Las carteras de gestión discrecional se han convertido en uno de los segmentos que más han crecido en la distribución de fondos en España, hasta el punto de que aproximadamente seis de cada diez euros comercializados lo han sido a través de esta vía, junto a la de asesoramiento. Una manera eficaz para las firmas de inversión de gestionar el dinero de sus clientes, en función del perfil de riesgo, ya que eliminan el sesgo emocional que suele guiar a los inversores a la hora de tomar decisiones, frente a caídas abruptas del mercado o subidas inesperadas.
Lo que antes era un servicio restringido a altos patrimonios se ha ido universalizando gracias al desarrollo tecnológico de los últimos años, lo que ha permitido reducir costes a las firmas y ganar volumen patrimonial. El cobro del servicio por gestionar la cartera más las comisiones de los fondos subyacentes en la misma, en la que se suelen introducir fondos de la propia gestora, dejan más margen de visibilidad en cuanto a los ingresos de las firmas, al fidelizar a largo plazo a los clientes.
Y las entidades no quieren quedarse atrás en un mercado que domina CaixaBank, que cuenta con 42.751 millones de euros de inversores minoristas en carteras de gestión discrecional. Para competir más cara a cara con la entidad catalana, Santander Asset Management acaba de anunciar la fusión de su servicio de Carteras Selección con el de Mi Cartera, situando el mínimo para acceder en 5.000 euros, un umbral más accesible que los 60.000 euros que tenían las primeras, con cinco perfiles de riesgo.
"El objetivo de la fusión es relanzar nuestro servicio de gestión discrecional, simplificar nuestra oferta comercial y aprovechar lo mejor de cada una de las gamas. Queremos convertirnos en referentes de la industria en gestión discrecional y aspiramos a que este servicio sea uno de los principales servicios que ofrece Santander Asset Management a sus clientes", asegura Arantxa López Chicote, directora de Producto, Inteligencia de Mercado y Digital de la gestora, en un momento en que los fondos más conservadores, como los de objetivo de rentabilidad ligados a bonos soberanos de España e Italia, en distintas duraciones, se han convertido en los superventas del sector.
Fuentes del mercado reconocen que este auge de fondos defensivos ha hecho que la gestión discrecional haya sufrido cierto retroceso en los últimos trimestres, pero también apuntan que, cuando el proceso de subida de tipos de interés llegue a su punto de inflexión, será el momento de incorporar a unos nuevos ahorradores que, gracias al rendimiento alcanzado este año con los vehículos de renta fija, pueden ser más proclives a la contratación de este tipo de carteras de lo que lo fueron el año pasado debido a las caídas del mercado. Razón por la que la competencia entre entidades para captar clientes con cierto patrimonio se va a incrementar en los próximos meses, al igual que ocurría en su momento con la captación de pasivo.
Cada entidad cuenta con su propia estrategia a la hora de captar nuevos clientes, en función del nivel patrimonial del que parte. Los clientes de banca privada cuentan con un servicio más personalizado, pero los clientes de menor volumen también se benefician de la ventaja de la gestión discrecional. Quien tiene más desarrollado este servicio es CaixaBank, que cuenta con tres gamas básicas: carteras Master, para clientes con un mínimo de inversión de 6.000 euros, en las que cuenta con 32.000 millones de activos bajo gestión, y carteras Smart Money y carteras Smart Allocation, que tienen 3.000 millones y 800 millones respectivamente, y que son accesibles desde 500 euros. A principios de año ampliaron la oferta con la gama Smart Rentas, para los clientes acostumbrados a un pago anual, al estilo de los depósitos.

Ana Martín de Santa Olalla, directora del área comercial y negocio de CaixaBank AM, explica que las diferencias entre las gamas Smart son que las Money intentan optimizar la cartera en términos de rentabilidad-riesgo para adaptarla al ciclo económico, mientras que las Allocation se fundamentan en un modelo cuantitativo que analiza el ciclo económico, el valor relativo entre los activos y las tendencias de corto plazo en los precios y, en base a esto, ajusta la exposición a los activos de riesgo de cartera.
"Las Smart Money están pensadas para un cliente que busca una gestión indiciada cuantitativa a bajo coste, mientras que las Smart Allocation son carteras pensadas para el cliente que busca estar en el mercado minimizando sobresaltos", subraya.
BBVA cuenta con la gama Quality, en la que se incluye alguno de los productos con mayor volumen patrimonial de Europa, como es el caso del Quality Inversión Conservadora, un mixto defensivo global. Y para los clientes de banca privada.
En Bankinter el importe mínimo para contratar el servicio de gestión delegada se sitúa en 1.000 euros, el mismo importe que se pide para contratar en Bankinter Roboadvisor, aunque los clientes de banca privada cuentan con Excellence Managament, en los que se exige una inversión a partir de 300.000 euros. En Sabadell, el importe mínimo se sitúa en 100.000 euros para acceder a los servicios de gestión patrimonial. Una cifra que se rebaja a los 20.000 euros en Ibercaja si los clientes quieren optar a carteras de gestión delegada y que se eleva a los 500.000 euros para los clientes de banca privada.
Fernando Ruiz, director de BBVA Banca Privada en España, apunta que el crecimiento de la gestión discrecional de carteras se debe a que es un servicio que se ajusta muy bien a las necesidades de cada cliente, independientemente de su perfil. "Delega la gestión de su patrimonio a un equipo con mucha experiencia, que realiza una monitorización continuada para ajustar las inversiones al perfil de riesgo y adaptarlo según la evolución del mercado. Y también permiten tener una amplia diversificación en la exposición de sus activos".
Aparte de las entidades financieras, en los últimos años han surgido otras firmas, como gestores automatizados o plataformas, que también cuentan con su propio servicio de gestión de carteras, entre los que se encuentran Indexa, Finizens, InbestMe, Finanbest, MyInvestor e incluso los propios bancos digitales de entidades grandes, como Openbank, de Santander, unido a las plataformas de firmas especializadas como Renta 4 o Tressis, o independientes como NextStep.