Durante el fin de semana Scott Bessent ha puesto cifras en el ahorro de costes que ha supuesto el descenso de las rentabilidades de los bonos de Estados Unidos. Según el secretario del Tesoro, por la última reacción del mercado, en el tramo final de la semana pasada, se han ahorrado 100.000 millones de dólares en intereses, en un año en el que, al cierre del ejercicio, habrán llegado a vencimiento casi 9 billones de dólares en deuda pública, la mayor cantidad de la historia. Por su parte, Trump continúa insistiendo a la Reserva Federal para que baje tipos.
Uno de los argumentos que se han puesto sobre la mesa para defender la lógica arancelaria del gobierno estadounidense es la necesidad que tiene la primera economía del mundo de que bajen los tipos de interés, en un año en el que los vencimientos de la deuda pública son los más altos de la historia. No es un razonamiento sencillo, ya que implica que la Casa Blanca era muy consciente del impacto que iba a tener la nueva ola de aranceles en los mercados financieros, con el hundimiento de la bolsa incluido, pero que esto le parece algo aceptable, y más si se tiene en cuenta que, junto a las caídas de las bolsas, la rentabilidad de los bonos bajaría.
La reacción de los bonos fue tan fuerte durante las últimas jornadas de la semana pasada, (llevando la rentabilidad a vencimiento del bono a 10 años estadounidense por debajo del 4%, algo que no ocurría desde septiembre del año pasado) que Bessent ya ha sacado pecho por el ahorro que ha generado, más de 100.000 millones de dólares de sopetón.
La urgencia que tiene el gobierno estadounidense para enfrentarse a la montaña de vencimientos es evidente. Trump lleva tiempo pidiendo a la Reserva Federal que baje los tipos de interés (en su primera legislatura ya tuvo un fuerte encontronazo con Jerome Powell y la institución al presionar para que se bajasen los tipos) y la administración incluso ha insinuado en los últimos meses, a través de Bessent, que el gobierno tendrá palancas alternativas a la Fed para bajar los tipos. En un primer momento se especuló con una estrategia de aumentar las emisiones de corto plazo, y nadie pensó en la posibilidad de que la administración estuviese abierta a que se produzca una fuerte corrección bursátil para forzar un recorte de los intereses de la deuda.
En este entorno, Trump ha vuelto a insistir a la Fed en que baje los tipos: "¡La Reserva Federal debería recortarlos!", ha vuelto a publicar en la red social Truth este mismo lunes. Está claro que, sea o no el motivo principal que explica los aranceles, Trump está viendo con buenos ojos una caída en las rentabilidades de los bonos, incluso si vienen acompañados de una fuerte corrección bursátil.
Se trata de una estrategia arriesgada, ya que, como ocurrió al final del primer mandato de Trump, la Fed de Powell puede negarse a bajar los tipos de interés y defender su supuesta independencia que tiene el organismo frente al poder político. De hecho, el banco central estadounidense probablemente encontrará motivos para no acelerar la bajada de tipos, si los aranceles de Trump terminan generando un aumento de la inflación, una consecuencia que, para muchos economistas, es el escenario más probable en este momento.
"¿Cómo se plantean cinco bajadas de tipos en Estados Unidos, si el problema que va a haber por los aranceles es inflacionista?", se pregunta el economista Javier Santacruz. La realidad es que, con una Fed centrada en eliminar el riesgo de inflación, como lo está en este momento, parece difícil que se produzcan recortes en el precio del dinero si los aranceles terminan presionando al alza a los precios en Estados Unidos.
El riesgo que entraña la estrategia de Trump es grande, ya que depender de una reacción indirecta del mercado para ahorrar en una refinanciación de la deuda puede salir mal en muchos casos, y los movimientos que están teniendo los mercados este lunes lo demuestran: en una sesión en la que la bolsa sufre fuertes caídas, el bono también está teniendo ventas generalizadas e incrementa su rentabilidad a vencimiento a media sesión de Wall Street. Si Bessent cifró en 100.000 millones el ahorro que generó el mercado de deuda en los últimos días, hoy tendrá que borrar buena parte de esa cifra por el mismo motivo.