: los bonos y el dólar. La incertidumbre que causa el político ha generado una ola de desconfianza hacia EEUU, tanto como socio comercial, destino de inversión y mercado seguro.
Europa, nuevo refugio
Europa parece estar sustituyendo a EEUU como nuevo refugio tras la crisis de confianza en el dólar. Es la segunda moneda más líquida del mundo y la alternativa preferida al 'billete verde' como reserva. Incluso, ni los menores tipos de interés en la eurozona que en EEUU han impedido que la divisa única se revalorice.
Trump lleva menos de tres meses en la Casa Blanca, pero sus políticas ya han trastocado los mercados financieros. China "va a luchar hasta el final" contra los impuestos comerciales y no sorprendería que el próximo paso fuera la guerra de divisas. Si Pekín pulsa el botón, está invitando a los demás países a seguir sus pasos, como ha ocurrido en el pasado.