
Este lunes EiDF volvió a cotizar en el BME Growth más de cuatro meses después de ser suspendida y lo hizo con un desplome del 70% que reflejó a la percepción la desconfianza de la comunidad inversora en la compañía presidida por Fernando Romero. La caída estaba limitada al mencionado 70%, que borró en un solo día más de 1.200 millones de valor en bolsa.
Este martes la sangría no se ha cortado y los títulos de la compañía de energías renovables se han derrumbado otro 56%, hasta la zona de los 3,9 euros, un nivel que no había sido visto desde noviembre de 2021. En total, el mercado ha borrado más de un 86% de su capitalización previa a su vuelta, un total de 1.500 millones de euros.
Los últimos meses de EiDF han sido más que convulsos y recuerdan al caso Gowex. En abril, la CNMV suspendió de cotización a la compañía tras no poder presentar ésta a tiempo sus cuentas de 2022 al no recibir el visto bueno del auditor. En este caso PwC. Meses después EiDF ha reformulado las cuentas y eso le ha valido para volver al parqué. Sin embargo, el regulador sigue viendo omisiones importantes en los informes presentados por la empresa y auditados por Deloitte pese a que aparecen las apreciaciones y advertencias de las auditoras.
Entre estas advertencias figura que "en algunas de las actividades y operaciones con terceros se han identificado situaciones en las que se habían creado, modificado o falseado documentos" y que "hay evidencias de posible falsificación de contratos y documentos elaborados por parte de los responsables de la sociedad".
Refinanciación
En el último informe anual de cuentas, presentadas hace un par de semanas, la empresa admite que "se encuentra en un proceso de refinanciación y reestructuración, que implicará la venta de activos, para solventar el problema de liquidez a cierre del ejercicio de 2022". Las cuentas de la compañía reflejan un vertiginoso crecimiento de la deuda. En 2020 la deuda financiera neta de la compañía era de 3,44 millones; en 2021 de 82,9 millones y en 2022 superaba ya los 137,8 millones de euros.
Según PwC, primera auditora de las cuentas de 2022, las cuales se negó a firmar, la compañía había cerrado el ejercicio con un fondo de maniobra negativo de 20,9 millones, una cifra que la empresa negó y situó en el terreno positivo por 3,3 millones al cambiar la clasificación de un préstamo a deuda a largo plazo.
Estas cuentas deberán ser aprobadas en JGA próximamente, en la que también se aprovechará la ocasión para nombrar a cuatro nuevos consejeros que apuntalen su gobernanza de cara a los próximos meses, hasta ahora también debilitada por una concentración de poder excesiva en el presidente.