
Al igual que el guerrero no es el que siempre vence sino el que siempre lucha, el inversor no es el que siempre gana es el que siempre está en mercado. Inversor es quien en una jornada en la que el mercado arquea la aleta, como un tiburón cuando huele sangre, es capaz de derrotar la tentación de vender. Es más, incluso se plantea comprar más en jornadas acompañadas del adjetivo negro o rojo, como las del pasado dos y cinco de agosto, venciendo esa sustancia perniciosa frente a nuestra convicción que es la dopamina. Esa sustancia que nos hace pensar que por comprar nos vamos a subir a un barco que se hunde o entramos en una casa que se incendia.
Si el objetivo de la inversión es duplicar el capital como consecuencia del interés compuesto y una expectativa de rentabilidad anualizada del 7%, los múltiples episodios de pánico son una oportunidad adicional para incrementar la expectativa de ganancia junto a las aportaciones periódicas. Muy pocos inversores son los que son capaces de hacer esas cosas, esencialmente porque la dopamina provoca que el daño causado por las caídas duplique la satisfacción de la ganancia.
? Si el objetivo es duplicar el capital por el interés compuesto y una rentabilidad anualizada del 7%, los episodios de pánico son una oportunidad adicional para incrementar la expectativa de ganancia.
— elEconomista.es (@elEconomistaes) August 21, 2024
?? Lo cuenta @JoaquinGomezC
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Aunque son numerosos los estudios que demuestran que en los mercados bajistas es cuando se construye la mejor parte de la rentabilidad de las carteras, la bolsa es la única tienda sin aglomeraciones cuando se ponen los carteles de rebajas. Cuando me preguntan cuál es el momento idóneo de entrar en bolsa cada vez tengo más claro que nunca y que sólo se sabe rearbitrando los partidos. Cada vez me preocupa menos el punto óptimo de entrada porque creo que lo único conveniente, para un inversor normal, que sufre las consecuencias de la dopamina, son las aportaciones periódicas por la misma cuantía. Estas son las que deben construir la columna vertebral de nuestra inversión con objetivos claros de rentabilidad con los que juzgar si lo estamos haciendo bien o nos lo están haciendo bien. Estos objetivos no pueden ser ni pretenciosos ni irreales. Dude de quien hable de un doble dígito anualizado de no poder avalarlo con la única verdad en la vida que son los hechos.
Los hechos que puedo poner sobre la mesa son los del fondo Tressis Cartera Eco30, una selección sistemática, por fundamentales, de valores internacionales de calidad con la idea de construir una cartera que logre una rentabilidad anualizada del 7%. La idea germinal es que el análisis, la selección, la paciencia y, sobre todo, el interés compuesto deben permitir duplicar el patrimonio cada década. El fondo asesorado por elEconomista.es, a falta de un mes de cumplir los seis años, defiende un 7,6% de rentabilidad anualizada. Los inversores no queremos un epitafio que diga que fuimos el mejor. Lo que queremos es cumplir nuestros objetivos financieros.
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