Bolsa, mercados y cotizaciones

La prueba de la verdad a la que someter el mercado

La célebre frase de que "mister Market es un esquizofrénico en el corto plazo, pero recupera su cordura en el largo plazo" (Peter Lynch) se suele utilizar siempre en las correcciones por abajo y casi nunca en las exuberancias alcistas. Si tuviésemos un polígrafo que fuese útil podríamos someter al mercado a un test de la verdad sobre la autenticidad que hay en que el S&P 500 haya sido capaz de revalidar nuevos máximos históricos en las mismas fechas en las que se espera un ataque de respuesta de Israel a Irán, con el vacío de poder de la Casa Blanca a tres semanas de las elecciones y sin ningún candidato como claro ganador. Es esto último, en realidad, lo que más debería penalizar al mercado.

Antes de que uno de los padres de la criminología positivista, el médico italiano Cesare Lombroso, nos descubriese en El hombre delincuente que en el principio de la maldad y la mentira hay una justificación genética, los chinos muchos siglos atrás ya habían ideado un test sobre la verdad para descubrir criminales. Hace 3.000 años decidían sobre la honestidad del testigo haciéndole masticar polvos de arroz para, posteriormente, escupirlos. Si el polvo de arroz estaba seco, quedaba probado que el testigo había mentido; si lo escupía húmedo, había dicho la verdad. Los antiguos bretones hacían mascar al testigo sospechoso una rebanada de pan seco y queso. Si éste lo podía tragar sin problemas era prueba de que decía la verdad. Y en el Juicio de Dios israelita cuando se sospechaba que un testigo mentía se le ponía una barra de hierro al rojo vivo en la punta de su lengua: si se quemaba era prueba de que estaba mintiendo. En la base de estos tres procedimientos estaba la misma idea: cuando un testigo mentía, el miedo a ser descubierto provocaba que las glándulas salivares redujeran su actividad. Con la boca reseca era difícil que los polvos de arroz se expulsaran húmedos, que la rebanada de pan seco y queso se pudiera tragar y que la lengua no se quemara sin la protección de la saliva.

La prueba de la verdad con las bolsas y las valoraciones en máximos será la consecución o superación de las ganancias estimadas. Los analistas han puesto el listón para aprobar el examen trimestral en un crecimiento del beneficio por acción del S&P 500 del 8% con respecto al mismo periodo del año pasado, el mayor en dos años.

Si atendemos a cómo han evolucionado las previsiones para el conjunto del ejercicio, de cara a este año el consenso de analistas espera que se alcancen los 237 dólares por acción, lo que supone una cifra un 10% mayor que la reportada en 2023. La última temporada de resultados se saldó con sorpresas positivas, con mejoras de márgenes, pero con algo menos de inversión de la prevista. La debilidad deberían seguir siendo los sectores cíclicos y la fortaleza la tecnología y los semiconductores. Si todo se cumple, las glándulas salivares bursátiles estarán húmedas.

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