
El coste de los fondos se ha convertido en un anatema para la industria de inversión europea en un momento en que se debate desde Bruselas la forma de mejorar la formación del precio que pagan los inversores por los productos financieros donde depositan su dinero.
Esma, el regulador paneuropeo de los mercados bursátiles, realiza de manera recurrente un estudio para analizar la evolución de las comisiones que aplican los fondos, y en su séptima edición, referida al año 2023, la conclusión es que se mantiene la tendencia de reducción del coste, aunque con diferencias sustanciales según el nivel de riesgo de los fondos.
De esta manera, en los vehículos de inversión colectiva de renta fija, el coste total ha caído un 13% respecto al informe de 2019, mientras que en los fondos de renta variable, el coste solo ha bajado un 5%. En los fondos mixtos y en los productos de gestión pasiva de renta variable, la rebaja del coste ha sido más limitada. En el estudio también se subraya que, pese a esta rebaja de precios, la rentabilidad de los fondos supuestamente activos ha estado por debajo de la obtenida por aquellos de gestión pasiva, tanto indexados como ETF.
Este dato es cada vez más pertinente por el empeño de Bruselas y los reguladores de tratar de imponer más transparencia sobre el coste de los fondos, en un momento de fuerte crecimiento de los fondos cotizados. En Europa ya han superado la barrera de los dos billones de euros de patrimonio, gracias a que en países como Alemania se han popularizado las cuentas de ahorro e inversión basadas en ETF. Solamente el año pasado, los fondos cotizados atrajeron 256.400 millones de euros, el nivel más alto de flujos netos conseguidos nunca, según datos de LSEG Lipper.

Y en este contexto de crecimiento de la inversión automatizada, donde el inversor percibe que obtiene más rendimiento de su cartera a un coste mucho menor, gracias sobre todo al tirón de índices como el norteamericano por el fuerte peso de los grandes valores tecnológicos, el tema del coste de los fondos activos se ha convertido en una obsesión, hasta el punto de que la Comisión Europea quiere introducir la comparación de la rentabilidad de los vehículos de inversión con índices creados ex profeso para comparar su evolución y el efecto de su coste en el rendimiento.
Dentro del sector se han criticado los inconvenientes que acarrearía la construcción de estos índices y su operatividad, aparte de que tenderían a justificar los datos de rentabilidad a corto plazo.
Gran parte de esta mala imagen de los fondos de inversión por el coste que tienen se debe, según resalta el informe de Esma, a la heterogeneidad del mercado europeo, donde hay una oferta de más de 50.000 productos con un volumen patrimonial hasta diez veces inferior al de sus pares norteamericanos, lo que impide la creación de una economía de escala dentro del sector. De hecho, los fondos de renta fija han podido reducir más su coste gracias a que cuentan con un mayor volumen de que los de renta variable.
En el informe también se señala la dificultad a la hora de separar los distintos factores que influyen en el precio, como los costes de transacción y los de distribución, que en el caso de estos últimos complican la comparación.
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