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Lagarde da una lección de valentía a la Fed y corre por delante de la inflación

  • El recorte de tipos del BCE en julio ha sido una decisión acertada, frente al parón de la Fed
  • Lagarde necesitaba un acierto para mejorar la credibilidad del BCE 
  • El movimiento fue arriesgado por la gran incertidumbre que existe en este momento
Christine Lagarde, presidenta del BCE. Foto: Reuters
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Este verano Christine Lagarde y el Banco Central Europeo han conseguido aumentar su credibilidad en un momento muy necesario para la institución. El Consejo de Gobierno del BCE ha dado una lección de valentía a la Reserva Federal al adelantarse en el inicio del proceso de bajadas de tipos, un movimiento que se está demostrando acertado. La confianza del BCE en su propio análisis de la situación macroeconómica, al ver indicios claros de una desinflación estructural, ha dado sus frutos y ha permitido al organismo iniciar los recortes de tipos en el momento adecuado. Sin dejar de ser prudente, Lagarde ha conseguido empezar con buen pie el ciclo de bajadas en el precio del dinero, y por primera vez en mucho tiempo, el BCE puede respirar tranquilo, sin tener la sensación de estar corriendo detrás de la inflación. El organismo europeo se ha adelantado a la Fed, con una decisión que mejora el balance del BCE desde que Lagarde empezó su mandato en el año 2020. Ahora el balón está en el tejado de la Fed, si quiere volver a asumir su papel del banco central que lidera las tendencias mundiales de los tipos de interés.

La decisión que ha tomado el BCE en junio la coloca como el banco central líder en el proceso de bajadas de tipos, algo que no es habitual, ya que es el papel que suele asumir la Fed, el banco central más poderoso del planeta, por el impacto que tienen sus políticas en todo el mundo. El recorte que decidió llevar a cabo el organismo europeo en el mes de junio fue un movimiento arriesgado, teniendo en cuenta que el banco central (como también le ocurrió a la Fed) se equivocó en los primeros meses de la crisis inflacionista al asegurar que se trataba de un proceso "transitorio". Aquel no fue el mejor momento de un BCE al que algunos han acusado de imprudente, por no ser capaz de prever que los estímulos milmillonarios de la era del Covid, combinados con los cuellos de botella y el impacto de la transición energética, escondían el peligro de generar un repunte de la inflación. Así, para el BCE, haber acertado en el recorte de tipos este verano, mientras la Fed pecaba de excesiva prudencia es un soplo de aire fresco que mejora el balance de la institución durante los últimos años.

Por primera vez en mucho tiempo, el BCE se ha ganado el derecho a presumir de haber medido la situación mejor que la Fed, que consideró, en julio, que no había que bajar tipos, para dar un giro radical a su mensaje pocos días después, una vez los datos macroeconómicos, sobre todo el empleo, confirmaban que ya es el momento de actuar.

El BCE corre delante de la inflación

Lo último que quiere Lagarde en este momento es que sus políticas vuelvan a disparar la inflación. Las críticas serían feroces y es por eso, precisamente, que su decisión ha sido un ejemplo de valentía. El BCEha empezado este ciclo de bajadas de tipos corriendo por delante de la inflación, y rompe así con la tendencia de los últimos años de correr detrás de los datos macroeconómicos y del mercado. Este movimiento marca uno de los momentos de más éxito de Lagarde al frente del BCE, en un mandato complicado, en el que ha tenido que lidiar con la crisis del Covid-19 recién aterrizada en la institución. La presidenta, además, es una de las cabezas del BCE que más críticas ha sufrido, y acumula unas valoraciones negativas por parte de los propios trabajadores del organismo en las encuestas internas, a diferencia de sus predecesores.

En este sentido, ha llegado el momento de romper una lanza a favor del mandato de Lagarde al frente del BCE. Hay que reconocer que la decisión de empezar a recortar tipos no era fácil, y de momento, ha sido acertada. Si bien es cierto que, tanto el BCE como la Fed, ya habían avisado de que esperaban repuntes puntuales de la inflación durante los meses de verano, pero que volverían a moderarse con el paso de los meses, ambos organismos llevan meses insistiendo en la enorme incertidumbre que existe en este momento, derivada de las tensiones geopolíticas, y también de la naturaleza inédita de este ciclo económico, marcado por el impacto de los confinamientos en todo el mundo durante la pandemia.

Hasta la fecha se ha cumplido su predicción de ver un pequeño repunte inflacionista temporal, pero por el camino los dos bancos centrales han tenido que lidiar con un mercado laboral más fuerte de lo esperado, que ha hecho que el miedo a un nuevo repunte inflacionista se mantenga presente. Sólo hasta que en Estados Unidos se ha visto un mal dato de empleo, hace dos semanas, los inversores no han terminado de convencerse de que va a dar comienzo una bajada de tipos en EEUU.

De hecho, ahora el mercado pronostica que la Fed va tener que pegar un acelerón en sus recortes de tipos para no quedarse atrás y, al menos, alcanzar al BCE en los próximos meses. Para ello Powell tendrá que bajar los tipos 100 puntos básicos en sus tres reuniones restantes, mientras Lagarde bajará entre 50 y 75 puntos, según los mercados, sin contar el recorte que ya ha llevado a cabo el BCE en julio.

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