
Los activos alternativos se han convertido en uno de los segmentos de negocio que más están impulsando las firmas de inversión. El cambio de normativa sobre las sicavs, los vehículos que utilizaban tradicionalmente los millonarios para canalizar su patrimonio y optimizar la factura fiscal, llevó a numerosos inversores a buscar fórmulas que les proporcionaran el mismo efecto.
Pero no es lo mismo la constitución y manejo de una sociedad de inversión de capital variable que la estructuración de una sociedad de capital riesgo y la cartera de activos subyacentes que tiene, por las implicaciones legales y fiscales que pueden acarrear su encaje en conjunto. Y en este sentido, Creand lo tiene claro: se han lanzado vehículos alternativos mal estructurados que dentro de unos años pueden dar problemas. Problemas que pueden venir en forma de inspecciones, tanto de la CNMV como por parte de la Agencia Tributaria, advierte Luis Bilbao, director general de Creand Asset Management.
Esos vehículos alternativos a los que se refiere el banco andorrano son sociedades de capital riesgo (SCR) pertenecientes a un grupo familiar, que en muchas ocasiones no son conscientes no solo del coste necesario para el mantenimiento de dicha sociedad sino de la estructura legal más adecuada para encajar todas las piezas del patrimonio empresarial y familiar.
"La desaparición de las sicavs ha empujado a las familias a constituir SCR pensando en las bonificaciones fiscales. Pero dedican el 90% del tiempo a hablar con el equipo de asesores fiscales y solo después hablan con el equipo de inversiones y esto puede acarrear problemas en el futuro por la iliquidez de estos vehículos y los plazos temporales con que funcionan", apunta Sergio Muñoz, responsable de activos alternativos de Creand AM.
El experto subraya que los inversores cometen el error de asemejar el formato de una sociedad de capital riesgo con el de un vehículo tradicional o una sicav, y comparar el coste de la misma manera, lo que puede llevar a cometer errores a la hora de estructurar el vehículo alternativo por intentar reducir las comisiones. Si en una sicav, el coste medio era del 0,30%, en una SCR se puede doblar ese porcentaje como mínimo, en función de la complejidad.
Pero no solo es el coste. En función de la carcasa que adopte dicha sociedad o de los activos subyacentes con que cuente, las implicaciones fiscales pueden ser diferentes, en función de si Hacienda considera que la SCR cumple reglamentariamente los preceptos para ser considerada como tal o no se han cubierto determinados requisitos, en algo tan básico, por ejemplo, como la cantidad aportada para su constitución. Y tampoco será lo mismo que la sociedad cuente con un administrador único o un consejo de administración, si es autogestionada o delega la gestión en terceros, si tiene participaciones en inversiones directas o si cobra dividendos de una sociedad registrada en Luxemburgo.
"Es necesario contar con asesoramiento porque lo que puede encajar a un cliente desde el punto de vista fiscal puede que no lo sea tanto desde el punto de vista de las inversiones y del coste de la estructura del vehículo", insiste Muñoz.
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