
El gran debate en la fábrica del mundo de la inversión es la reconstrucción de toda la estructura de costes si finalmente desaparecen las retrocesiones por comercialización de productos de terceras entidades. El propio presidente de Efpa, Santiago Satrústegui, explica así la gravedad del problema: "No sorprende la iniciativa de la Comisión Europea al presentar el borrador de la estrategia del inversor minorista que aboga por la prohibición de la retrocesión, modificando la estructura de costes de los productos y el método de remuneración con el que los asesores financieros han trabajado tantos años. Lo ocurrido en Reino Unido, donde hace unos años se optó por este método, es un claro ejemplo de cómo este tipo de decisiones ha incrementado la brecha del asesoramiento hasta convertir este servicio en un lujo inaccesible para los ojos ahorradores menos pudientes".
¿Y quiénes son estos ahorradores menos pudientes? Ésta es la pregunta clave. Si estratificamos la inversión en España para mí hay tres tipos de inversores. En la parte de abajo, los ahorradores que se conforman con estar perfilados por sus entidades, y van a seguir pagando unas altísimas comisiones porque sus carteras estén gestionadas con productos indexados muy baratos. En la parte intermedia están los 'Dalís', que son aquellos inversores que hoy gozan de una arquitectura abierta de producto, que toman ellos mismos sus decisiones de inversión, y que los comercializadores aprovechan hoy que se llevan una retrocesión de la fábrica (las gestoras de fondos) cuando ponen su producto en el escaparate. En el fondo, el impacto para los 'Dalís' tiende a ser neutro porque lo que dejen de pagar en retrocesiones, con clases más limpias, lo pagarán en depositarías y custodias.
La parte de arriba, la banca privada, que no por ser muchos menos representan menos patrimonio, hablamos de unos 650.000 millones de euros, es donde va a estallar el volcán. Esencialmente el riesgo está en que el cliente con menos patrimonio se quede huérfano de asesoramiento. Riesgo indiscutible que existe. Pero no hay que olvidar que en banca privada también existen 'Dalís', y no solo por el convencimiento de que tienen una aproximación al mercado que les permite autogestionarse, muchos de ellos están cansados de las altísimas comisiones pagadas por el magnífico paraguas que resguarda a muchos profesionales, envarillados en jugar siempre a la defensiva con el dinero y preservar el capital. Es cierto que el dinero es lo más miedoso que existe. Pero no es justificable que dos terceras partes de los partícipes de fondos en nuestro país cuenten con contratos de asesoramiento y que la intención sea seguir sajándoles con más de un punto porcentual de coste de gestión, bien por asesoramiento, retrocesiones, depositaría y custodia. Las retrocesión media de un fondo puede situarse en torno al medio punto, por lo que para la banca privada el bocado puede ser de hasta 3.000 millones de euros.