Bolsa, mercados y cotizaciones

La gestión pasiva 'marximiza' los medios privados de producción

Escultura de Karl Marx. iStock

Me ha apasionado el titular que le sacaba un periodista que siempre he admirado como es Roberto Casado al consejero delegado de Janus Henderson, Ali Dibadj, al asegurar que "la inversión de los fondos pasivos de Bolsa está destruyendo el capitalismo". Si nos detenemos a pensar que cuando se pone dinero en ellos –y ya en EEUU representan más de la mitad de lo que se invierte y en Europa vamos por el mismo camino–, se asigna sin mirar si una compañía es buena o mala; sin mirar si el gestor de la compañía crea valor; y se despilfarra el capital como abono que no se sabe si va sobre tierra buena o mala. Si se asigna capital sin juicio, "y raramente los fondos pasivos votan contra los directivos en las juntas, no se tiene una visión fundamental de las empresas, y se abdica de la responsabilidad de gestionar", afirma Dibadj.

El problema se agrava cuando se piensa que muchos inversores reflexionamos que mejor tener un indexado del S&P y olvidarse del resto del mercado. Y es que, si echamos un vistazo para atrás, en los últimos años hay muy pocos gestores que puedan superar al principal índice de la bolsa mundial, que recoge todo el crecimiento. Pero pensar que la gestión pasiva sirve para unificar toda la industria de la inversión y del ahorro mundial es como marximizar la inversión al socializar la propiedad privada de los medios de producción. La posibilidad de poder seleccionar las compañías que crean valor al accionista es la característica esencial del capitalismo. Como dijo Adam Smith: "No es de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero de donde obtendremos nuestra cena, sino de la motivación y la preocupación de sus propios intereses".

Si algunos de los principios esenciales de la inversión son la diversificación y la selección de compañías de calidad que ofrezcan crecimiento, entre ambos comienza a existir una terrible contradicción. Se ha comentado mucho que las Siete Magníficas representan la mitad de la bolsa estadounidense y una quinta parte del mercado mundial. Pero pasa desapercibido que en una bolsa como la española, estigmatizada para bien o para mal por la banca, los dos valores que son un híbrido perfecto de crecimiento y retribución al accionista están cerca de representar una tercera parte del Ibex. Iberdrola e Inditex, los dos títulos icónicos de la bolsa española por lo que han aportado en las últimas décadas y porque pese a cotizar en máximos históricos todavía no se paga por ellos multiplicadores medios por encima de la media histórica, empiezan a ser un peligro para quien se indexa u opta por la gestión pasiva, con una ponderación superior al 30%. El Ibex ya vivió un gran castigo cuando la sublimada Telefónica, la esencia de la creación de valor en la bolsa española con cuatro cotizadas en el selectivo –la matriz, Móviles, Terra y TPI–, y casi la mitad de la ponderación del índice, acabó en Timofónica.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky